Diario Cofrade

Universitaria y colegial

  • La cofradía del Caído irradia en su salida la alegría y la ilusión de la infantería que forma parte de sus filas, además del carácter marianista

LA hermandad del Caído es universitaria, como reza en el frontal del paso del Señor con el bastón de mando de la UCA que sostiene un ángel de orfebrería; es marianista, como desde ayer reafirma el relicario del beato Guillermo Chaminade en el frontal del paso de Desamparados; y también es colegial. Eso último se palpa viendo pasar el cortejo, plagado de pequeños que además, en la mayoría de los casos, son hijos de hermanos que en su día fueron pequeños. La hermandad del Caído irradia la felicidad y la ilusión de quienes posiblemente vivan con mayor intensidad la Semana Santa, los niños. Ayer salieron desde muy pequeñitos vestidos de paveros, los algo mayores que empiezan a vestir ya túnica y capirote, y los casi jóvenes que representaron a distintos colegios y facultades con sus becas cruzadas en el pecho.

Todos ellos, junto a sus padres y a los mayores de la hermandad, llenaban la iglesia de San Francisco desde antes de la salida, asistiendo a una eucaristía oficiada por el director espiritual, Eduardo Fernández-Moscoso, en compañía del también marianista Ignacio Sánchez Galán. Con el templo lleno de túnicas blancas ceñidas con cinturón ancho de esparto, en el patio ultimaban los preparativos los grupos de acólitas y las cuadrillas de cargadores. Pescaditos en recuerdo de Gabriel en las camisetas de los de la Virgen; nombres personalizados en el hombro en las del Cristo; la evolución de la indumentaria en el mundo de la carga parece no tener límites.

A la hora marcada para la salida todo estaba ya dispuesto. Hay quien dice que una cofradía demuestra su fortaleza interna (a nivel de organización) cuando en momentos como el de los preparativos de la salida no se oye ni se ve al hermano mayor; y eso ocurrió en San Francisco con Pedro Reynoso. Su hijo, Pedro Pablo, fiscal de la hermandad, dio las instrucciones oportunas al cuerpo de hermanos; y la mayordomía (con Emilio López al frente ayudado de su inseparable Jesús Romero) organizó con naturalidad, con el manual aprendido después de tantos años, la salida de todo el cortejo.

Los niños del Caído salían a las seis de la tarde a la plaza del Cristo de la Vera-Cruz. Y los mayores de la cofradía asistían a este momento gracias al espacio reservado por la hermandad para que puedan disfrutar con tranquilidad y comodidad de la salida de su cofradía. Una hermandad universitaria, marianista y colegial que también mira por aquellos que en su día fueron los niños del Caído.

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