Nos vamos al carajo, pero no lo digas". Esa es una frase común entre los científicos al hablar de cambio climático: tipos que se dedican a hacer cosas aburridas y metódicas, interminables tablas de datos. Las cosas van a cambiar, la cuestión -subrayan- es cómo vamos a actuar, cómo mitigar, no quedarnos tiesos como un tejón ante los focos. La cronología de, digamos, los días antes del Fin del Mundo tal y como lo conocemos (el punk siempre tuvo razón) avanza rápido. La propia ONU advierte de que los cálculos del Acuerdo de París ya se quedan cortos, y vamos hacia un aumento de más de tres grados (dos grados suponen una sentencia de muerte para los arrecifes de coral, y que el casco de hielo ártico sea un Guadiana). Nuestra única esperanza reside, precisamente, en nuestra condición de Odiseo: ese pobre diablo que desafiaba a los dioses. Actuar, ingeniárselas, aun con los hados en contra. Nunca la ciencia fue más épica.