Olvera, año 1982: Evasión y victoria

Historias de Cádiz-Herzegovina | Capítulo 46

La dimisión de seis de los nueve concejales del PSOE obligó a constituir en el Ayuntamiento olvereño hace 43 años una de las primeras gestoras que ha habido en Andalucía

El PSOE se rompió al peatonalizar el alcalde la calle Llana pese al rechazo del pleno

Muchos de los socialistas disidentes crearon el GOI, que ganó en Olvera en 1983

Foto de familia de la candidatura del Grupo Olvereño Independiente (GOI), que reunió a muchos socialistas disidentes y que ganó de calle las elecciones municipales de 1983.
Foto de familia de la candidatura del Grupo Olvereño Independiente (GOI), que reunió a muchos socialistas disidentes y que ganó de calle las elecciones municipales de 1983. / D.C.

Pelé no quería irse. Vestido de corto y con un brazo en cabestrillo, el astro brasileño defendía en el alcantarillado de París que él no quería fugarse o, mejor dicho, que no quería hacerlo sin terminar antes el partido que le enfrentaba a un combinado alemán en plena Segunda Guerra Mundial y que estaban perdiendo en el descanso. Y terminó convenciendo a Michael Caine, a Sylvester Stallone y al resto de actores y futbolistas que conformaban el elenco de Evasión o victoria, una película más futbolística que bélica dirigida por John Huston.

El desenlace de aquella historia es conocido: el equipo aliado logró empatar in extremis pese a la nula imparcialidad del árbitro, y Pelé y compañía consiguieron huir del estadio de Colombes escondidos entre el público parisino que abarrotó el estadio y que logró romper las puertas del recinto pese a la oposición de las tropas nazis.

Evasión o victoria se estrenó en 1981, sólo un año antes de que en uno de los pueblos más bonitos de esta provincia, en Olvera, se viviera un episodio político en el que hubo mucho de evasión, mucho también de victoria –o de victorias, para ser más exactos– y una paz que llegaría tras tres años de enfrentamientos, como en París al finalizar la Segunda Guerra Mundial.

Olvera vivió hace 43 años una de las primeras comisiones gestoras que se constituyó en un ayuntamiento andaluz desde la reinstauración de la democracia. Esa frase resume por sí sola la relevancia de aquel episodio. Pero es que, además, todo estuvo jalonado de muchas vicisitudes que hacen que la historia sea aún más jugosa.

Las primeras elecciones municipales en democracia, las del 3 de abril de 1979, dejaron un panorama nítido en Olvera. El PSOE ganaba aquellos comicios con claridad, obteniendo nueve de los 17 concejales de esa Corporación. El número uno de esa candidatura, Antonio Sánchez Trujillo, que había concurrido en calidad de independiente al no militar aún en el PSOE, llegaba pocas semanas después a la Alcaldía y podía gobernar además con mayoría absoluta. En la oposición quedaban seis ediles de la UCD y dos del Partido Comunista.

Antonio Sánchez Trujillo fue el primer alcalde democrático de Olvera y el presidente de la gestora..
Antonio Sánchez Trujillo fue el primer alcalde democrático de Olvera y el presidente de la gestora.. / D.C.

La gestora en el Ayuntamiento de Olvera coincidió en el tiempo con otras dos que hubo también en Andalucía en el tramo final de aquel primer mandato municipal (1979-1983) y que se localizaron en Andújar y en Puerto Real. Este último caso, por su complejidad, bien merece un capítulo aparte en esta sección del periódico. Y la gestora más famosa de toda España fue sin duda la que el Gobierno de Zapatero implementó en abril de 2006 en el Ayuntamiento de Marbella tras las múltiples irregularidades detectadas en ese Consistorio en la llamada Operación Malaya.

En Olvera no fueron unas irregularidades las que originaron la gestora, sino una dimisión en masa de concejales, que es otro de los tres motivos que contempla el artículo 182 de la Ley Electoral (LOREG) para justificar una medida de esta índole que tiene como única finalidad asegurar el correcto funcionamiento de un ayuntamiento. En concreto, hasta seis de los nueve miembros de aquel Grupo Municipal Socialista protagonizaron en ese 1982 una evasión en toda regla en el Ayuntamiento olvereño. Y lo hicieron al estar en total desacuerdo con algunas decisiones del alcalde.

Tuvo que haber mucho más. Seguro que los roces habían empezado mucho antes, porque no fue un mandato fácil en el gobierno de esta población serrana. Realmente no lo fue en ningún ayuntamiento por la escasa financiación, la ausencia de muchas leyes reguladoras de la administración municipal y, sobre todo, la inexperiencia absoluta de los alcaldes y concejales que debutaban en esos cometidos. Pero en Olvera además había que añadir una rencillas internas en un Grupo Socialista donde a esas alturas del mandato ya habían dimitido cuatro concejales, que habían sido reemplazados por los siguientes en la lista electoral. Y al final todo explotó.

Aquella gota colmó el vaso en el pleno municipal del 26 de marzo de 1982. Un punto del orden del día abordaba la peatonalización de la calle Llana, una de las vías principales de Olvera que desemboca en la plaza del Ayuntamiento. El principal defensor de esta propuesta era el propio alcalde, que consideraba perjudicial para el pueblo el tránsito continuo de vehículos por esa calle.

Tras el debate llegó la votación. Y la misma le mostró a Sánchez Trujillo el escaso peso que, tras tres años en el cargo, tenía ya en su propio equipo de gobierno y en el conjunto de la Corporación Municipal. La propuesta a favor de esa peatonalización sólo contó con tres votos a favor de un total de 17. Dijeron los concejales del PSOE Andrés Ortega Olid y Miguel Otero López, además del propio regidor. Se abstuvo otro edil del Grupo Socialista y hubo hasta 13 votos en contra: los seis de la UCD, los dos del PCE y, lo más curioso, cinco de concejales del PSOE que se ponían así enfrente del alcalde.

La afrenta ya estaba hecha pero lo que nadie se podía imaginar es que, pese a la oposición nítida por parte del pleno, Sánchez Trujillo seguiría adelante con sus planes, logrando efectivamente que se cerrara al tráfico la calle Llana. El enfado fue tan tremendo que hasta seis concejales socialistas –los cinco que votaron en contra y el que se abstuvo– presentaban su dimisión y abandonaban el Ayuntamiento. Y como ninguno de los restantes miembros de la candidatura del PSOE de 1979 y tampoco los suplentes quisieron tomar el acta de concejal, el Gobierno Civil se vio obligado a constituir una gestora, porque para sacar adelante algunos asuntos de la gestión municipal era necesaria una mayoría cualificada de dos tercios de los concejales.

Para cerrar la gestora fue necesario buscar en Olvera a seis vecinos propuestos por el propio PSOE para que se constituyeran como vocales de la misma. Para ello sólo se requería que no hubieran renunciado antes a ese acta de concejal y que no estuvieran incursos en causa de inelegibilidad.

De este modo, en una sesión extraordinaria del pleno celebrada el 10 de noviembre de 1982 se constituía esa gestora, que pasaba a estar presidida por el alcalde, que mantenía en sus cargos a los diez concejales que no habían dimitido –entre ellos los dos que se mantuvieron fieles a Sánchez Trujillo– y que estrenaba seis vocales en las personas de Manuel Ortega Olid, Antonio Montoro Gómez, Manuel Gamero Caro, Cristóbal Amado Fernández, Jerónimo García Angulo y Cristóbal Ramírez Pérez.

Acta de constitución de la gestora en el Ayuntamiento de Olvera el 10 de noviembre de 1982, con la incorporación de seis vocales.
Acta de constitución de la gestora en el Ayuntamiento de Olvera el 10 de noviembre de 1982, con la incorporación de seis vocales. / D.C.

Y tras la evasión vino no una sino muchas victorias. Ganó por ejemplo el alcalde, que pudo gobernar con un mínimo de tranquilidad sin los ediles díscolos dentro de su equipo. Eso duró unos seis meses, hasta las elecciones de 1983, porque toda gestora expira cuando se celebran unos comicios locales y se conforma la nueva Corporación Municipal.

Después ganaron también los concejales dimitidos, porque muchos de ellos se integraron en el Grupo Olvereño Independiente (GOI), un partido de nuevo cuño que recogió a muchos socialistas disconformes con la gestión municipal y que ganó de calle esas elecciones de 1983. Lograron la mayoría absoluta con siete de los 13 concejales, porque Olvera vio reducido ahí su salón de plenos al bajar de los 10.000 vecinos. En la oposición, por cierto, estaba un PSOE con sólo dos representantes: el alcalde saliente y uno de sus ediles fieles. El nuevo regidor pasó a ser Federico Hernández Pérez, que apenas estuvo dos años en el cargo pero al que le dio tiempo de dar marcha atrás rápidamente a la peatonalización de la calle Llana.

Y la última victoria hay que atribuírsela al PSOE local en general, que logró una reunificación que empezó a visualizarse en 1985 y que se consolidaría dos años después. El principal artífice de esa paz interna fue Francisco Menacho, que ocupó el quinto puesto en la lista del GOI en 1983, que llegó a la Alcaldía en julio de 1985 tras dejar atrás sus años como docente en Canarias, y que a finales de ese 1985 terminaría aceptando la propuesta del entonces secretario general del PSOE de Cádiz, José Luis Blanco, para que el grueso del Grupo Olvereño Independiente se integrara en las filas socialistas.

Francisco Menacho, el día de su toma de posesión como alcalde de Olvera el 5 de julio de 1985.
Francisco Menacho, el día de su toma de posesión como alcalde de Olvera el 5 de julio de 1985. / D.C.

Menacho reunificó al PSOE olvereño, le dejó un hueco al ex alcalde Antonio Sánchez Trujillo en la lista a las elecciones municipales de 1987 –ocupó el octavo puesto de esa candidatura– y arrasó en esos comicios, con el Partido Socialista consiguiendo nueve de las 13 actas de concejales en liza.

Pocos años después, a finales de 1990, Francisco Menacho inició una carrera política relevante en la Junta de Andalucía, llegando a ser delegado del Gobierno andaluz en la provincia de Cádiz y luego consejero de Justicia en la etapa de Griñán. El PSOE olvereño, por su parte, fue afianzando su hegemonía en esta población, donde gobierna desde 1987 a excepción de ocho años (de 2007 a 2015) en los que IU llegó a la Alcaldía con el apoyo del PP.

Lo que no ha cambiado es la calle Llana de Olvera, que nunca más volvió a peatonalizarse.

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