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Elecciones municipales de Cádiz 2019 | Infraestructuras culturales

El ECCO y otros ecos

  • El Espacio de Cultura Contemporánea ha sido la gran apuesta del Gobierno municipal en estos cuatro años de legislatura

  • Sin embargo, el resto de infraestructuras culturales siguen presentando un gran vacío en sus programaciones y objetivos

Una exposición de Francisco Almengló en el ECCO.

Una exposición de Francisco Almengló en el ECCO. / Joaquín Pino

Hay ECCO, y hay eco, en las infraestructuras culturales de la ciudad. Me explico. A la manera de exhibir la cara y la cruz de la política cultural realizada por el Gobierno Municipal en la última legislatura, podríamos decir que casi todo sigue igual en la Trimilenaria (más contenedores que contenidos) a excepción de la que se ha convertido en la gran apuesta del equipo liderado por José María González y con Eva Tubío, concejala de Cultura, como cara visible: el Espacio de Cultura Contemporánea.

Ubiquemos la acción, como dijo aquel. A su llegada al poder, el nuevo cuadro de Gobierno heredó una serie de equipamientos culturales (numerosos, variados, hermosos, muchos de ellos monumentales) centralizados en el casco histórico, con una gestión vertical y, en muchos casos, faltos de un objetivo central en su programación. Eso sí, también fue legatario de otros espacios que, o parecían ir encontrando su lugar en la ciudad, o estaban completamente asentados en la programación cultural gaditana.

Bien... Pues cambie el nombre de una sala por otra pero no hay nada nuevo bajo el sol. Así, si el Castillo de Santa Catalina encontraba su esplendor con una programación expositiva de altura en la época de Martínez, que también apostaba por el proyecto arqueológico de Gadir, estas dos iniciativas culturales han perdido fuelle en la época de González que, sin embargo, ha apostado por darle lustro a un, hasta entonces, abandonado ECCO y por recuperar el Baluarte del Orejón convirtiéndolo, justamente, en el Espacio Quiñones.

El resto, eco, mucho eco... Demasiada pared vacía, demasiado trabajo sobre papel que no se ha materializado del todo en los espacios físicos de la ciudad, que siguen necesitando de una visión de conjunto que se materialice, lo primero, en una buena gestión de horarios y, segundo, en acabar, de una vez, con la dichosa contraprogramación. Dos medidas de una larga lista, porque tarea, queda...

Pero empecemos este somero repaso en claroscuro de forma luminosa. El ECCO. Tras unos primeros bandazos iniciales, una serie de tentativas probadas, sobre todo, en época estival, el Espacio de Cultura Contemporánea ha experimentado en los dos últimos años un cambio radical, tanto en su fisonomía como en su actividad. De esta forma, el antiguo Espacio de Creación Contemporánea cambió de nombre, de logo, fue sometido a unas pequeñas remodelaciones para hacer su patio más amable y comenzó a despuntar en los veranos con su apertura nocturna y una oferta más que digna de visitas guiadas y conciertos. Hasta festivales de relumbrón en la ciudad como Alcances se mudaron a los antiguos Cuarteles de Carlos III (una decisión no exenta de polémica). Eso sí, por arrojar una sombra, la importancia de la colección permanente del Valle de los Caídos de Los Costus (en tiempos, joya de la corona) ha quedado algo relegada y necesita un nuevo recorrido y actividades pedagógicas para recuperar atractivo.

Un concierto en el Castillo de Santa Catalina. Un concierto en el Castillo de Santa Catalina.

Un concierto en el Castillo de Santa Catalina. / Lourdes de Vicente

Más luz, la de La Caleta (al atardecer...) y su vigía eterno, Fernando Quiñones, que poquita a poco encuentra compaña con las actividades abiertas a toda la ciudadanía de la Asociación de Amigos Fernando Quiñones en el Espacio Quiñones. Quizás le falte una programación más continuada, algo más de variedad en sus protagonistas pero, para ser justos, es un proyecto que está arrancando y que necesita rodaje para ser juzgado con equilibrio.

El Baluarte de la Candelaria, esa preciosidad que mira a la iglesia de El Carmen, es, al parecer, otro de los proyectos que despertaron el interés de la concejalía de Cultura pero que, finalmente, quedó a medias. Así, si se llegó a organizar una serie de mesas de participación donde se invitaba a diferentes representantes de colectivos y agentes culturales a hacer propuestas de uso para el emblemático espacio, ninguna de ellas se ha llegado a poner en marcha ya que se decidió que la prioridad era que la fortificación se enfrentara a un proceso de rehabilitación de algunas de sus salas.

Y así ha sido. Está siendo, mejor dicho. Las obras en el Baluarte se acaban de adjudicar con lo que Cádiz se enfrenta al verano 2019 sin uno de sus espacios musicales predilectos. Porque si un uso claro tiene el Baluarte, amén de la celebración de la Feria del Libro, es su vocación de escenario estival tras la llorada desaparición del Teatro Pemán que, por cierto, su recuperación puede estar cercana ya que pende del acuerdo de la cesión de espacios entre UCA y Ayuntamiento, en el que el Consistorio ha salido beneficiado con un millón de euros que, ha prometido, destinará a la rehabilitación del teatro de verano del Parque Genovés.

Sin salirnos de las líneas de ese contrato rubricado entre Universidad y San Juan de Dios, la concejalía de Cultura se libra de una de sus infraestructuras culturales más desaprovechadas, el centro cultural Reina Sofía, antiguo Gobierno Militar. Un matiz, desaprovechada en cuanto a repercusión en la ciudadanía, ya que tanto el legado Vasallo como la colección Arámburu estaban totalmente invisibilizadas en la casa que, sin embargo, sí tenía un vivo funcionamiento interno ya que albergaba las dependencias y oficinas de los técnicos de la Fundación Municipal de Cultura.

Más política sobre papel. La del Museo del Títere. Otra herencia envenenada (desde su apertura nunca ha llegado a superar siquiera las 5.000 al año) que no ha sabido sanear el presente equipo de Gobierno. Así, aunque hace justo un año se intentaron poner en marcha algunos cambios como una nueva ubicación de la puerta de entrada, para hacerla más visible, y la redacción de un nuevo proyecto museístico, que propone un nuevo discurso para las piezas que se exhiben, todavía las intenciones no han dado sus frutos. Eco, mucho eco.

Una vista del Centro de Arte Flamenco de la Merced. Una vista del Centro de Arte Flamenco de la Merced.

Una vista del Centro de Arte Flamenco de la Merced. / Fito Carreto

Depósitos de Tabacalera, con su proyecto inexistente, más eco. Museo municipal de las Cortes, con su musealización del pasado siglo XX y sin una puesta en valor decidida de su exquisita maqueta del siglo XVIII, más eco. La Sala de Exposiciones de El Pópulo, más y más eco... El castillo de San Sebastián... Ni que decir tiene. Eco.

El Museo Litográfico... Aquí hay mucha tela por cortar, o piezas por grabar... Y es que aunque el espacio que ocupan las Bóvedas de San Roque reabrió sus puertas este mismo año tras una interesante rehabilitación del espacio, la reactivación de su contenido brilla por su ausencia, al igual que los más que necesarios trípticos informativos para poder entender todo lo que alberga esta iniciativa.

La Casa Iberoamérica tampoco termina de recuperar el esplendor que vivió en 2012 cuando se apostó por la antigua Cárcel Real como uno de los lugares predilectos para acoger las actividades de la efemérides. Huelga decir que, de vez en cuando, el equipo de González piensa en este espacio como contenedor perfecto de apuestas expositivas tan relevantes como las exposiciones que trae a Cádiz el Museo del Prado (la próxima en el mes de septiembre), sin embargo se ha deshecho de la vocación americana con la que nació este lugar.

Con otro fin claro, hacer de nexo de proyectos artísticos entre Cádiz y el país vecino de Marruecos nació en 2014 la sala de exposiciones del Baluarte de San Roque. ¿Se han cumplido sus objetivos? A ratos... Eso sí, los gestores de la sala parecen sensibles al drama de la inmigración ya que las últimas muestras en el espacio han girado en torno a la tragedia, interminable, en el Estrecho.

Es decir, San Roque continúa con la misma dinámica al igual que lo hacen los teatros de la ciudad: Gran Teatro Falla, con su programación generalista; Sala Central Lechera, con una apuesta por lo rupturista y lo local y el Teatro del Títere, que sí se ha distinguido por una apuesta decidida por la programación infantil. El Centro de Arte Flamenco de la Merced, por su parte, y aunque todavía queda camino por hacer, es el centro que ha dado un paso adelante más claro.

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