Paz Padilla confiesa que sufrió mucho por su hija debido a la polémica de la raspa: "Nunca entendí las cosas que se dijeron y eran mentira"

La gaditana admite ella y su hija Anna Ferrer han vivido un verano especialmente duro por la polémica que se creó a raíz del logo de su marca No Ni Ná

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Paz Padilla y su hija Anna Ferrer en su tienda No Ni Ná / @paz_padilla

La polémica de la raspa marcó un antes y un después en la vida de Paz Padilla y, de forma especial, en la de su hija, Anna Ferrer. La actriz y presentadora reconoció recientemente que la controversia sobre el logotipo de su marca de moda, No Ni Ná, le generó un sufrimiento inesperado, no tanto por ella misma, sino por el impacto que tuvo en Anna.

En un evento reciente, la humorista se atrevió a hacer unas declaraciones y afirmó que nunca entendió algunas de las críticas que recibió durante el pasado verano cuando saltó la polémica de la raspa. "Nunca entendí las cosas que se dijeron y eran mentira", expresó con firmeza.

El origen del conflicto

El logotipo de No Ni Ná, creado por el artista Xoan Viqueira, incluía una raspa de pescado estilizada. El registro del diseño como marca comercial dio lugar a un enfrentamiento con comerciantes de Zahara de los Atunes y Barbate, donde este símbolo forma parte de la identidad cultural de la zona.

Desde varios negocios gaditanos se denunció que se habían enviado burofaxes advirtiendo sobre un posible uso indebido de un diseño similar. Algunos afectados llegaron a manifestar públicamente sentirse amenazados por esas notificaciones. La polémica se extendió rápidamente y fue percibida como un intento de apropiación de un símbolo colectivo.

La defensa de Paz Padilla

La presentadora gaditana ha negado que se intentara registrar de forma genérica la raspa como símbolo cultural. Según explicó, lo protegido fue un diseño gráfico concreto para el ámbito de la moda. "Nunca entendí las cosas que se dijeron y eran mentira. Nunca he registrado la raspa porque es universal. Diseñé un tipo de raspa y fue la oficina de patentes la que denuncio que había otra raspa igual o muy parecida a la mía y eso daba pie a confusiones. La denuncia sigue su curso y es que se han dicho muchas barbaridades.", afirmó Paz Padilla.

En la misma línea, se denunció que "mentiras y calumnias con la única intención de generar odio y dividir" fueron difundidas en redes sociales y medios de comunicación. También se aclaró que la gestión de los burofaxes fue realizada por un gabinete de patentes, no de forma directa por ella.

El impacto en Anna Ferrer

Más allá del conflicto legal, el mayor dolor relatado por Paz Padilla estuvo relacionado con la presión sufrida por su hija. "Estoy acostumbrada a ciertas campañas de algunos medios o televisiones contra mí, pero he sufrido sobre todo por mi hija, que no está acostumbrada, aunque le tuve que explicar algunas cosas para que entendiera lo que pasaba".

"Ella es la que diseña y lleva la firma, que para algo ha estudiado Economía con su máster y se encarga del día a día. Te aseguro que para mí es un lujo poder trabajar a su lado, porque nos permite estar muy cerca. Ana ya es una mujer independiente, con su personalidad, y nos damos consejos mutuamente porque nuestra relación es ya más de amigas", afirma Paz Padilla.

La empresaria y su hija mantienen su apuesta por la marca con nuevos proyectos en marcha, como la colaboración con Multiópticas o el lanzamiento de perfumes bajo el sello de No Ni Ná. La voluntad de ambas es continuar creciendo pese a la polémica.

Rechazo social y tensiones locales

La controversia también tuvo repercusiones en la comunidad. En Zahara de los Atunes y Barbate se colgaron carteles pidiendo "liberar la raspa" y se organizaron protestas simbólicas.

Mientras tanto, comerciantes locales insisten en que la raspa pertenece al imaginario popular y no puede convertirse en patrimonio exclusivo de una marca.

Un conflicto aún abierto

El debate en torno a la raspa sigue vivo y, por ahora, no se vislumbra una solución inmediata. Por un lado, comerciantes y vecinos reivindican el valor cultural del símbolo. Por otro, la marca de Paz Padilla defiende la legalidad de su registro y su derecho a proteger un diseño original.

En este cruce de acusaciones, la presentadora ha querido subrayar lo que más le duele: el daño causado a su hija por informaciones que califica de falsas. “Nunca entendí las cosas que se dijeron y eran mentira”, reiteró. Una frase que resume el trasfondo de este episodio, donde la defensa de una marca acabó convirtiéndose en una batalla personal y emocional.

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