Renunciando, que es gerundio
Historias de Cádiz-Herzegovina | Capítulo 42
Pepe Ortiz, ex alcalde de Vejer, protagonizó en 2018 un caso inédito en la política gaditana al anteponer su pueblo a un escaño en el Parlamento andaluz. Un año después sí cambió la Alcaldía por el Congreso
En julio de 2018 rizó el rizo: renunció a la renuncia en el Senado que había adelantado días antes
El casado casa quiere... y los de Casado también
José Ortiz, no sin mi pueblo
Dicen los expertos en hípica que se trata del momento más crítico cuando se está en la grupa de un caballo. El peligro es evidente cuando en el último instante el equino se niega a pasar un obstáculo en un recorrido de saltos. Y esas renuncias pueden suceder por miedo o falta de desconfianza del animal, porque tiene problemas de salud o algún dolor, porque no ha sido convenientemente entrenado, porque no se siente seguro en ese entorno, o por mil razones diferentes.
Al renunciar al salto el caballo puede optar por desacelerar, por intentar esquivar la barrera que tiene delante o por frenarse bruscamente a ultimísima hora delante del obstáculo. Y cuando eso sucede, más le vale al jinete tener asidas con fuerza las riendas, porque si no su integridad física entraría en riesgo.
De caballos se sabe bastante en muchos municipios de la provincia de Cádiz. Uno de ellos podría ser por ejemplo Vejer, donde el mundo equino está muy presente en su amplio término municipal, con la referencia de las prestigiosas instalaciones hípicas de Montenmedio, a caballo –nunca mejor dicho– entre Vejer y Barbate.
Los vejeriegos también saben mucho de renuncias, ya sea de equinos o de políticos. Y esto último viene dado sobre todo por la trayectoria de su penúltimo alcalde, José Ortiz Galván, quien hace siete años protagonizara un caso insólito en la política provincial, al renunciar a un escaño en el Parlamento de Andalucía porque no quería dejar la Alcaldía vejeriega. Curiosamente, sólo 11 meses después sí renunció al puesto de regidor para integrarse en el Congreso de los Diputados. Y antes y después de esos dos episodios, varios amagos más de dimisiones. De renuncia en renuncia hasta la renuncia final.
Pepe Ortiz fue algo así como un niño prodigio del PP de Cádiz. Nacido en noviembre de 1983, se licenció en Ciencias Políticas y Administración Públicas por la Universidad de Granada, y ahí inició una fulgurante carrera que le llevó a ser concejal en el Ayuntamiento de su pueblo, Vejer, con apenas 20 años (diciembre de 2006), líder de la oposición con esa misma edad (en junio de 2007) y alcalde desde mediados de 2011, con apenas 23 años de edad y además con mayoría absoluta.
Arrancaba ahí una etapa de ocho años y medio de alcalde en los que sumaría dos mayorías absolutas más, en 2015 y 2019. En su haber, su cercanía a sus vecinos y, sobre todo, su apuesta decidida por convertir a Vejer en epicentro del turismo provincial; en su contra, el alto endeudamiento de las arcas municipales.
Ortiz –o Pepito, como le llamaba Javier Arenas cuando le elogiaba en algún acto público del PP– pasó a ser uno de los referentes municipales del partido en la provincia. Esto también generó alguna rencilla interna en esta formación y algún revés en su trayectoria política, como cuando a mediados de 2015 su partido le dejó sin ser diputado provincial pese a su segunda mayoría absoluta en beneficio del alcalde derrotado de Chiclana, Ernesto Marín.
Como compensación a esa bofetada sin manos el PP le terminó incluyendo en sus listas al Senado en las generales de ese mismo año, logrando Ortiz un escaño en la Cámara Alta. Y fue allí, en las Cortes Generales, donde inició su sucesión interminables de renuncias.
La salida a bolsa de Renuncias Vejeriegas SL se produjo en junio de 2018. Ortiz anunciaba ahí por sorpresa que iba a dejar su escaño en el Senado para centrarse de lleno en la Alcaldía de Vejer, con las miras puestas en las elecciones municipales del año siguiente. Es más, hasta se hizo público que su sustituta en el Senado sería la entonces alcaldesa de Chipiona, Isabel Jurado. Pero al final, nada. Apenas un mes después, en julio, Ortiz se frenaba en seco, rizaba el rizo con la renuncia de la renuncia y optaba por mantener su escaño en Madrid. La explicación es que, de manera un tanto sorpresiva, Pablo Casado ganaba ese mismo mes las primarias del PP y, como Ortiz había sido su principal valedor en la provincia, pidió al alcalde de Vejer que se quedara en el Senado, donde le aupó a la secretaría general del Grupo Popular, esto es, el número dos del PP en esa cámara legislativa.
Pero la cosa se fue liando. En sus cuatro años como líder nacional del PP Pablo Casado, junto a su mano derecha Teodoro García Egea, tiró mucho de Ortiz como reclamo electoral. Así, le obligaron a ser el cabeza de lista del PP por Cádiz en las elecciones andaluzas de diciembre de 2018, en una maniobra arriesgada que hizo que Ana Mestre cayera al segundo puesto, que Antonio Saldaña quedara fuera de la candidatura y que Antonio Sanz y el resto de la dirección provincial del PP tuvieran que morderse la lengua.
En esas elecciones el PP sólo ganó en un municipio de la provincia, en Vejer. Pero Pepe Ortiz no quiso ser parlamentario andaluz. La Cámara andaluza es la única en la que se impide por ley que los alcaldes sean diputados autonómicos. Tienen que elegir entre un cargo u otro. Y Ortiz se decantó por su pueblo. Se quedaba en la Alcaldía y renunciaba al escaño logrado como cabeza de lista del PP, en una maniobra insólita calificada de “fraude electoral” por el resto de fuerzas políticas.
Pero los vejeriegos parece que valoraron esa decisión, otorgándole de nuevo a Ortiz una mayoría absoluta en las municipales de 2019. Y Casado seguía tirando de él, ahora como número dos al Congreso en las dos elecciones generales que hubo ese año: en abril no logró escaño pero en noviembre sí. Y pocos días después venía una nueva renuncia. En una orden interna el líder nacional del PP obligaba a todos sus diputados que eran alcaldes a abandonar sus responsabilidades municipales, y Ortiz acató la orden: ponía fin a ocho años y medio de alcalde, le daba el relevo a Lolo Flor, se quedaba como concejal, como diputado provincial y como número tres del PP provincial y se centraba de lleno en sus responsabilidades en Madrid.
Pero todo cambió cuando Casado se vio obligado a dimitir en abril de 2022. Con la llegada de Feijóo se esfumaba el principal valedor de Ortiz, que tenía que plegar velas y preparar su regreso a Vejer. En noviembre de ese año anunciaba que volvería a ser el candidato a la Alcaldía y, aunque el PP de Cádiz le preparó su salida del Congreso para intentar promocionar a la alcaldesa de Prado del Rey, Vanesa Beltrán, Ortiz se negó a dar ese paso hasta que la legislatura no concluyera, obligando, ahí sí, a que el que renunciara a sus pretensiones fuera su partido.
Pero quedaba otra renuncia más, quizás la más dolorosa, aunque involuntaria. En mayo de 2023 quien renunció a él fue el pueblo de Vejer, que, quizás harto de tantas idas y venidas, le dejó sin Alcaldía en unas elecciones en la que todos los astros se alinearon en contra de Ortiz, primero porque la candidatura de Vox le restó votos y luego porque, al no haber candidatura de IU, toda la izquierda se congregó en torno al PSOE, que volvía a ganar unas elecciones en este municipio tras 12 años de oposición.
Tras esa cita electoral se puede afirmar quizás que el PP de Cádiz ajustó cuentas con Pepe Ortiz porque no le reservó un sitio ni en el gobierno de la Diputación ni en las listas a las generales de 2023, pero tampoco le dejó tirado, nombrándole presidente del Consorcio Provincial de Bomberos de Cádiz. En estos dos años ha contribuido a modernizar y a pacificar algo un organismo en el que los conflictos laborales estaban casi siempre a la orden del día. Y, de paso, ha enterrado todo enfrentamiento interno con su partido.
Quedan menos de dos años para unas nuevas elecciones municipales y nadie ni en Vejer ni en el PP de Cádiz se atreve a afirmar si Ortiz volverá a ser candidato a la Alcaldía en 2027 o si mantendrá el ritmo y renunciará también a ese cometido. Posiblemente en su decisión influya mucho el resultado de las oposiciones para secretario de la Administración Local que está preparando y de las que ya ha superado dos pruebas, a la espera de la tercera y definitiva que tendrá que afrontar en septiembre. Curiosamente sobre su mesa de estudio luce el mismo cuadro de la Virgen de la Oliva que tenía en sus años universitarios en Granada. Y es que un vejeriego puede renunciar a muchas cosas, menos a su Patrona.
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