SE da la sorprendente circunstancia de que los cuatro alcaldes democráticos de Cádiz reúnen dos similitudes: ninguno soñó jamás con ser alcalde y ninguno ha nacido en la ciudad. No creo que algo así ocurra en ningún otro sitio, lo normal es que hayan llegado a ocupar la alcaldía vecinos que desde pequeños soñaron con mejorar la vida de sus vecinos. Incluso hay otra similitud: tanto Teófila Martínez como Bruno García no eran vecinos de Cádiz cuando les propusieron optar al cargo. En el momento en el que se hicieron las candidaturas socialistas para las elecciones de abril de 1979 había dos militantes nacidos en Cádiz que desde pequeños habían soñado con ocupar el puesto: Fernando Suárez y Jaime Pérez Llorca.

Las peleas internas en el PSOE terminaron con un joven abogado de las mutualidades laborales que había colaborado con UGT, nacido en Sevilla, hijo de un militar, Carlos Díaz, que ocupó el cargo 16 años. Teófila Martínez era una conocida diputada del PP en el Congreso, cuando le ofrecieron el puesto en diciembre de 1994 dijo en este periódico que ella declinaba la oferta porque había militantes de su partido en Cádiz con más trayectoria que ella, al final estuvo 20 años. En el camino se quedaron Gutiérrez Trueba y José Blas Fernández. A final de 2014 se juntaron en el salón de actos de los sindicatos el grupo de gente que se habían apuntado a un emergente partido, Podemos. La persona más conocida del grupo era la eurodiputada Teresa Rodríguez, que había ido de número dos en las elecciones europeas de mayo de ese año. Al final optaron por la pareja de Teresa, un desconocido comparsista cuyo interés se había centrado en el mundo del sindicalismo de la enseñanza, José María González “Kichi”.

Alcaldes que no quieren serlo 

Hasta marzo del presente año el presidente provincial del PP, Bruno García, se resistió a ser el candidato, hasta que la dirección regional del partido le insistiría lo suficiente, a pesar de haber nacido y ser vecino de Jerez (asunto que, por cierto, ya ha resuelto). No sé si el hecho de que los cuatro jamás pensaron en ser alcaldes de Cádiz pero al final no veo que haya un modelo claro sobre el futuro de la ciudad, aparte del éxito que tuvo Teófila a la hora de ejecutar los grandes proyectos y Carlos Díaz en la modernización . Alfonso Carlos García González Betes convocó a la sociedad a un debate para ver cuál podía ser el proyecto de ciudad, de donde salió el engendro “Cádiz ciudad industrial, turística, comercial, universitaria y de servicios”.

Es decir, se hizo por abundamiento, sin una idea clara.

En estos 44 años Cádiz se ha envejecido de manera notable y ha perdido población poco a poco, barriadas enteras de Puerto Real, San Fernando , Chiclana y El Puerto se han llenado de familias que buscaban más espacio o viviendas más asequibles.

En 1979 teníamos la factoría de astilleros con cerca de tres mil empleados entre fijos y de las contratas, CASA , Tabacalera y la industria auxiliar en la Zona Franca. De todo nada más que queda Navantia, que ha rejuvenecido gracias a la reparación de cruceros. El puerto de Algeciras atrajo muchos tráficos del de Cádiz, aunque ahora parece que ha recibido un nuevo impulso. CASA se fue a Puerto Real y de ahí a El Puerto, ya como Airbus. Llegó y se fue General Motor-Delphi. Entró en declive Matagorda y se mantiene la antigua Bazán.

La mancomunidad y el nuevo cementerio

La coordinación comarcal que comenzó con la creación de la Mancomunidad en 1990 por la necesidad que tenía Cádiz de un nuevo cementerio, ha quedado en nada, a pesar de que desde entonces hay tranvía, catamarán y un nuevo puente. El hecho de que para los vecinos la Bahía sea una ciudad polinuclear no ha supuesto el desarrollo de un área metropolitana con competencias en materia de medio ambiente, transporte, vivienda y equipamientos comarcales. La Mancomunidad se arrastra sin ilusión ni interés porque la bandera de lo local vende mucho en las elecciones.

La universidad, creada casi a la par de la llegada de los nuevos ayuntamientos, es un ejemplo de la falta de criterio. Al impulso de alcaldes con fuerte personalidad se instalaron facultades en Puerto Real, Jerez, Algeciras y Cádiz, con un gasto extraordinario y una falta de eficacia por la dispersión de los departamentos. La rivalidad entre las poblaciones no impidió tener un cementerio mancomunado en Chiclana y una depuradora común para Cádiz y San Fernando, pero se fracasó en la gestión de la recogida de perros o basuras incluso del mantenimiento de Los Toruños. La Bahía existe a pesar de los políticos, podríamos resumir.

Los problemas del comercio

El comercio, que fue la principal fuente de empleo de la ciudad durante siglos, ha caído en barrena. Cerró Híper Cádiz, se descartó Alcampo en los terrenos de la antigua Cervecera, llegó El Corte Inglés sobre el que hay constantes rumores de su marcha. El comercio del centro sufrió un duro golpe con la retirada de Inditex y el cierre de otros muchos establecimientos por el encarecimiento de los alquileres.

La Junta de Obras del Puerto de Cádiz se transformó en la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz con competencias desde El Puerto a Puerto Real, San Fernando y las dársenas de la ciudad. Costó la misma vida el desarrollo del muelle de La Cabezuela, en medio de debates sin cuento y polémicas de todo tipo. Algo parecido podríamos decir de Las Aletas, que iba a ser el gran parque tecnológico de la provincia y languidece con cambios de tamaño y de proyecto. Las fuentes de riqueza de Cádiz son los pensionistas y los empleados públicos, ambos no paran de crecer.

Lo que queremos para Cádiz

Nos encontramos, pues, sin un proyecto claro de qué se quiere hacer con Cádiz. Gente que en su día aportaron sugerentes ideas, como Jiménez Mata, Juan Acuña, Pepe Ruiz Navarro, Paco Blanco, Chiqui Jiménez Barrios, Pepe Barroso, están de retirada. Quizás ahora mismo no hay liderazgos fuertes ni proyectos claros, una especie de situacionismo, a salir del paso como se puede ,más pensando en las próximas elecciones que en las próximas generaciones.

Tengo la sensación de que ni el Kichi ni Bruno tienen un modelo de ciudad. Bruno insiste, y hace bien, que son importantes los pequeños asuntos, resolver pequeñas cosas. Yo creo que eso es responsabilidad de los concejales, que al fin y al cabo están liberados .

Un alcalde de Cádiz tiene que pensar en grande y hacerlo pensando en el futuro. Bien es verdad que Kichi ni pensaba en el futuro ni resolvía los pequeños problemas del presente, pero esa es otra historia.a.