Crónica de San Juan de Dios

Melchor Mateo

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Participación pero no para todos

En los procesos hay colectivos que se repiten una vez tras otra y otros a los que se deja fuera

Asamblea de Ganar Cádiz, uno de los dos partidos que forman la coalición Adelante Cádiz.

Asamblea de Ganar Cádiz, uno de los dos partidos que forman la coalición Adelante Cádiz. / Joaquín Hernández Kiki

Por Cádiz sí se Puede, lo que era básicamente Podemos, y Ganar Cádiz en Común unieron sus fuerzas tras las elecciones de 2015 y formaron el gobierno municipal que acabó con los 20 años de teofilato. La unión no fue tan fácil como se esperaba, ya que las dos partes no fueron capaces de llegar a un acuerdo para concurrir juntos en las elecciones municipales y, después durante los primeros años de gobierno, desde Ganar no se tenía el más mínimo reparo en criticar a su socio de gobierno cuando se producía algo que no les gustaba.

Esa coalición nacía de dos proyectos que en cierto modo tenían muchas coincidencias y, a la vez, ciertas diferencias. En los puntos comunes estaba que eran formaciones de izquierdas y que nacieron del boom de los movimientos asamblearios que surgieron por aquellas fechas.

Sin embargo, esa participación tenía sus diferencias, sus matices. Mientras que en la de Por Cádiz sí se Puede tenía un carácter más individual de ciudadanos que participaban por su cuenta, el de Ganar Cádiz se hizo con un gran peso de colectivos que ya estaban formados y que se unieron por un objetivo común.

Mientras que en el caso de los primeros el programa electoral estaba cogido con pinzas pero tenía al frente a una persona que conectaba y que aprovechó el caldo ideal de cultivo de descontento que había en la sociedad, en los segundos las propuestas estaban mucho más estudiadas y tenían una mayor profundidad. Al contrario que en Por Cádiz sí se Puede, el liderazgo aparecía mucho más diluido en el colectivo.

Con el paso del tiempo, en Por Cádiz sí se Puede o en Podemos fueron perdiendo fuerza los famosos círculos, que al principio llenaban el salón de actos del edificio de los sindicatos, hasta su práctica desaparición, algo a lo que contribuyeron también los líos internos de Podemos y los anticapitalistas.Sin embrago, en Ganar Cádiz han seguido adelante con la participación de los colectivos y las personas que la integran. Digamos que es un ejército político mucho más organizado que el otro.

Para las elecciones de 2019 y con la confluencia que hubo a nivel nacional, los entonces integrantes de Podemos y los de Ganar Cádiz, donde se encuentra Izquierda Unida, firmaron la alianza y se presentaron bajo la marca de Adelante Cádiz, donde se quedaron a tan solo un concejal de obtener la mayoría absoluta.

En estas dos formaciones siempre han tratado de llevar a cabo aquella frase de que la participación del ciudadano en la democracia no acaba cuando se deposita el voto y siempre han tratado de vender lo de los procesos participativos en muchas de los asuntos que han abordado, aunque sin tener una dinámica fija.

Hay algunos que jamás se han puesto en marcha ni tiene pinta de que se vayan a hacer nunca, como por ejemplo el de los presupuestos, que se siguen haciendo con el mismo sistema que se ha utilizado toda la vida. En otras ocasiones se han agarrado a las supuestas demandas ciudadanas para llevar a cabo algunas medidas, en las que a veces no se sabía muy bien qué era antes, si el huevo o la gallina. Básicamente la duda estaba en saber si lo que se hacía era crear la supuesta demanda para después hacer el cambio.

Procesos participativos ha habido para las terrazas de los bares, en la ordenanza de movilidad, en el transporte urbano o en el simple cambio de nombre del Estadio Carranza, o como ahora en la turistificación, que tanta polémica ha creado.

En algunos de ellos, como en el de las terrazas de los bares y restaurantes, estuvieron todas las partes y todos los puntos de vista; en otros, como en la turistificación, la participación se ha reducido y no se ha tenido en cuenta a los que tenían proyectos turísticos o a la misma patronal hostelera en la reunióna tres partes que se iba a celebrar el 3 de febrero, es decir, gobierno, PSOE y colectivos. Por ello, esos procesos participativos son limitados y no todo el mundo puede estar en ellos, sino que quedan a la voluntad del gobierno municipal.

En la primera fase antes de abordar el contenido de la norma sí hubo un proceso de consulta que derivó en la presentación del diagnóstico en la última parte del año 2019.

Por ello, la reunión del Grupo Municipal Socialista para limitar los usos turísticos tenía todo el sentido del mundo, a pesar de que el momento y las formas pudieran ser mejorables, pero no se podía dejar fuera a determinada gente. 

Los procesos participativos están para que la gente aporte propuestas y den sus puntos de vista pero la responsabilidad final es municipal, es decir, eso no puede servir para hacer una dejación de funciones.Otra cosa es la repetición de muchos colectivos que aparecen una vez tras otra lo mismo para hablar de turistificación, que de transporte que para cambiar el nombre del Carranza, muchos de ellos en la órbita de los partidos que gobiernan el Ayuntamiento.

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