EL PASEANTE

Sorpresa en Cádiz: hay un ministro de Cultura

El ministro Urtasun, de anfitrión en la cena previa a la entrega de las Medallas a las Bellas Artes.

El ministro Urtasun, de anfitrión en la cena previa a la entrega de las Medallas a las Bellas Artes. / Jesús Marín

POR si no se sabía, en España tenemos ministro de Cultura. Lo digo porque es una figura política que, por lo que respecta a Cádiz, lleva desaparecido desde hace años. Pasó con Miquel Iceta y pasa con Ernest Urtasun. Será por lo más de mil kilómetros que hay que recorrer desde la Cataluña natal de ambos al sur del sur.

A Urtasun sí le dio por aparecer por Cádiz esta semana. Hubiera quedado fea su ausencia ya que su ministerio entregaba las Medallas a las Bellas Artes... de 2022. Y el acto, además, estaba presidido por los Reyes. Claro que Iceta no se dignó a venir al Congreso de la Lengua, también con la presencia Real, ni después a la entrega de los Premios Max. Sin duda, Cádiz le caía muy lejos.

Urtasun no apuró el viaje a nuestra ciudad porque la noche anterior a la entrega de las medallas en el Palacio de Congresos, estaba de cena en Cádiz. Ofreció una de carácter oficial a los premiados, y autoridades varias, ni más ni menos que en el Salón Regio de la Diputación Oficial, como en los viejos tiempos.

La pregunta es si el ministro Urtasun aprovechó estas horas de estancia en la ciudad para darse una vuelta por los espacios culturales de Cádiz y, sobre todo, para revisar el que es de su propiedad: el Museo de Cádiz de la plaza de Mina.

O en su defecto: ¿se preocupó el ministro por prepararse su visita a Cádiz, enterarse de cómo su Ministerio lleva pasando años y años de la misma?

Si Urtasun le dio por entrar en el Museo de la Plaza de Mina se topó con el cartel de “futuro acceso” a la zona de ampliación del mismo. Tal vez, ingenuo, preguntó para cuándo esta obra: “Ni se sabe, ni se espera. Llevamos así cerca de tres décadas”. Se le respondió en esta visita imaginaria. Y todo por culpa de un Ministerio de Cultura que no gasta un euro en este equipamiento de su propiedad desde hace años y años. Tal vez por su ubicación en el sur del sur.

O a lo mejor se fue por el Campo del Sur. Entonces vería las obras en las murallas costeras. En este caso podría preguntar por qué estos trabajos no lo hacían ellos y sí Costas. “Porque el Ministerio de Cultura siempre se ha negado a invertir en las murallas de Cádiz, a pesar de ser un Bien de Interés Cultural”. Se le respondería, mientras se miraba de reojo al Castillo de San Sebastián, también ignorado por este departamento.

Y el ministro se iría ya relajado a cenar en la Diputación, con el objetivo de no pisar nunca más esta ciudad tan extraña para su ministerio.

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