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Negro sobre negro

“Pensar que Antonio Anglés siga vivo pone los pelos de punta”

  • Santiago Díaz juega en ‘Las otras niñas’ con la idea de que el asesino de Alcàsser no murió en las frías aguas de Dublín y que ha seguido matando

Santiago Díaz.

Santiago Díaz.

Santiago Díaz (Madrid, 1971) ha escrito una de las novelas del momento. Las otras niñas (Editorial Reservoir Books) juega con la hipótesis de que Antonio Anglés, el asesino de Alcàsser, no murió ahogado en las gélidas aguas de Dublín tras saltar del barco en el que huyó de Lisboa. Con personajes de un gran carácter y potentes tramas secundarias, la novela es todo un acontecimiento. Esta semana nos concedió una entrevista para hablar de su obra y su experiencia.

–Debo decirle que leyendo su novela mantuve la esperanza de que en el último momento Toñi, Miriam y Desirée no se montaran en ese coche con Antonio Anglés y Miguel Ricart. ¿Fue difícil de escribir esa escena?

–Me pensé mucho si escribir ese momento. Quiero dejar muy claro que Las otras niñas no trata sobre los asesinatos de Alcàsser sino sobre la huida de Anglés. Lo que ocurre es que para poner en antecedentes a los lectores, a las generaciones más actuales que igual han oído hablar del caso pero no tienen claro lo que sucedió, consideré que era necesario contar ese momento para situarlos.

–Tampoco ha querido detenerse en absoluto en lo que ocurrió aquella noche maldita.

–He tratado de huir del morbo de los asesinatos. Lo que ocurre es que los escritores tenemos que escribir novelas no sólo para entretener sino para hacer sentir cosas. Con esta novela lo he intentado.

–¿Llevaba tiempo rumiando este proyecto de novelar la huida de Antonio Anglés que mantiene tantas interrogantes?

–Esta historia la viví prácticamente en directo, tenía 21 años cuando ocurrió y en aquel momento acababan de llegar las televisiones privadas y había conexiones en directo. Vivimos la desaparición, la búsqueda, la aparición de los cuerpos, la fuga… Desde aquel primer momento siempre pensé: si Anglés sigue vivo ¿dónde está? Ha habido gente que aseguraba haberle visto, apareció una calavera, pero lo que pasa es que hasta ahora no me había sentido preparado para afrontar este proyecto.

–Justo mientras leía su novela descartaron que la calavera que había aparecido en Dublín perteneciera a Anglés. ¿Qué sintió al enterarse?

–Durante estos 30 años he estado muy atento a todas las noticias que han ido surgiendo sobre Anglés y la investigación. Lo que pasa que estaba convencido que esa calavera, que ojalá hubiera sido, no era la de Anglés. Esa calavera se encontró hace muchos años ya y estaba seguro de que no era porque cuando se halló y se analizó, creo que en 2015, los expertos llegaron a la conclusión de que pertenecía a un hombre que había muerto un año antes.

–¿Ha tenido algún problema tras la publicación de la novela con familiares de las niñas de Alcàsser?

–No, a ver, tenía claro desde el principio que mi novela no iba a tratar sobre esos crímenes, casi es el punto de partida, el detonante por el cual huye Anglés, que es lo que yo quiero contar. No quería contar los asesinatos. No sé cómo se lo tomarán. Por desgracia también es un caso que está en los medios desde hace 30 años, no es un caso que yo haya sacado a la palestra. Me queda la esperanza de que si alguien en algún país lee la novela y puede tener curiosidad por saber cómo es Anglés, cómo sería en la actualidad, porque hay fotos en internet con ese supuesto, pudiese reconocerlo. Porque a mí lo que me pone los pelos de punta es pensar que si sigue en algún lado hay gente con la que se sigue relacionando sin saber que está ante este asesino.

–Además, hay que decir que un psicópata nunca se cura.

–Desde luego, y más uno como este. No es un crimen por un arrebato, es algo horrible, atroz, pero que, además, cuando lo cometió estaba fugado de la cárcel. Anglés estaba cumpliendo condena y tras un permiso carcelario ya no regresó. Lo más terrible de todo es que estaba en prisión por secuestrar, torturar e intentar asesinar a otra chica, que se llamaba Nuria Pera, que era una drogadicta con la que trabajaba él. No es una cosa que le surja, sino que llevaba pensando mucho tiempo y había hecho incluso ensayos. Dudo mucho que si Anglés siguiese vivo pudiera haberse comportado estos 30 años como un ciudadano normal, porque lleva en la sangre matar, es lo que le produce placer.

–¿El código penal español no debiera protegerse contra este tipo de personas capaces de cometer crímenes tan atroces para que no prescribieran nunca?

–Sí, creo que crímenes de este tipo no deberían prescribir, pero lo sorprendente de todo esto es que, aunque sea todo una ficción, la prescripción está fijada por la jueza de Alcira para el año 2029, porque en 2009 es cuando se realizaron las últimas pesquisas, que fue cuando se pinchó el teléfono de Kelly Anglés porque pensaban que Antonio se había puesto en contacto con su hermana, aunque luego se demostró que no era cierto. Pero la realidad es que su abogado reclamaría que su delito estaba prescrito y, aunque quizá en primera instancia no le dieran la razón, seguramente en los distintos tribunales tendría muchas posibilidades de que declarasen nula esa prescripción en 2029 y aceptasen la de 2012, con lo cual no tendrían más remedio que soltarle. Personalmente me parece sorprendente que eso pudiese ocurrir.

–Me decía que hasta ahora no se había visto preparado para escribir Las otras niñas. ¿El éxito de El buen padre le ha dado fuerzas para acometer esta misión?

–No sólo el éxito sino la experiencia. Esta es mi tercera novela adulta, me he sentido preparado para analizar todos esos pros y contras que me hicieron lanzarme a escribrirla. Tenía unos buenos personajes, como la inspectora Indira Ramos, que es la protagonista de El buen padre, que podría llevar la investigación de manera seria, aunque es verdad que tiene sus peculiaridades, y pensé que era el momento ideal para escribirlo.

–El personaje de Indira Ramos, que es magnífico, con sus fobias a microbios, bacterias, virus y demás, ha tenido que sobrevivir a una pandemia. ¿Cómo lo ha hecho para situarla en esta historia?

–Tiene su lectura negativa, porque imagínate que Indira ya antes de la pandemia iba provista de mascarilla y guantes, y con el covid quizá se ha podido comprender un poquito más sus manías. Nos hemos dado cuenta de que eso existe. Pero ella como personaje tiene que afrontar papeles duros. Es un personaje complejo, con muchas aristas, con claroscuros, pero eso hace también que sintamos empatía hacia ella.

–La novela tiene varias tramas secundarias que me han parecido interesantísimas y muy adictivas. Debe ser difícil.

–Cuando pensé en escribir la historia de Anglés, su fuga imaginaria durante esos 30 años, suponiendo que sobrevivió al salto del barco al llegar a Dublín, no quería solo que se tratase de esos 30 años ni contar esa investigación a la inversa que hace Indira, que en vez de tener un crimen y buscar al asesino, tiene al asesino y va hacia el pasado en busca de crímenes que puedan haber sido cometidos por Anglés y que no hayan prescrito para poder encerrarle, quería plantear otras tramas, de otros personajes, por ejemplo la de Lucía Navarro, que es muy potente...

–Esa en concreto me parece que de por sí sola daría para una novela.

–Puede, pero yo como escritor tengo una máxima, que es que no hay que guardarse nada, ningún as en la manga. Podría haber dicho: me guardo esta historia para otra novela como trama principal, pero me gusta vaciarme. Ahora que estoy enfrascado en la tercera entrega de Indira, que estoy emocionado al desarrollar la historia porque me parece súper potente, no pienso que podría haberme guardado la historia de Lucía para esta.

–No vamos a hacer spoilers pero la novela queda abierta para Indira.

–Sí, es que son casos independientes, tanto El buen padre, como Las otras niñas, y esta tercera que estoy preparando, para la que todavía no tengo título, y eso que es una de las cosas en que siempre pienso primero. El caso policial es lo más potente y sí que es autoconclusivo, pero bueno, los personajes sí que van avanzando para que el lector tenga muchos más agarraderos para valorar la historia.

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