Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Historias de Cádiz-Herzegovina | Capítulo 47
Jamás trascendió lo que le dijo, pero es indudable que tuvo que ser contundente y persuasivo a partes iguales, porque sólo así se entiende que consiguiera el objetivo que perseguía, y que era muy difícil.
“Si no puedes con el enemigo, únete a él”. Hemos escuchado esa frase infinidad de veces y en muchas facetas de la vida, sin que se circunscriba en exclusiva al argot militar. Y es una frase que se le atribuye a Lupo de Troyes, un obispo francés que con el tiempo llegaría a ser santo y que en el siglo V logró frenar la invasión de la Galia por parte de Atila y de su gigantesco ejército de hunos.
Según cuenta la leyenda, San Lupo había mandado previamente a dos emisarios a negociar con Atila, pero uno fue asesinado y el otro quedó malherido. Tras tener conocimiento de esos hechos, el clérigo no se lo pensó dos veces y se fue solo e indefenso a la búsqueda de Atila. El objetivo era persuadirle para que no entrara en Troyes, una localidad relativamente cercana a París. Nadie sabe cómo lo hizo, pero lo logró. Atila, apodado el azote de Dios, se dio media vuelta y, aunque siguió arrasando todo lo que se fue encontrando a su paso, no puso un pie en Troyes.
Ese fue el éxito de San Lupo, que supo unirse a su enemigo en el momento idóneo para lograr su objetivo. Y en política también ha habido casos parecidos de alianzas tardías e inesperadas entre adversarios confesos. Uno de ellos se vivió hace 15 años en San Fernando.
En ese 2010 el PA era un partido que, aunque no estaba aún en descomposición, sí había perdido mucho potencial, estando fuera por primera vez del Parlamento de Andalucía y perdiendo mucho poder municipal. Y el líder del PP andaluz, Javier Arenas, vio ahí un posible filón de votos que le ayudara en su intento de convertirse en el presidente de la Junta.
El PP inició una fase de captación de dirigentes andalucistas, logrando su objetivo en no pocas localidades. En la provincia de Cádiz, por ejemplo, lograban fichar a Daniel Sánchez Román, actual delegado territorial de Empleo de la Junta y que en las elecciones de 2011 se integró en la candidatura del PP de Vejer tras haber sido el alcaldable del PA en 2003 y 2007.
Pero hacía falta un fichaje de relumbrón, alguien conocido en toda Andalucía. Y Arenas pensó en Antonio Moreno, un andalucista con un currículum nada desdeñable: casi 16 años como alcalde de San Fernando (1989-2005), diputado nacional (1989-1993), parlamentario andaluz en dos etapas (1994-2000 y 2004-2008) y presidente nacional del PA (1993-1996).
Arenas contacta con Moreno, con quien había coincidido en el Parlamento andaluz y con quien siempre había tenido buena sintonía. El ex alcalde de San Fernando no milita en el PA desde hace dos años. Rompió su carnet después de la jugarreta que le hizo Julián Álvarez, secretario general del Partido Andalucista, poniendo al también isleño Manuel Prado, que había sido hombre de confianza de Moreno, como número uno de la lista por Cádiz al Parlamento andaluz en las elecciones autonómicas de 2008.
Escocido por esa maniobra, Moreno escucha a Arenas. Le gusta lo que oye y llegan pronto a un acuerdo. En marzo de 2010 se anuncia públicamente que Moreno ha aceptado presidir un foro sobre andalucismo organizado por el PP-A y cuya periodicidad iba a ser mensual. Las dos partes dicen que no han hablado nada de las elecciones municipales a celebrar un año después, en 2011, pero nadie les cree. Arenas, que quiere que el PP se quede con toda la herencia del andalucismo, no ahorra elogios hacia la figura de Antonio Moreno. Y éste afirma rotundo que el PP “es el único partido que puede cambiar Andalucía” y que el andalucismo no es exclusivo del PA.
El PP le acababa de poner una alfombra roja a Antonio Moreno para que fuera su candidato a la Alcaldía de San Fernando, y las críticas fueron brutales desde las filas andalucistas. “Moreno sale desde hoy mismo del PA por la puerta de atrás”, afirmaba Manuel de Bernardo, quien le había relevado en la Alcaldía en 2005.
Pero esa candidatura oficiosa también creó mucho revuelo entre los militantes del PP isleño, para quien Antonio Moreno había sido su bestia negra durante 20 años, derrotándoles hasta en cinco ocasiones: desde 1987 a 2003. Y los más antiguos del PP recordaban también cómo su partido saltó por los aires cuando en ese 1987 Antonio Moreno irrumpió en la política.
La locura que se vivió en el Ayuntamiento de San Fernando en ese mandato corporativo o, mejor dicho, en el bienio 1987-1989, tuvo su origen en la sesión de investidura posterior a esos comicios locales. El PSOE había ganado con diez concejales frente a los nueve del PA, consiguiendo cinco Alianza Popular (AP), el embrión del actual PP, y uno el CDS. La llave del gobierno la tenían los cinco ediles populares, que tenían que elegir entre un novato Antonio Moreno o un Avelino Arias que apenas dos años antes, en 1985, se había pasado del PA al PSOE y que fue impuesto al frente de esta última candidatura por la dirección del partido ante el rechazo de la asamblea local.
Moreno llegó a esa investidura creyendo que iba a ser alcalde. Las negociaciones entre su partido y AP habían ido bien. Pero, de manera sorpresiva, minutos antes del pleno el presidente provincial de AP, Miguel Arias Cañete, mandaba un telegrama a sus cinco concejales prohibiéndoles que votaran a Moreno. Nadie supo jamás a qué vino esa orden, aunque se supone que sería por el temor a que Moreno se asentara en la Alcaldía si llegaba a la misma, como en cierto modo así terminaría siendo.
Moreno necesitaba 13 votos para ser alcalde, pero le faltó uno. Le votaron los nueve concejales del PA y tres de los cinco ediles de AP que vulneraron así la orden de su partido. Los otros dos representantes de AP votaron a su candidato, Manuel Martín, y el único edil del CDS, con quien nadie del PA había negociado, optó por la abstención. Avelino Arias lograba así mantenerse en la Alcaldía al ser el candidato de la lista más votada, todo ello en una sesión bronca en la que no faltaron insultos e improperios al regidor.
Y ahí empezó el baile en la bancada popular. Curiosamente el partido terminó perdonando a los tres concejales que incumplieron las órdenes (José Tomás Fernández Camacho, que era el presidente local, Juan Manuel García de Lomas y Joaquín de los Santos), mientras expulsaba a quienes sí obedecieron. Estos dos (Manuel Martín y Teresa Bruquetas) se integrarían primero como independientes en el Grupo Mixto y luego en el gobierno de Avelino Arias, que había captado antes al edil del CDS, a José Antonio Muñoz Vázquez, afiliado ya al PSOE.
Pero la tranquilidad en ese gobierno de Avelino fue muy efímera. Primero el PSOE expulsaba a Marín por motivos que los propios socialistas tacharon de “inconfesables”, después Bruquetas dimitiría al sentirse ninguneada, esta concejala fue repescada luego por su antiguo partido ya renombrado como el PP y todos terminarían rubricando una moción de censura que el 8 de agosto de 1989 aupaba a la Alcaldía a un Antonio Moreno que tan mal no lo haría porque dos años después, en 1991, conseguiría una mayoría absoluta jamás vista hasta ahora en esta ciudad: 16 concejales.
Los recuerdos de ese mandato afloraron en la mente de los militantes del PP de San Fernando cuando en marzo de 2010 descubrieron que Antonio Moreno estaba a un paso de ser su candidato a la Alcaldía. Pero desde Sevilla el tándem Javier Arenas-Antonio Sanz seguía con sus planes, organizando la primera reunión de su foro andalucista en Carmona a mediados de mayo y reservando fecha para la presentación de Moreno como alcaldable del PP. Ese acto llegó a estar agendado para el 24 de junio de 2010 en la sede regional del partido, ubicada precisamente en la calle San Fernando de Sevilla.
Pero al final todo se torció. Una encuesta encargada por el propio PP, y que no garantizaba la mayoría a Moreno, frenó toda la operación. Las ilusiones de Moreno por volver a la Alcaldía se esfumaban, el PP-A ya no celebró más foros andalucistas, y el partido situaba al frente de su candidatura en San Fernando a un José Loaiza que era el presidente provincial del PP, al que no le apetecía mucho la idea de cambiar el Parlamento andaluz por el Ayuntamiento, pero que terminó venciendo en esas elecciones de 2011, pasando a gobernar con el apoyo curiosamente del PA y siendo hasta la fecha el único alcalde que el PP ha tenido en La Isla.
Pese a lograr frenar el avance de Atila, a San Lupo de Troyes muy pocos le consideraron en su época un héroe. Es más, para los romanos pasó a ser un traidor, acusándole de colaborar con el ejército de los hunos. Por ello fue condenado al exilio, viviendo el resto de su vida en un bosque como un ermitaño. Antonio Moreno también tuvo que escuchar que le llamaran traidor desde las filas de ese PA de La Isla al que él encumbró, aunque cierto es que con los años ha podido ir recosiendo esas amistades de antaño. Eso sí, él no tuvo que exiliarse. Hoy este profesor jubilado y abuelo feliz sigue en su Isla de siempre, colaborando con su hermandad de la Misericordia, con su parroquia de la Pastora y con su colegio La Salle, mientras sigue escuchando orgulloso cómo por la calle algunos le llaman aún “alcalde”.
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