El futuro de Cádiz
Un debate sobre Cádiz (3)
El autor analiza cómo debe afrontar la capital gaditana las próximas décadas, y apuesta por un turismo de mayor nivel y por aprovechar las potencialidades de la ciudad en los aspectos históricos, culturales y de patrimonio
Lo que se ha hecho en Cádiz en los últimos 40 años
La necesidad de la peatonalización del casco histórico
Si uno pasea por cualquier ciudad europea verá que su desarrollo urbano y su realidad son más pujantes, ordenadas, limpias que la de Cádiz. Ya no hablo de grandes ciudades, sino las de tipo mediano que se podrían comparar a la nuestra. Nos miramos demasiado el ombligo, quizás porque la gente viaja poco, cuando lo hace va detrás del gachó de la banderita o simplemente no se entera de lo que ve. Ahora que hemos descubierto el turismo la gente no se da cuenta que eso ha pasado en todas partes. Los vuelos de bajo coste han democratizado el transporte de manera que millones de personas van de un lado a otro, lo que ha permitido la explosión de Airbnb y otras formas de alquiler por días, a la par que la expansión de los hoteles. Muchísima gente vive del turismo, en la hostelería y también en muchos otros servicios vinculados al sector. Decenas de miles de camareros en toda la provincia, sin necesidad de que venga mano de obra semiesclava como pretende el presidente de HORECA que mejor haría en preocuparse porque paguen bien a los empleados del sector . La provincia ha pasado de ser industrial a vivir del sector servicios, igual que la ciudad de Cádiz. A pesar de que se establezcan límites a los apartamentos turísticos o a los vuelos de radio medio, es imparable el movimiento de personas. Al medio millón de cruceristas que llegan a la ciudad hay que añadir los que llegan en avión, coche o tren con lo que podríamos alcanzar la cifra de un millón de visitantes al año. De hecho este sector ha permitido la rehabilitación de muchos edificios del Casco Antiguo que la administración había abandonado y sin cuyo concurso estarían hoy en ruinas. También ha supuesto un importante respiro para la factoría de Navantia en Cádiz gracias a la reparación de cruceros. Ahora se trata de pensar hacia dónde va la ciudad para captar un turismo de mayor poder adquisitivo que deje más dinero y, por lo tanto, más empleo y riqueza. No podemos convertirnos en un parque temático pero tampoco expulsar a los vecinos.
Vale, no todo el mundo puede vivir en el centro (“en la calle Real” dice el refrán), hay gente que se irán a vivir a los barrios de las afueras donde el alquiler o el precio de venta sea asequible, incluso a otras poblaciones. La moratoria introducida por el equipo de gobierno de Adelante Cádiz no ha servido para nada, por mucha propaganda que hiciesen en su momento. Hay que pensar en un sector turístico de mayor nivel para lo cual no basta con lo graciosos que somos ni con el rayo verde en La Caleta. Hay que ofrecer al visitante alternativas reales y atractivas que eviten comentarios como la de esa crucerista que dijo que Cádiz se ve en un rato porque no hay nada a destacar. Rutas interesantes, diferentes, ofertas originales, empresarios con imaginación.
También debería nuestra hostelería pensar en el cambio climático y plantear iniciativas que no dejen huella de carbono o que puedan compensarse de alguna forma, a Cádiz vienen muchas personas del centro y el norte de Europa muy concienciadas con el medio ambiente, no podemos plantear un sector zafio y anticuado, sino atento a la sociedad del siglo XXI. En este ámbito la cultura debe ser fundamental. El Bicentenario y el Congreso de la Lengua son ejemplos a seguir para grandes eventos que difundan la imagen de la ciudad. Hemos hecho un museíto del carnaval que no va a interesar nada más que a los propios gaditanos, en lugar de un proyecto ambicioso que sirva tanto para difundir la cultura como para atraer visitantes. La Casa del Carnaval es un museo de la Señorita Pepis, un pequeño mamarracho por mucha propaganda que se le dé. Tantos años esperando para al final hacer algo sin proyección. Nadie visitará Cádiz para ver algo así. El museo del Títere o el Litográfico son también demasiado pequeños, el de Las Cortes es demasiado antiguo. Solo el de Bellas Artes es un museo de fuste por los restos fenicios y romanos así como por la pintura que conserva. Una idea tonta: un Museo de la Libertad, hecho a lo grande, con perspectiva, que recoja la lucha de género humano por conseguir la libertad, con el jalón fundamental que fueron las Cortes y la Constitución del 12, completado con rutas por todo el centro. En época de Teófila se pensó incluso un museo de la prensa que no tiene España. La idea que puso sobre la mesa Rafael Román de la Ciudad de la Música debería ser tenida en cuenta a pesar del declive del Festival de Música Española. De la misma forma hay que buscar solución para Alcances y el FIT , en cambio hay que saludar al festival de series porque puede ser importante de cara al futuro.
Lo mismo podríamos decir del patrimonio, una asignatura olvidada. Las murallas y baluartes de Cádiz hacen del Casco un recinto único en el mundo. El deterioro y el abandono del Gobierno de España y del Ayuntamiento, cada uno en su ámbito de responsabilidad, impiden que se pueda admirar en su grandeza. Ahí tiene especial importancia buscar una solución para el castillo de San Sebastián, hoy olvidado con una parte casi en ruinas. Las ideas que se pusieron encima de la mesa para el Bicentenario se han olvidado según parece. El proyecto que hizo Alberto Campo para el referido castillo debe estar enterrado en algún cajón municipal. Ahora el principal foco de atracción en patrimonio es la Catedral, gracias a la cantidad de visitantes se restaura poco a poco. Joyas como la capilla del Obispado con el Greco, la Santa Cueva con los frescos de Goya, el Oratorio con su Murillo, no parece que tengan el realce que merecen. La cultura y el patrimonio deben ser la base para el futuro de Cádiz, donde la mayoría de las ciudades no puede competir con nosotros en muchos aspectos, de manera especial el vínculo de Cádiz con América que nos convierte en el lugar más americano de toda Europa. El sol y la playa no necesitan promoción, la cultura necesita ideas e inversión. Málaga se dio cuenta hace tiempo que no podía vivir solo de las playas e inició una transformación exitosa en este ámbito.
Un sector que ha recobrado impulso es el portuario. A mí me pareció un disparate la nueva terminal por lo que supone para el medio ambiente de la Bahía, pero a lo hecho, pecho. Parece que se va a convertir en el puerto exterior que han desarrollado otras ciudades. Si se resuelve por fin Las Aletas-Lógica y los terrenos de la antigua Delphi, el futuro de la actividad portuaria estaría consolidado. Faltaría, quizás, una línea férrea entre Cádiz y Algeciras que una los dos puertos y permita desarrollos complementarios. Cuando esté la nueva terminal a pleno rendimiento hay que tomar decisiones sobre los suelos portuarios vacantes. Ahí debería ser tenida en cuenta la idea de Rafael Román desarrollada por Fustegueras de la Gran Plaza del Mar de manera que desde el centro se pueda llegar paseando hasta la lámina de agua, como ocurre en tantas ciudades. En la Punta de San Felipe hay que planear actuaciones viables que no consistan en un gran aparcamiento. Para el desarrollo de Cádiz hay que promover el transporte público, tranvías, trenes, catamaranes, autobuses, de manera que la gente disfrute del centro sin coches. A ver si algún día se pone en marcha el Mercado Gastronómico, que lleva ya 20 años de retraso.
La llamada economía azul, donde la Zona Franca se ha convertido en motor y líder, puede ser una actividad para el futuro, de manera que el Polígono Exterior se transforme con industrias limpias con futuro. Ahí la UCA con el CEIMAR deben jugar un papel fundamental.
Tenemos que conseguir que nuestros jóvenes no se resignen a irse de Cádiz porque aquí no hay futuro, que en el sector servicios se pague bien con buenas condiciones ajenas a la semiesclavitud . Una ciudad próspera, culta, cosmopolita que mire al futuro sin miedo.
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