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  • Mal pagados, con poco reconocimiento y alto desgaste físico: las mujeres copan en un 90% sectores como la limpieza en particulares, centros y hoteles o la ayuda a domilicio

Las galeras del trabajo feminizado

Una limpiadora prepara una clase en un colegio de Chiclana. Una limpiadora prepara una clase en un colegio de Chiclana.

Una limpiadora prepara una clase en un colegio de Chiclana. / Sonia Ramos

El superpoder de la invisibilidad. Esa cualidad ultraterrena y propia del sexo femenino y el trabajo, en general; y del sexo femenino y algunos trabajos, de forma muy particular. La habitación del hotel la limpian manos invisibles. En la nevera hay táperes para el abuelo (magia). Duendecillos hacendosos limpian las clases de madrugada. Camarera de piso, asistencia a domicilio, limpieza: todas ellas tienen en común que el 90% del desempeño está realizado por mujeres. “Si a eso le añades oficina, prácticamente estamos hablando de la totalidad de este mercado laboral”, añade Silvia Gómez, responsable de Condiciones de Trabajo, Igualdad y Política Sectorial en CCOO. Trabajos altamente feminizados, con escaso reconocimiento social, y con tareas que “no tienen pluses ni complementos. Está esa acepción de que son cosas que las hace ‘cualquiera’ –continúa Gómez–. En la mayor parte de las ocasiones, además, son trabajos que se han concebido como un extra a la economía familiar cuando, en muchos casos, lo que encontramos es que son el único soporte, o familias monoparentales que lo tienen realmente difícil para asumir horarios y gastos”.

“Los tres sectores –prosigue la responsable– tienen muchas situaciones de carga y desgaste que no se reconocen, con un catalogo de accidentes y enfermedades profesionales que se elaboró en los años setenta. Cuando una auxiliar o una camarera de piso llegan a la mutua con síntomas de túnel carpiano o de toxicidad, pueden decirles que se lo han hecho limpiando en su casa. En un hombre, ni se plantea”.

La unión sindical también es difícil: “Hablamos de plantillas muy extensas, que no se ven nunca, con diferentes horarios, circunstancias y necesidad. El empresariado lo sabe y juega con ello. Y son sectores en los que, en la mayoría de los casos, los servicios mínimos te impiden ejercer tu derecho a huelga”, añade.

Como peculiaridad, la tasa de población inmigrante trabajando en estos sectores es casi testimonial en la provincia, afirman desde CCOO, “digamos que nosotros mismos absorbemos nuestra precariedad: no tenemos industria o sector servicios muy especializado. En el caso de las empleadas de hogar –puntualiza Silvia Gómez–, probablemente el porcentaje de población extranjera sea más alto, en figuras como las internas, donde podemos ver casos trabajando en condiciones aún más ínfimas”.

LIMPIEZA

Desde el sindicato cuentan un caso que sirve para ilustrar la discriminación por género que se da, precisamente, en el sector de la limpieza: una empresa pública con una plantilla de unos 100 trabajadores. Siguiendo ortodoxamente el porcentaje de feminización del sector, de este centenar de trabajadores, diez son hombres. Los diez ganan un tercio más que sus compañeras. Las mujeres cotizan diez meses al año;los hombres, el año entero. Los hombres suelen tener algún cargo de responsabilidad y supervisión. Las mujeres trabajan seis horas; los diez hombres tienen contratos por jornadas de ocho horas.

Los pluses de peligrosidad, toxicidad, manejo de máquinas, etc. suelen llevárselos los hombres –explica Silvia Gómez–. En muchos casos, cuestiones como el pulimentado, la limpieza de cristales, etc., corre de su cuenta”.

El convenio provincial de la limpieza afecta a casi 6.000 trabajadoras distribuidas por grandes superficies, ambulatorios, colegios, universidades, etc. La mayoría, en jornadas parciales, trabajando para dos o tres empresas, y “todo el día con autobuses para arriba y para abajo”, comenta Encarnación, representante sindical del gremio.

Para ella, política y patronal funcionan con un chip de hace cuarenta años, “no pelean por la igualdad y por aquello de compartir las responsabilidades, no les interesa”.

Silvia Gómez, CCOO: "Se considera un aporte a la economía familiar, pero suele ser el único ingreso"

El convenio de mínimos del sector lleva años de pelea. Unos mínimos que pasarían por la jornada completa, “para asumir una vida con más calidad”. Tanto en limpieza como en los trabajos relacionados con la ley de dependencia, las jornadas suelen ser parciales: “Tienes cuatro o cinco horas –dice Remedios–, pero te las parten, dos por la mañana, tres por la tarde, y lo mismo cada encargo en una punta de la ciudad, ya sea con empresas distintas o con la misma. El medio de locomoción lo pones tú, o dependes de transporte público, con lo que realmente empiezas y terminas más tarde. Y todo esto –insiste– se da en sectores feminizados, en los masculinizados no se suele dar tanto”.

Dentro del servicio de limpieza, hay dos tipos de empresas: las más grandes recogen los trabajos relacionados con las administraciones públicas a través de subastas y demás. Pero grandes y pequeñas compañías, asegura, tienen “la misma mentalidad: ganar lo máximo posible con el menor esfuerzo empresarial. El concurso más bajo sale de nuestros riñones, y las administraciones no puntúan la calidad del trabajo, sino la rebaja que se puede hacer. Las firmas grandes, para colmo, vienen de todas las promotoras que son las que mas dinero han ganado, porque el sector de servicios permite hacer mucho dinero. Y si la administración no paga a la empresa, las trabajadoras son las primeras que dejan de percibir. Para quejarte, eso sí, te invitan a que vayas a la administración”.

Respecto a las pequeñas contratas, “escogen comunidades de vecinos, limpieza de oficinas y empresas, bancos... y la mayoría está a jornadas parciales, horas extras en negro... Es muy raro el despido porque no suelen tener protección y aguantan mucho”.

Para Remedios, la poca conciencia de orgullo laboral y de unión entre el sector va también con lo feminizado del trabajo. Cuestión de espacio y de dominio: “Las mujeres suelen asumir que bastante tienen repartiéndose entre el trabajo y la casa”.

CAMARERAS DE PISO

Insisten en que no son kellys, que no las llamemos kellys, que les ha costado mucho especificar su condición. “Y tampoco voy a vender mal a los clientes, aunque haya podido ver de todo, pero ese morbo no lo voy a sacar”, advierte Pepi, también representante de las trabajadoras. Tras años de lucha, las camareras de piso en la provincia han conseguido terminar, a conocimiento del sindicato, con la bestia negra de la externalización precaria. 

“¿Quién termina pagando las noches de hotel a veinte euros? Las espaldas de las camareras”, indica Silvia Gómez. La reforma laboral de 2012 sometía el convenio sectorial al de empresa, lo que daba lugar a situaciones de abuso a través de terceras compañías. O ni siquiera: la firma hotelera podía crear una empresa subsidiaria dedicada a servicios de mantenimiento.

Se pagaban cuatro euros por habitación en condiciones infrahumanas, un 40% menos de lo que se tenía que cobrar, y al final los centros no sólo aceptaron convenios de hostelería, sino que incluso se quedaron con el personal de las empresas externalizadas –desarrolla Maite, también desde CCOO–. El tema de los hoteles está muy controlado y, si tenemos conocimiento de algún caso, enseguida actuamos”.

Encarnación, limpieza: "El concurso más bajo sale de nuestros riñones"

“En la provincia, el convenio ha ido siempre a buscar nuestra profesionalidad”, añade Pepi, subrayando que no sólo se consiguió revertir el peso de lo sectorial, sino aumentar en un grado la categoría profesional de las trabajadoras.

Para ella, la reforma laboral ayudará a la hora de fijar contratos pero ahora, lo que se está viendo, es que están aumentando los contratos a tiempo parcial: “Lo que quieren ahora las empresas es un volumen grande de trabajadores que les saquen mucha cantidad de trabajo en poco tiempo”, explica. Esa cantidad de trabajo se traduce en dolencias como túnel carpiano o problemas recurrentes de espalda y cadera:“Si vas a una mutua, y eres mujer y tienes unos años, te van a decir perfectamente que es por la menopausia, aunque es cierto que este sesgo está mejorando con el paso de los años”, indica Pepi, que también ve una tendencia positiva en el tema de la representación laboral. “Antes, la representación de los trabajadores era mínima –compara– pero ha llegado un momento en el que las mujeres han ido entrando en los comités de empresa. Como mujeres, hemos ido entendiendo las cosas, porque sólo el que sufre algo sabe cómo es realmente”. La propia Pepi lleva de camarera desde el 94 y entró en el comité de empresa en 2006.

“En hostelería no se trabaja a destajo ni por cuenta: se trabaja por jornada –insiste–. Donde hay representación tenemos que educar a la dirección de la empresa y a los compañeros en esto. Cambian mucho las condiciones cuando hay organización y cuando no”.

Para Maite, en la actualidad, el principal problema del sector en hostelería reside en que más del 80% de los hoteles de la provincia son de temporada, “con excepciones como hoteles de interior o algunos hoteles en el Novo. Así que, como no se caudalice bien la reforma, vamos a seguir teniendo contratos en precario –advierte–. El fijo discontinuo puede tener al trabajador como si lo manejaras con un mando a distancia, así que estaremos muy pendientes del acuerdo marco estatal y espero que salga bien, porque si no, es una papeleta”.

“El fijo discontinuo en hoteles puede darse si se mantiene la actividad para la que el trabajador ha sido llamado –desarrolla–. Nosotros queremos garantizar un mínimo de seis meses, que debería haber sido el mínimo de carácter general impuesto por el gobierno, independientemente de la actividad en otros periodos”.

AYUDA A DOMICILIO

“La asistencia a domicilio tiene problemas con el tema de las subcontratas desde las administraciones locales –comenta Silvia Gómez–. Además de la asignación de tareas que no son las estipuladas. Muchas veces, lo que se pretende es tener una mujer de la limpieza bajo cuerda. El tema hunde sus raíces en la falta de reconocimiento de un trabajo esencial y muy mal pagado: Total, para limpiar culos, no hace falta nada, se piensa”.

“La Ley 39/2006 dice taxativamente que los cuidados deben enfocarse en dos líneas: atención personal (aseo, comida, alimentación y vigilancia en cuestiones como integración y hábitos saludables y mantener a esa persona activa) y cubrir las necesidades básicas de esa persona en casa. De esa persona –subraya Rocío, auxiliar de Enfermería y trabajadora del sector–. Esto último se está viciando y degenerando de forma increíble, dando lugar a una especie de servicio de limpieza a domicilio a unos niveles que no te puedes imaginar, como descolgar ventanas o limpiar con lejía las paredes. Muchas veces, en los cuadrantes te pone ‘aseo’ y cuando llegas te dicen, ‘yo la lavo y tú te encargas de la casa’ .Y es la propia administración, además, la que está dando la espalda a la profesionalidad de los trabajadores”.

“Cuando se comenzó con la Ley de Dependencia –recuerda–, sí existía un curso específico de Asistencia a Domicilio que duraba unas 800 horas, con módulos de enfermería, geriatría, etc. Ahora, está entrando gente con cursos de 40 horas. Pero es un personal que tiene que tener un mínimo de conocimientos sociosanitarios para que detecte si algo no está funcionando”.

Rocío, asistencia: "No somos más que cajas registradoras con patas corriendo de un lado a otro"

Luego está la precariedad del sector. En Sanlúcar, que es desde donde habla Rocío, “menos del dos por ciento de la plantilla tiene jornada completa. A muchas les cuesta el dinero salir a trabajar todos los días: no se paga la gasolina, si tienes que usar el vehículo, te lo tienes que pagar tú. Estipulan que ha de ser una distancia de tres kilómetros, cuando no está escrito en ninguna parte, y ponen tramos de 2.9 km. No se tienen en cuenta los tiempos del desplazamiento, con lo que se quita tiempo al trabajador y al paciente”.

“A veces –añade–, actuamos como si fuéramos el 061 pero sin paga por disponibilidad”.

El de la ayuda a domicilio conlleva, además, un desempeño físico muy duro, levantando pesos muertos en camas y domicilios que no están preparados para ello, que no cuentan, en la mayor parte de los casos, con medios adaptados ni mecánicos. Las dolencias más comunes son las músculo-esquelésticas: articulaciones, lumbares, cervicales... “Independientemente de la ansiedad tremenda provocada por la gestión del servicio. Si fuese medianamente correcta, no tendríamos que sufrirla”, indica. Rocío se pregunta si importa realmente el servicio o “no somos más que cajas registradoras con patas corriendo de un lado a otro, porque esa es la sensación que tenemos”.

La asistencia a domicilio cuenta –al igual que la limpieza en hogares– con una complicación añadida:el paisaje de interior. “Entras en una casa, entras en otra realidad y, a veces, ves situaciones un poco escabrosas y complicadas”, explica Rocío. Que cierren con llave, que te amenacen, que te vigilen tras la puerta. “Y, si denuncias, denuncias tú”, aclara. Y la intimidad de una casa no computa la presencia de un inspector de trabajo, por ejemplo. “Tiene que haber una buena legislación que se adapte a este tipo de trabajo, una serie de normativas que sean exclusivas para esto porque, además, va en doble sentido. ¿qué ocurre si un paciente sufre maltrato? Una solución podría ser que esa casa se considerara zona de trabajo mientras el trabajador está allí”, sugiere Rocío.

La Reforma Laboral viene a impedir los contratos por obras y servicios, pero “continuamos con los eventuales”, se queja Rocío, que añade que los contratos indefinidos en su ramo están seguro por debajo de lo exigible, el 80% aunque, en su caso, “la empresa no facilita la información, y vemos que las dotaciones no se corresponden con la realidad: a nosotras nos sale la hora pagada a 6.8 euros y se reciben 14.7, cuando la empresa tendría que tener un cuatro por ciento de beneficio industrial. Luego, está el tema de la antigüedad. A muchas trabajadoras no se les respetó la antigüedad que tenían cuando hubo cambio de empresa y, aunque se ha solicitado devolución, sólo se puede recuperar el último año”.

Una forma de solventar este tipo de irregularidades está siendo la remunicipalización, algo que ha sucedido en algunas localidades de la provincia, como Jerez, Chiclana, Conil o Trebujena, “y les va bastante bien– afirma Rocío–, con mejores condiciones y salarios y más derechos”.

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