Minglanillos y minglanillas (y III)

04 de junio 2025 - 06:00

El pueblo, ya sabéis: /un puñado de casas, /una plaza, una fuente… Oigo a Julio Mariscal con tanta verdad en sus poemas. ¿Os imagináis ése, sí, ése pueblo imaginario? Puede ser el Toboso o el de usted. Ocho mil ciento treinta y un pueblos hay en España. ¿Y?

Predio y cortijo para los minglanillos y minglanillas. Porque ellos son los autores de la única obra moral de nuestro reciente parnaso. Van contra todos, contra los asesores de andorga llena, contra los de las palmaditas en la espalda, contra lo que ellos creen que puede nivelar el atropello pueblerino de la careta y la cucaña.

Organizan actos a destajo. Crean para que crea el político. No se fían de nadie. Ni de ellos mismos. En una placa donde se reconoce a sí mismo desde las distintas asociaciones, ojo, culturales, manipuladas, tiene escrita su leyenda. "Moriremos con nuestro tiempo, ningún pensamiento nuestro nos reivindicará. Sino sólo las obras". Ellos convierten los museos o teatros, en la verdadera caverna de Platón.

Un Minglanilla en su cargo, jamás dejará pasar a otros minglanifolios. Reconoce al momento su calaña. Cuando tienen cierto grado de juventud juegan a un amor candoroso de compañeros con la persona que puede promocionarlos más. Aunque en alcobas secretas usen otra comunicación distinta

Concursos de poesía, de prosa, representaciones de teatros, elevación al grado de figuras, a las personas de casi un siglo, secularmente, (siglo en el de oro, significaba, vida social profana) lejanas y muertas.

Se van curriculeando. Asociaciones de distinto tipo. Academias, Ateneos… Estarán, los veréis, en presidencia en todos los actos, en todas las actas, en todo charco de presuntas élites. Porque; Julio Mariscal insistiría: "nuestro país siempre fue un país de halagos póstumos, publicaciones de enciclopedias, historias de la literatura y similares, de novelas para retrasados mentales y libros de poesía sin personalidad, cojirrítmicos, barbibarrocos, gargarismos de una nueva poesía social de señoritos, o alucinaciones de boboherméticos, metapoesía de autores narcisos que de tanto mirarse en su obra se ahogan en ella".

Lo malo empieza cuando entran en ciernes los psicólogos, el hastío, el apagón de los sentidos de los demás, la exacerbación de los propios. Siempre ha sido la cultura el Caballo de Troya, que portaba en la barriga otros intereses. Y los políticos contrarios y contrarias, ni se lo imagine… Al día siguiente de sus nombramientos, ya saben de todo, mandan, como si la llama del cuadro de Pentecostés, hubiese bajado sobre su cabeza de Alcaldesa, pongo por caso.

Los minglanillos y las minglanillas usan el lema quevedesco de "solamente un dar me agrada, que es el dar en no dar nada".

El pueblo, ya sabéis: /un puñado de casas, una plaza, una fuente…

Si en cada pueblo hay uno o una ya sabéis ocho mil ciento treinta y uno minglanillenses, Pero también hay pueblos cercados por la mar y otros amurallados, que son ínsulas, con costumbres parecidas y tirteaforadas, que no dejan pasar la luz, ni la vida, y por supuesto el trabajo brillante o el sosiego para subvivir. Algo cojirrítmico y barbarrocos. Ya lo hemos dicho.

Todo eso es España, que perdió los huesos de Cervantes y si rinde homenaje es para que brillen ellos. Ellas. Amén.

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