Muere Sean O´Brien, mecenas irlandés del flamenco de Cádiz

El norilandés, que residía en Cádiz desde finales de los años 90, productor de artistas como Juan Silva y José Millán, guitarrista y un aficionado de ley, falleció este lunes en el Hospital de San Rafael

Juan Silva, de vuelta con los cantes de Cádiz

Una imagen de Sean O´Brien, publicada en este periódico en 2006. / Julio González

De mirada afable, sabia conversación y oído exquisito, Sean O´Brien se despidió de este mundo el pasado lunes 21 de julio llevándose allá adonde fuera la amistad, el respeto y el cariño de los flamencos de Cádiz, la ciudad del corazón de este norirlandés de Antrim a la que llegó en los años 90 y de la que no se separaría desde finales de dicha década cuando decidió instalarse en nuestra ciudad. En ella ha fallecido, en el Hospital de San Rafael, a la edad de 78 años, tras pasar dos semanas ingresado por una afección en vesícula e intestino, que se acabó complicando.

En su funeral celebrado este martes, y que se limitó "a un concierto escueto, pero digno" del guitarrista gaditano Juan Ramón Ortega, no faltaron los amigos de todas partes y hasta buena parte de la 'peña del Cambalache', incluido su presidente, el gran Hassan Assad. Así lo cuenta el querido amigo, periodista y aficionado flamenco Juan José Téllez, cuya pluma también vistió la despedida en boca de la viuda de fallecido, Charo, que leyó un hermosa semblanza escrita por el flamante Premio Agustín Merello:

"En la clínica de San Rafael, de Cádiz, ha expirado Sean O´Brien, gaditano de Irlanda, un celta jondo que nunca perdió el compás. Se queda corto decir que le quise mucho. Le admiré y me congraciaba encontrarle en la nocturnidad y alevosía. Y a Chari, también le tengo la misma ley: su compañera, su cómplice, su indisoluble acompañante a los festivales flamencos o a la barra mestiza del Cambalache, el club al que todos lloramos desde la última Nochevieja. Qué verano, qué año, qué duro. A Sean, nacido en Antrim pero remoto creador de la Peña de Belfast, se hizo flamenco por la guitarra de Sabicas. Ejerció como psicólogo y terminó por establecerse en la capital gaditana hacia 1996, aproximadamente. Aquí, bicheó entre el flamenco local y supo regalarnos el disco Por Cai, de Juan Silva, el cantaor del Mentidero también ya desaparecido. Hizo otro tanto con Toma Castaña y sus Villancicos flamencos, o con José Millán. Antonio Hernández Rodicio y Fermín Lobatón le prestaron atención en los medios, pero él solía preferir el silencio. Le gustaba la alegre seriedad del cante y, sobre todo, la majestad del toque. El resto del mundo no parecía importarle demasiado, quizá porque sabía que el flamenco necesita a menudo dedicación exclusiva. El se la brindó, de una manera humilde, aficionada y lúcida. Le voy a echar mucho de menos. Cada vez tengo menos motivos para salir de noche".

Una elegía que, a buen seguro, sería del gusto de este mecenas del flamenco de Cádiz que, además, de producir a los artistas gaditanos mencionados por Téllez, era un gran aficionado y conocedor de la guitarra flamenca, que estudió en fondo , pero también en forma a través de su amistad con el guitarrero Rafael López y, antes, de la filosofía de otro buen amigo, el reputado constructor George Lowden, artífice de la marca de guitarras acústicas más prestigiosa del mundo. De Lowden, como recordaría en el perfil que en 2006 Fermín Lobatón le dedicó en las páginas de este periódico, aprendió "cómo abordar la complejidad de cosas en apariencia tan sencillas como pegar dos trozos de madera de las que, con el tiempo, habría de surgir el sonido más limpio".

Fue en aquel artículo -Sean O´Brien, el amigo flamenco que vino de Irlanda- donde Lobatón, "muy afectado" en estos días por la pérdida del amigo, recordaría que Shonllegó por primera vez a Cádiz a mediados de los 90 del siglo pasado desde una feria de Sevilla atraído por los cursos de verano extranjeros que realizaba la Universidad de Cádiz. "Tan inteligente como el tiempo ha demostrado que es, pronto se dio cuenta de que el plazo de dos semanas de esos cursos era insuficiente para conocer el idioma y, mucho menos, para adentrarse en una de sus múltiples aficiones, la guitarra flamenca. Así que, después de unas cuantas estancias vacacionales, y tras haber accedido a la atalaya de su jubilación en 1999, decidió instalarse en Cádiz", escribía el entonces colaborador de este periódico.

Prejubilación, más que jubilación, promovida por los recortes del gobierno de Margaret Thatcher en la Universidad de Belfast, donde trabajó en su biblioteca en la que ejercía más como informático -creó y dirigió un servicio pionero con el que prestaba atención tecnológica a los profesionales de la salud de todo el país- que como psicólogo, la carrera que estudió en dicho centro educativo.

A Cádiz llegó y de Cádiz no le gustaba moverse. De hecho, llevaba 17 años sin volver a Irlanda, el país donde aprendió "el compás sólo oyendo discos", donde creó una peña y donde acompañaba como tocaor a algunas bailaoras. A Cádiz llegó, y en la casa de Rafael López, el taller de Enrique de las Marinas, recaló y de su mano fue conociendo a todos los flamencos que pasaban por el lugar.

No era rico, no, vivía de su pensión y con lo que le quedaba del alquiler del piso donde vivió en sus primeros tiempos decidió invertir en el talento gaditano. "Estamos rodeados de gente que canta muy bien y que no tiene y, probablemente, nunca va a tener una casa discográfica. Por eso, lo que he querido hacer es evitar que esos cantes se perdieran. (...) No lo hago para tener ganancia, sólo por afición. No quiero jefes, esa es mi libertad y así no me veo obligado a meter una ruma o lo que sea para que un disco venda más". Con esa filosofía en 1999 produjo el primer y único disco de Juan Silva, del primer compacto de Toma Castaña, grabó a José Millán...

No faltó a un evento flamenco, frecuentó festivales y peñas -ha sido socio desde hace muchos años de la peña Juanito Villar, donde también han lamentado profundamente su pérdida- y, sobre todo, se ganó la admiración y el amor de todos aquellos que tuvieron la suerte de que Sean O´Brien se cruzara en sus caminos.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último