El Vapor fantasma
El maltrecho 'Adriano III' ya está en la factoría de Navantia en San Fernando después de que fuera reflotado ayer en una operación que duró más de nueve horas
Un cadáver flotante, un barco fantasma. El pinturero Adriano III tiene muy poco que ver con la nave que fue reflotada al mediodía de ayer en aguas del puerto de Cádiz. Aunque su estructura está intacta, las ventanas rotas, el lodo y fango que está adherido a la madera y la chimenea rota dan una imagen muy distinta del que se sumergió pasadas las seis y media de la tarde del 30 de agosto pasado.
La operación del reflotamiento fue un éxito y no hubo ninguna incidencia, salvo el retraso que fue acumulando la tarea, que se prolongó desde pasadas las siete de la mañana hasta casi las cinco de la tarde. A esa hora, ironías de la vida, el Adriano III marchó rumbo a la factoría de Navantia en San Fernando remolcado por un barco llamado Obama.
El Vaporcito lleva siendo una atracción desde hace casi un mes y ayer lo fue una vez más, quizás la última. Numerosos medios de comunicación, muchos de ellos nacionales, dieron cobertura al reflotamiento de la motonave, que fue dirigida por el ingeniero naval José Ruiz Cortés, de Diseño y Proyectos Navales, y ejecutada por los operarios de Divership. Pero los curiosos tampoco faltaron y trataban de inmortalizar el momento pese a la prohibición de los agentes de la Policía Portuaria que tenían que pedir a la gente que no se acercaran al lugar donde se estaban haciendo los trabajos.
Pasadas las siete de la mañana entraron los primeros buzos de Divership en el agua para hacer los preparativos para enganchar posteriormente las eslingas por debajo del casco, algo que se comenzó a hacer alrededor de las ocho de la mañana.
Una vez que las grúas tenían sujetas las maromas para tirar del barco, el momento más delicado era el primer tirón ya que, como explicó el ingeniero del proyecto de reflotación, se crea un efecto succión que puede ser problemático para la estructura del barco. Precisamente para que no hubiera problemas, los buzos de Divership reforzaron la estructura del casco e inyectaron con unas mangueras aire a presión para que se pudiera elevar con garantías.
Desde que las grúas empezaron a izar el barco desde el fondo del mar hasta que éste salió a la superficie, pasaron 20 minutos. 120 toneladas más un 60% de peso por el agua acumulada en su interior. Las operarios de las dos grúas situadas en tierra, junto al cantil del muelle, realizaron la subida con una gran pericia.
A las doce del mediodía un Adriano III, envejecido por el fango y por las roturas que sufrió el día del hundimiento, donde perdió la segunda cubierta, aparece a la vista de todo el mundo. Es el momento esperado desde hace casi un mes. Sin dejar de estar sujeto por las dos eslingas, se dio paso al achique de agua mediante varias bombas, mientras que los buzos se dedicaban a tapar las vías de agua con unas gomas que actúan casi como un cemento y con unos tablones de madera apuntalados.
Otro momento para el respiro. La estructura del barco se encuentra en condiciones. La sala de máquinas y toda la instalación eléctrica está para tirarla, nada que coja por sorpresa. Pero el casco, si se limpia y se acomete una restauración podría recuperarse. Eso sí, todo es cuestión de dinero.
Antonio Somorrostro, armador y administrador único de Motonaves Adriano III, asistió ayer a las operaciones del reflotamiento acompañado de Julia Rubiales, abogada del bufete de abogados que la representa. Esta resaltó que el armador había seguido con bastante normalidad todo el proceso de reflotamiento "aunque supongo que sentirá algo de nostalgia por lo que fue".
El armador finalmente se iba a hacer cargo del coste del remolque desde el Puerto de Cádiz hasta la factoría de Navantia en San Fernando, donde tenía reservado un dique seco a la espera de que se decida qué es lo que se va a hacer con el barco. Esta información la dio a los periodistas el presidente de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, Rafael Barra, que compareció ante los medios poco antes de ser reflotado en la zona de rescate. Al presidente portuario lo acompañaba la edil de Turismo del Ayuntamiento de El Puerto, Teresa Ybarra.
Barra aseguró que su institución se iba a hacer cargo de manera subsidiaria del reflotamiento del Vaporcito en las operaciones que se hicieron desde el viernes, que es el momento en el que se toma la decisión de sacar al barco del fondo del mar. El presupuesto para ello es de 27.000 euros. Todos los trabajos previos fueron encargados por Tragsa, la empresa pública del Ministerio de Medio Ambiente, que será la que se tenga que hacer responsable de esos costes.
Ybarra, mientras tanto, sigue manteniendo la oferta del Ayuntamiento de El Puerto de destinar 15.000 euros al reflotamiento o a la reparación del barco si éste se produjera. Ybarra afirmó que se ha entrado en contacto con algunas empresas a los que se le ha enviado la documentación del barco por si están interesados en continuar la línea.
El armador, Barra, Ybarra y un espectador de excepción con una viodeocámara en la mano, Juan Antonio Vélez Sánchez, el patrón del Adriano III el día que tuvo la colisión contra la Punta de la Sato. La abogada del armador señaló ayer que desconocía el curso que habían seguido las denuncias que se habían presentado por parte de algo más de una docena de pasajeros, los cuales decían que el patrón se había quedado dormido en el trayecto.
Rafael Barra, por su parte, dijo que la comisión de accidentes del Ministerio de Fomento ya ha recibido toda la documentación y pruebas sobre el siniestro del pasado día 30 y ahora determinará sus causas.
El efecto de esa colisión es que ayer había en el muelle de Cádiz un barco que se estaba reflotando, un Bien de Interés Cultural. Conforme iba saliendo del agua, las resinas epóxicas que se le fueron aplicando al casco y a la zona cercana a la quilla fueron surtiendo efecto. A las tres y media de la tarde los amarradores del puerto de la Bahía de Cádiz comenzaron a fijar el barco a los norays, lo que anticipaba que en poco tiempo se iba a proceder a retirar las eslinchas que sujetaban el barco para que este flotara por sí mismo.
A las cinco menos cuarto de la tarde el Obama empezó a tirar del Adriano III. Pasea el Vaporcito sin motor, sin corazón y sin alma. En poco menos de un mes le han caído años encima. El remolcador hizo varias maniobras mientras que los operarios que estaban a bordo de la motonave tuvieron algunos problemas para arrancar la bomba de achique de agua por si era necesario para usarla durante el recorrido hacia San Fernando, aunque después no hizo falta porque apenas entró líquido al interior. Es el último desatraque del Vapor y el duelo lo viven en directo algunos curiosos, los pocos periodistas que quedaban a esa hora, los trabajadores portuarios y el barco que vino a darle la puntilla final, el moderno catamarán.
Posteriormente llegó a Navantia en San Fernando y se dejó en un dique que fue vaciado hasta quedar reposado en un lecho de madera con un futuro incierto.
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