'A la mancha manchega'
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A la mancha manchega que hay mucho vino, mucho pan mucho aceite, mucho tocino, y si vas ala mancha no te alborotes porque esta es la tierra de Don Quijote. Cierto es que Castilla la Mancha está repleta de historia, belleza, cultura, buena comida, buen vino y sobre todo buena gente.
Para los amantes del teatro, que se habrán preguntado en alguna ocasicón por la historia y evolución del género en este rincón manchego desde sus orígenes, es imprescindible visitar El Corral de Comedias de Almagro y, si tiene ocasión, disfrutar de una obra acomodado en los 'balcones' de los nobles o en la 'cazuela' de la plebe. En el siglo XVI, no existían los teatros como tales, sino que las actuaciones se representaban en los patios vecinales de casas o posadas, los conocidos corrales de comedias.
Sobradamente reconocido a nivel mundial, el de Almagro es el único corral que permanece activo después de cuatrocientos años. Situado en la Plaza mayor de la ciudad, esta antigua posada sirvió para acercar tanto al pueblo llano como a los nobles de la época las comedias profanas de autores mayores como Lope de Vega, Tirso de Molina o Calderón de la Barca. Tras la prohibición de este tipo de teatros a finales del siglo XVIII ha sido recuperado creándose el Festival del Teatro Clásico de Almagro. Hoy día, tiene actividad durante todo el año, aunque es especialmente visitado cada mes de julio cuando se celebra dicho festival.
Siguiendo con la época del siglo de oro de las artes, tras disfrutar del teatro de los corrales, el visitante puede salir a dar un agradable paseo por la Plaza Mayor y adentrarse por las calles empedradas que todavía conserva la ciudad.
Entre tradiciones conservadas se encuentra también el encaje de bolillos, una técnica de los siglos XVI y XVII. Es impresionante contemplar cómo las bolilleras lían las bobinas a una rapidez que los ojos no alcanzan a seguir, mientras que a su vez siguen el dibujo pinchando alfileres entre una marabunda de hilos y agujeros.
Pero no todo es historia, pues los lugares también se disfrutan comiendo, y de gastronomía en La Mancha entienden bastante. La ciudad le da nombre a las conocidas Berenjenas de Almagro, aliñadas con una fórmula tradicional de procedencia árabe. Sin dejar atrás un buen pisto o un asadillo y como no, el excelente queso y vino manchego.
Al cruzar Despeñaperros, tras esos llanos interminables por los que un día campó el Quijote, se encuentra este pueblo donde su buena gente construyó una historia que enamora.
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