El Rollin’ Rock, en la esquina de Isabel la Católica con Rafael de la Viesca, puede que sea el ejemplo de cómo sobrevivir cuando todas las circunstancias se vuelven contra quien sólo persigue llevar un sueldo digno a casa.

Como todos los bares con música, Dani Gallardo tuvo que cerrar el suyo a raíz de las últimas restricciones impuestas después de haber invertido dinero, tiempo y formación en adecuarlo perfectamente a las medidas de prevención frente al Covid-19.

Aprovechó el clavo ardiendo que dejaba el decreto de la Junta y decidió reabrir en solitario (hay dos trabajadores en erte) sirviendo también comida. Desde entonceses el lugar ideal para disfrutar de una tarde-noche de buena música, cervezas artesanas, chicharrones y carne mechada en un ambiente más que seguro. En breve, además, pondrán café.

“Vivimos al día, con muchísima incertidumbre, con un aforo máximo y unos ingresos del 60%, que sólo te permiten ir cubriendo unos gastos que continúan siendo los mismos. Si se siguen endureciendo las medidas, no sé cuánto duraremos”.