Cádiz CF

El instinto de supervivencia del Cádiz CF

  • El equipo se las apaña para agarrarse a los partidos y sacar la cabeza cuando parece perdido

Fali tapona a Edgar Méndez en la pugna por el balón.

Fali tapona a Edgar Méndez en la pugna por el balón. / Efe

El partido entre el Deportivo Alavés y el Cádiz CF disputado el sábado 13 de marzo (correspondiente a la 27ª jornada del campeonato de Liga) se convirtió en la enésima demostración de la delgada línea que separa la alegría de la tristeza.

El conjunto amarillo estuvo a un pequeño paso de perder, en ningún momento dio la sensación de poder hacer daño a su rival pero al final, en un pestañeo, cuando más difícil lo tenía, una acción a balón parado sin aparente peligro derivó en el penalti sobre Juan Cala transformado por Álex Fernández que propició el empate. Hasta pudo ganar en los últimos instantes con una clara ocasión que no aprovechó Filip Malbasic.

La derrota se transformó en una dulce equis que alimenta la esperanza en la consecución del objetivo. Un pasito más pese a que no fue el mejor día del Cádiz CF, al que le bastó un único tiro dirigido a puerta (precisamente el lanzamiento desde el punto fatídico) para salir de Vitoria con una sonrisa. Sólo un remate entre los tres palos, pero a la postre suficiente.

El efecto pasó de negativo a positivo en cuestión de segundos: de tener a un rival directo a sólo tres puntos a continuar con los seis de diferencia, además de conservar la media docena sobre la zona de descenso.

Lo que cambia la vida de una derrota a un empate. Lo demás pasa a un segundo plano, incluso las evidentes limitaciones de un equipo diseñado para destruir que lo pasa mal cuando está obligado a construir.

El Cádiz CF presenta dos caras reconocibles. Se siente cómodo mientras no va por debajo en el marcador con su férreo sistema basado en la neutralización del oponente. No tiene reparos en entregar el esférico al contrario, cerra espacios y procurar que nada suceda en torno a su portería.

Tras sufrir una hemorragia de goles en un pésimo arranque de la segunda vuelta, en los últimos compromisos ha conseguido rehabilitar su muralla defensiva y con ello poder optar a los puntos.

Pese a la vuelta de tuerca en su modelo, en Primera es harto complicado no recibir gol. Y es ese momento, con la portería perforada, cuando sale a relucir la otra cara, la de un equipo que padece en ataque tanto como hace hace sufrir a sus adversarios cuando se encierra en torno a su área.

El conjunto de Álvaro Cervera se recicla y encuentra una alternativa a su habitual modus operandi. Dejar la portería a cero es una misión casi imposible y como en los últimos tiempos no lo consigue (el duelo ante el Eibar es la excepción en la segunda vuelta), se aferra a la idea de mantenerse con vida en cada partido para llegar a los últimos minutos opciones de puntuar.

El plan que le salió redondo en el Camp Nou lo repitió poco después en Mendizorroza cuando todo parecía perdido. El Cádiz CF camina como un funambulista. Asume el riesgo que eso conlleva. Corre peligro de caer pero se las arregla para llegar con vida al otro lado del fino alambre. Y así, punto a punto en dirección hacia la permanencia.

La capacidad de los amarillos de agarrarse a los partidos le otorga posibilidades de seguir sumando. La moneda puede salir cara o cruz (como frente al Real Betis) pero su instinto de supervivencia le lleva a no despegarse de sus opciones aunque ni llegue a puerta.

Nunca se rinde el Cádiz CF por muy mal que lo esté haciendo. Todo puede cambiar en una milésima segundo, en un simple salto, como sucedió el sábado. Lo que cuenta son los puntos, no la belleza del juego. Si hay un equipo práctico ese es el amarillo, aliado con la fortuna que sabe buscar mejor que nadie.

Álvaro Cervera y sus jugadores lo tienen claro: se trata de estar metido en el partido hasta el final y apurar las opciones. Se puede puntuar o no, pero con un marcador apretado las posibilidades están abiertas.

La gran virtud de este equipo es que explota al máximo sus cualidades, asume sus debilidades y las capea como buenamente puede. Y de momento vaya si puede. Un equipo que nunca se da por vencido aunque a veces parezca que no puede llegar a más. Pero siempre, o casi, encuentra un asidero en el que apoyarse para evitar la caída. En lo bueno y en lo malo, el Cádiz CF invita a pensar en la salvación aunque la dificultad aumenta de grado cada fin de semana.

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