Fue un partido feo entre dos equipos con cierto miedo. Demasiado respeto y muy rácano el Cádiz CF, sin llegadas en ataque, bloquedado, y con la habitual concesión atrás que a punto estuvo arruinarlo todo.

Cinco minutos duró la apuesta de Álvaro Cervera por Fali en el lateral derecho. La temprana marcha por lesión de Marcos Mauro obligó al valenciano a reubicarse en el centro de la defensa y a Salvi, que había empezado suplente, a ocupar ese costado antes de lo previsto. Quizás la idea inicial era que el sanluqueño entrase en la segunda parte.

El madrugador movimiento no alteró el dibujo que había pensado el técnico ni el plan de juego. Salieron los visitantes con un 4-5-1, Negredo en modo isla arriba y Álex Fernández entre la media y tres cuartos, con Sobrino y Alberto Perea en las bandas abonados al trabajo defensivo.

Y es que el Cádiz CF no engaña a nadie. Juega a destruir y a ello se puso un día más,pertrechado en su parcela como un bloque de cemento armado, sin conceder espacios a la espera de su momento. Un partido para cocinar a fuego lento.

El balón fue para los locales. Nadie se sorprendió por ello. Los gaditanos se dedicaron a lo suyo porque el punto de partida era dejar la portería a cero.

Las ocasiones brillaron por su ausencia en los compases iniciales. Sólo un susto en el minuto 10 cuando un despeje defectuoso de José Mari llevó el esférico al poste aunque Conan Ledesma había tapado la esquina de su arco.

El partido no daba para demasiadas alegrías. Los amarillos no hacían otra cosa que defender, con una casi nula presencia en ataque. Dos remates desviados (Negredo en el 24 y José Mari en el 27) fueron apariciones testimoniales.

Todo quedaba a expensas de la eficacia atrás y pasada la media hora empezaron a llegar los problemas.

En el 33, una cantada de Ledesma al no atrapar el balón en una acción sencilla no acabó en gol de milagro porque Cala incomodó el remate de Joselu a puerta vacía que se escapó alto.

Y en el 35 llegó una de esas jugadas consideradas claves. Balón en profundidad a Rioja, que hizo un recorte ya dentro del área y Salvi tocó en el brazo izquierdo de Salvi. Penalti sin discusión que Joselu transformó con seguridad. Lanzó a un lado y Ledesma se fue al otro. 1-0.

El control sin posesión que había ejercido el Cádiz CF se fue al garete en una acción puntual, como suele suceder. Todo el trabajo desplegado en 35 minutos valió de poco. El decorado cambió por completo y tras verse por debajo en el marcador, los amarillos sí que que miraron el área contraria, aunque se marcharon al descanso sin poner el balón entre los palos. Una volea de Negredo (en el 42) se fue muy lejos.

Ni un disparo a puerta de los visitantes en una primera parte gris. Mucho tenía que cambiar el Cádiz CF en la reanudación. El arranque fue una declaración de intenciones, con querencia por el balón obligado por las circunstancias, con Alberto Perea como interior y Álex Fernández en la izquierda.

Se fueron al ataque los amarillos con más corazón que cabeza, sin conseguir generar ocasiones ante un Alavés bien ordenado y valiente en la presión, sin sufrir atrás.

El panorama era sombrío para los gaditanos, incapaces de poner a prueba a Pacheco mientras el tiempo corría a favor de los de casa.

Y es que el Alavés hizo que lo suele hacer el Cádiz CF cuando va con el marcador a favor. Espesó el partido, impidió que hubiese ritmo de juego y dejó poco margen a un equipo amarillo atascado, con muchas dificultades dar más de dos pases seguidos.

Hasta mediada la segunda mitad no entró el balón con peligro en el área local aunque ni siquiera hubo remate. Fue un centro de Salvi que Negredo, solo pero de espalda a la portería, no llegó a conectar.

La recta final fue un quiero y no puedo por parte del perdedor, sin llegar a dar la sensación de poder marcar un gol. Hasta que el partido dio un giro radical en el minuto 81 en una acción aislada. Balón colgado al área local, codazo de Manu García a Cala y penalti señalado por el árbitro, que además expulsó al capital del cuadro vitoriano.

Álex Fernández, dos minutos después, ejecutó a la perfección la pena máxima con un lanzamiento junto a un poste que hizo inútil la estirada de Pacheco. 1-1.

Los amarillos, crecidos y con un jugador más, pasaron de tener el partido perdido a casi ganarlo. Tuvo el segundo Malbasic, que perdonó solo delante de Pacheco.