Fútbol | Segunda Federación

Cádiz CF Mirandilla, un proyecto que necesita mejorar

  • El filial amarrillo lleva dos campañas en tierra de nadie en cuanto a juego, formación y sensaciones

Ni Alberto Cifuentes ni el Cádiz CF Mirandilla han estado a la altura esperada.

Ni Alberto Cifuentes ni el Cádiz CF Mirandilla han estado a la altura esperada. / JULIO GONZÁLEZ

La temporada 2022-23 es la segunda completa de Alberto Cifuentes como entrenador del Cádiz CF Mirandilla (antiguo Cádiz B) y el balance de ambos cursos pone de manifiesto que el conjunto amarillo necesita mejorar para que sus prestaciones sean adecuadas a la exigencia en la cuarta categoría nacional (antigua Tercera División). El entrenador cogió al equipo en Segunda B con el curso empezado en la 2020-21, para reemplazar a Juanma Pavón, y la realidad es que aquel año perdió una categoría y apunto estuvieron de ser dos, como le sucedió al Recreativo de Huelva y al Marbella.

Centrándonos en el curso actual, hay que lamentar las once jornadas que el Cádiz CF Mirandilla estuvo sin ganar entre el 5 de noviembre de 2022 y el 19 de febrero de 2023. Antes de vencer 1-0 al Recreativo de Huelva, el equipo cadista estaba en puesto de descenso y empatado a puntos con el antepenúltimo clasificado. Pocas veces a un entrenador se le perdona casi tres meses y medio sin ganar y, además, con su equipo sin jugar a nada en muchas ocasiones. Fue la clave para estar sufriendo hasta el final con el descenso a la quinta categoría nacional. Y es que cuando empezó la pésima racha, el conjunto de Cifuentes ocupaba la cuarta posición, en zona de play-off.

La ansiedad clasificatoria ha pesado en el césped; nervios, inseguridad, vulnerabilidad y falta de liderazgo. La situación que ha vivido Álvaro Bastida no ha ayudado al jugador ni al equipo. El chiclanero podía estar ante un gran año pero, sin embargo, se queda en 16 titularidades en 34 jornadas con dos goles claves en la penúltima cita liguera para remontar ante el Utrera (2-1) y poder evitar el descenso directo.

En el caso del centrocampista hay parte de culpa de él, del entrenador y del club. No puede ser que pase de debutar en Primera recién cumplidos los 17 años, a un papel secundario en el filial y a diferencias con su situación contractual quedándose fuera de la última pretemporada del primer equipo a pesar de su papel en los escalafones inferiores de la selección. Los jugadores deben tener la cabeza bien amueblada, pero también los entrenadores -con personalidad ante ciertas decisiones- y los dirigentes.

Carlos García -del que se dice muy poco desde el propio club tras un año con presencia en los profesionales- ha sido el jugador más utilizado, seguido por Mady Diarra y Genar. Precisamente el primero de ellos y el último son, junto a De la Rosa, las tres promesas del filial que han jugado este curso con el primer equipo.

La temporada se ha salvado del descenso sobre la bocina, el juego ha estado a la altura de una clasificación discreta, que no dice nada. Y la esperanza es que jugadores que empujan con ilusión -De la Rosa es el mejor ejemplo- puedan estar a gusto en la idea de equipo, de juego, de formación..., en definitiva de un proyecto firme, sin fisuras y convincente que mire sin miedo regresar a la tercera categoría nacional.

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