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Bares y restaurantes | Cádiz

La Hostelería le pone proa a la segunda ola del coronavirus

  • Los hosteleros capean el duro temporal de este nuevo ciclo de pandemia con valentía, imaginación y sin apenas ayudas públicas 

  • En Horeca ya se preparan para una marejada de suspensiones de pagos por culpa del Covid-19

  • Nueve profesionales del sector relatan cómo sobreviven al peor arranque de otoño conocido

José Carlos Martín, entregando una tarrina de los suculentos potajes que cocina para llevar en El Garbanzo Negro.

José Carlos Martín, entregando una tarrina de los suculentos potajes que cocina para llevar en El Garbanzo Negro. / Lourdes de Vicente

Un verano de bonanza ha venido a convertirse de repente en un otoño de fuerte temporal en el sector hostelero gaditano. Sin apenas ayudas públicas de las diferentes administraciones, salvo la de los ertes y 900 euros para alquiler en un solo pago, bares y restaurantes están capeando el temporal como pueden y poniéndole proa a esta segunda ola de la pandemia con valentía e imaginación. Aunque las fuerzas flaqueen casi a diario y la tormenta haya hecho ya naufragar más de un negocio. Para cerrar despidiéndose de sus clientes hasta la próxima temporada, algunos, o para colgar definitivamente el cartel de se traspasa, otros. Eso, después de más de tres meses de parón, después de haber empleado tiempo, dinero y formación en medidas de prevención, después de haber visto reducidos sus aforos hasta el límite de la supervivencia y después de algunas clausuras temporales impuestas por las necesarios aislamientos de 14 días después de la detección de contados casos de Covid-19 en las plantillas.

En la Federación Provincial de Empresarios de Hostelería de Cádiz (Horeca) todavía no tienen datos de cuántos establecimientos han cerrado ni de en cuántos pueden estar pensando en hacerlo. Lo que sí tienen claro es que, desgraciadamente, van a ser muchos. Tan claro, que están últimando un plan de información sobre los trámites que tendrán que cumplimentar los hosteleros que irremediablemente entren en situación de suspensión de pagos por insolvencia y en la temida rueda de los procesos concursales. Horeca representa a más de 800 empresarios del sector en la provincia, pero en territorio gaditano hay a día de hoy nada menos que 8.000 establecimientos abiertos. Más que una marejada, podría ser tsunami de consecuencias catastróficas, no sólo para sus responsables, sino también, qué duda cabe, para el empleo en una tierra siempre maldita con las cifras de paro más altas de Europa.

“El verano fue bueno, hubo quien incluso vendió más, pero desde mediados de septiembre ha habido un bajonazo espectacular. Después de recuperar a algunos trabajadores de los ertes, vuelven a ellos; los bares y restaurantes abren sólo viernes, sábados y domingos, y se les rescata sólo para esos días, que son prácticamente los únicos que está habiendo clientela”, explica Antonio de María, presidente de Horeca. “Los hoteles están cerrando, el trabajo presencial no ha vuelto todavía a las Administraciones, que le daban vida a los establecimientos que vendían desayunos y menús a trabajadores a jornada partida... Esto es un sálvese quien pueda... Reinventarse y poner en marcha nuevas fórmulas se vuelve inútil muchas veces cuando no hay clientela suficiente para todos...”

La alternativa suena demoledora en boca del portavoz de la federación de hosteleros: “Lo único que puede ir mejorando la situación es que los que sigan abiertos sean capaces de adaptar su oferta a la demanda. Si la oferta se reduce [es decir, si cierran bares y restaurantes en una cantidad importante] es posible que se equilibren oferta y demanda ... Ahora mismo, todo el mundo está en pérdidas... yo no recuerdo un arranque de otoño peor que éste... uno sabe que después de una mala racha se puede levantar cabeza, pero, ¿dónde está aquí la posibilidad de levantar cabeza? ¿las Navidades? Si esto va a más restricciones la actividad no empezará hasta mediados de diciembre... y los 10 o 15 días de las fiestas no levantan un negocio... Y si no va a haber Carnaval, ni Semana Santa ni nada... muchos tendrán que cerrar”.

En este contexto, De María critica la actitud de las Administraciones. “Es un querer y no poder. Por un lado, intentan ayudar, pero por otro, nos impiden trabajar. En la prensa se está diciendo que los lugares con mayor incidencia de contagio del coronavirus en Cataluña, y en general, son los de hostelería, cuando un informe de las mutuas de toda España refleja que es el sector que menos bajas laborales tiene por esa razón... y todas las normas de prevención son reducir horarios, recudir aforos, aumentar distancias... y todo eso nos impide trabajar. Más que ayuda nos hace falta que dejen de ponernos palitos en las ruedas... Los ertes son una ayuda, pero en esta ocasión no nos consideran un sector afín al turístico, de manera que sólo podemos acceder a ellos por limitaciones impuestas a la actividad o por ser integrantes en la cadena de valor del turismo.., y eso está quedando a criterio de la Inspección de Trabajo...”

El presidente de Horeca insiste en que “la mejor ayuda es que nos dejen trabajar, y para eso, los ertes son fundamentales, porque las ayudas al alquiler de la Junta se han quedado en 900 euros, que en la mayoría de los casos no dan ni para pagar un mes... Madrid va a dar hasta 12.500 euros a fondo perdido a los negocios pequeños... eso sí que es un cable... porque lo del bono turístico tampoco ha movido a nadie...”

De María llama la atención, además, sobre la difícil situación económica familiar, además de la empresarial, en la que empiezan a encontrarse algunos hosteleros, “que no disponen del colchón de los ertes y que están empleando todos sus recursos en salvar sus negocios”.

En medio de semejante temporal, nueve profesionales relatan a Diario de Cádiz cómo lo están capeando. Entre ellos hay incluso algún valiente que se ha atrevido a abrir en estos tiempos del coronavirus.

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