El parqué
Continúan los máximos
El anuncio de la Semana Santa viene motorizado, tan solo unos días entre uno y otro evento, y ahora la gran cuestión es algo muy habitual en la Semana de Pasión, la cera acumulada en las calles. El intenso sonido de las ruedas rechinando sobre el asfalto es un típico sonido al que estamos acostumbrados en los días posteriores a la Semana Santa, hasta diez días después hemos sentido como la cera de las calles seguía deleitándonos con su música, y ahora, a cinco días del Domingo de Resurrección, comenzará el Mundial de Motociclismo.
Seguramente desde el mismo Lunes de Pascua las motos se irán adueñando de la ciudad, y como es natural, las calles estarán como están después de la Semana Santa. La conjura de los tiempos es inevitable, ambos eventos son cuando son, y nadie es culpable de que sean casi inmediatos, ahora bien, ¿qué ocurrirá con la limpieza de las calles?, ¿se quedará todo igual?, si se efectuara un servicio de limpieza más exhaustivo tras la Semana Santa, se mitigaría, pero cabe la duda de que todo se nos viene encima y poco se podrá hacer. Quizás sea un año con más caídas de las habituales en las calles, o quizás no. Puede que sea un año distinto, con mayor masificación durante todo el mes de abril, y escuchemos las voces más doctas implorando la intervención para paliar la masificación, clamando y culpando por la existencia de alojamientos turísticos, por la ocupación de la vía pública por masificadas terrazas, por el robo de los rayos de sol por los forasteros.
La polémica esta servida, el Facebook arderá, y de todo, sabemos que tendremos un solo culpable. Por mi parte espero que se actúe con la lógica propia de los acontecimientos, a sabiendas de lo incontrolable del ser humano, de las motos en las aceras, de los borrachos orinando en las esquinas, y sobre todo, del peligro que entrañan unas calles llenas de cera y los accidentes que pueden provocar, amén del ensordecedor ruido que harán no las motos, sus motores o sus ruedas quemadas sino el chirrido del rodaje. Ardua tarea tienen nuestros gestores frente al reto, un reto que suponen dos intensas semanas de plena ocupación, mayor y más intensa que la de nuestros veranos. Ojalá todo quede tan solo en molestias insoportables, y pocos lamentos hagamos de siniestros y perdidas personales. Ahora solo nos queda cruzar los dedos y esperar que todo sea soportable.
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