Pablo-Manuel Durio

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Kichi le gana la batalla a Pablo Iglesias

El alcalde de Cádiz comenzó a distanciarse del líder de Podemos al poco de llegar a San Juan de Dios El divorcio definitivo hace meses lo convierte en un visionario de la debacle del partido morado

Kichi y Pablo Iglesias, abrazados en una de las pocas visitas del líder de Podemos a Cádiz.

Kichi y Pablo Iglesias, abrazados en una de las pocas visitas del líder de Podemos a Cádiz. / Fito Carreto

Fueron de la mano, se fundieron en abrazos, tomaron cervezas juntos. Pablo (Iglesias) vio emocionado en Madrid cómo José María (González) ‘conquistaba’ Cádiz en esas ciudades del cambio que nacieron en las elecciones municipales de 2015. Y a la vuelta de media docena de años, con una ruptura total de por medio, Kichi observa desde el sillón de la Alcaldía cómo el imperio Iglesias se ha derrumbado. De algún modo, el alcalde de Cádiz ha ganado la batalla que un día inició contra el que fuera su mentor, su valedor, la referencia nacional de un partido en el que ya no milita y que se desinfla en cada cita electoral. Pablo Iglesias se retira de la política, y Kichi sigue al frente de la ciudad planteando incluso volver a presentarse a las municipales de 2023 y poniendo en marcha junto a Teresa Rodríguez un nuevo proyecto político andaluz.

González se hizo valer de las siglas de Podemos para llegar a la Alcaldía en plena ola morada de aquellos que soñaban con cambiar las bases de una política desencantada tras tantos ejemplos de carreras completas viviendo del cargo público y casos y casos de corrupción. Pero poco tiempo de levantar el bastón de mando en el balcón de San Juan de Dios, comenzó a tomar distancia con el líder de Podemos. En 2017 quiso Pablo Iglesias utilizar la ciudad como sede para un polémico encuentro que no aceptó Kichi.

Al año siguiente el líder de Podemos adquirió el famoso chalé de Galapagar, sobre lo que no dudó en pronunciarse González, que defendió su “piso de currante” y el “no parecernos a la casta, no ser como ellos porque vinimos a desalojarlos”. Palabras que conllevaron un posterior desencuentro con Monedero, uno de los hombres fuertes que le quedaban a Iglesias.

Estos desencuentros con Podemos y la dirección nacional fueron en aumento; y tras las elecciones de 2019, Kichi hizo valer su fortaleza como única ciudad del cambio que no solo revalidaba la Alcaldía sino que triunfaba rozando la mayoría absoluta para poner en duda el papel de Iglesias dentro de Podemos. “Tiene que asumir con responsabilidad lo que ha ocurrido”, analizaba el alcalde de Cádiz, que en esa campaña de mayo evitó por todos los medios que el líder de la formación morada acudiera a la ciudad a celebrar algún acto con él.

Las distancias se agrandaban, como si José María González fuera un visionario que tenía ya claro que el valor de Pablo Iglesias estaba ya amortizado y que su paso por la política había tocado a su fin. Y entonces llegó la entrada de Unidas Podemos en el Gobierno de Pedro Sánchez, detonante prácticamente definitivo para el sector andaluz de los anticapitalistas, que no dudaron en pronunciarse radicalmente en contra de esta jugada de un Pablo Iglesias que con unos resultados electorales muy tímidos se colaba en la Moncloa como vicepresidente (lo que a la postre le ha valido para retirarse con los bolsillos bien cubiertos cada mes). Críticas que el alcalde de Cádiz ha mantenido cuando Iglesias dimitió del Gobierno de España para ser el candidato de la Comunidad de Madrid. “Un compromiso de un vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Derechos Sociales era demasiado importante como para embarcarse en esta aventura política. Irse del Ministerio de Asuntos Sociales sin tener el Ingreso Mínimo Vital rodando y funcionando me parece inoportuno”, señaló.

La ruptura definitiva, pese a intentar un divorcio amistoso, llegó el pasado octubre, cuando Teresa Rodríguez fue expulsada del grupo parlamentario de Adelante Andalucía; una maniobra que Kichi definió como “mamarracho” y de la que culpó directamente a Madrid. Es decir, a Iglesias, con el que recientemente dijo mantener una relación “fría y distante”.

Y desde la distancia, desde su sillón de alcalde, vio José María González cómo en la noche del martes ese amigo con el que construyó un proyecto que se derrumbaba con el paso de los años terminaba por retirarse. Una derrota que posiblemente Kichi presagiara cuando empezó a marcar distancia, como también la marcó un Íñigo Errejón que ha convertido su proyecto Más Madrid en otro de los grandes vencedores de Madrid.

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