Cádiz CF

El control desactivado

  • Más que preocupar la intrascendente eliminación en la Copa del Rey, inquieta lo poco que le hace falta al rival para desbaratar en una sola acción el entramado del Cádiz

Jugadores del Logroñés celebran la clasificación ante la desolación de los amarillos.

Jugadores del Logroñés celebran la clasificación ante la desolación de los amarillos.

Preocupación mínima por la eliminación del Cádiz CF en la Copa del Rey. Siempre apetece tomar un caramelo, pero sino es posible tampoco hay que rasgarse las vestiduras. No es recomendable tanto azúcar. Esta temporada, más que nunca, no hay otro objetivo que no sea el ascenso a Primera División y esa misión opaca cualquier otra aventura que en realidad no conduce a ninguna parte.

Nadie en su sano juicio debe ver fantasmas donde no los hay. La verdadera exigencia va aparejada al día a día del torneo de la regularidad. Ahí están van dirigidos los cinco sentidos.

A partir de ahora, todas las energías del Cádiz CF se centran en la Liga tras caer ante el Logroñés. Se acabaron los desplazamientos mil kilométricos (Asturias y La Rioja) y ya no habrá riesgo de lesiones como en el caso de Fali.

Entrar en dieciseisavos de final hubiese conllevado un partido el miércoles 22 de enero y acceder a octavos otro duelo el 29. Todo ello hubiese obligado a un sobreesfuerzo por muchas rotaciones que quisiese aplicar Álvaro Cervera. El camino está despejado para la batalla que centra toda la atención en el planeta cadista.

Otra cuestión es que la escasa relevancia de la Copa anule la crítica ante las carencias de un equipo que no mostró ambición y pretendió clasificarse con el mínimo esfuerzo. Cuando uno se dedica a ver pasar el tiempo sin más corre peligro de llevarse un varapalo, como así sucedió en el mítico Las Gaunas.

El Cádiz CF quiso vivir de la escasa renta adquirida (el gol de David Querol en el ecuador de la primera mitad) y tras el intermedio no hizo otra cosa que jugar a verlas venir, sin mostrar interés en ataque ni frente a los espacios que dejó atrás el cuadro rojiblanco.

El control de un partido no garantiza nada por muy inocente que sea un rival que marcó en su único disparo a puerta. El exceso de confianza provocó el descarrilamiento de un Cádiz CF que cayó en un error que no es nuevo esta temporada.

No es la primera vez, y quién sabe si tampoco la última, que el conjunto amarillo tiene un partido en la situación que más le gusta y sale trasquilado. Le pasó en Albacete, donde perdió en el tiempo de prolongación; también en Fuenlabrada cuando no pasaba apuros. En Ponferrada casi pierde al final en una acción aislada.

El revés copero no debe preocupar lo más mínimo aunque debe servir para enmendar errores. La auténtica obligación es doblegar al Mirandés en el regreso a la compleja e ilusionante realidad del campeonato. El deber es elmismo con independencia del resultado cosechado en La Rioja.

Ganar el miércoles es un reto inaplazable. Lo contrario si levantaría una polvareda de inquietud porque el líder se adentraría en una dinámica nada buena y daría alas a sus perseguidores.

El Cádiz CF nunca ha estado más de tres partidos de Liga consecutivos sin vencer esta campaña. Sí enlaza un trío de envites seguidos sin ganar si se suma el de la Copa del Rey: dura derrota (2-4) en casa ante el Numancia, empate a cero en el campo de la Ponferradina e igualada (1-1) en Logroño antes de ser eliminado en la tanda de penaltis.

Sumar el triunfo ante el recién ascendido Mirandés otorgaría algo más que tres puntos. Sería una inyección de tranquilidad necesaria para ahuyentar los rigores de una mala racha.

Es un partido de máxima relevancia por el contexto en el que se desarrolla. Cuando un equipo deja de ganar, aumentan las urgencias, sube la presión… Todo se vuelve más complicado y es cuando el líder debe demostrar esa condición.

Ante el Mirandés no habrá más rotaciones que las obligadas por las circunstancias. Volverá la primera unidad para tirar del carro y los menos habituales, con la Copa en el olvido, tienen ahora más difícil disponer de minutos, aunque todos tiene que estar preparados porque cualquiera pueden entrar en juego en cualquier momento.

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