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Cádiz

Un 2012 de luces y sombras

  • El Doce ha estado marcado por la escasez de recursos económicos pero con las ganas y la participación masiva de los ciudadanos en los pocos grandes eventos que ha habido

Tanto tiempo esperando el año que iba a ser mágico para Cádiz y ya ha pasado. Con las últimas horas de un año inolvidable para la ciudad, toca el tiempo de hacer análisis, de hacer balance. Tan lejos de la realidad sería tirar por el triunfalismo como por el derrotismo. Todo lo bueno que ha habido debe servir para aumentar la autoestima de una ciudad a la que se le ha asociado con todo tipo de penurias históricamente. También es para que valoremos un poco más lo que somos capaces de hacer y que podemos trasladar al mundo una buena imagen de ciudad. Lo malo debe servir de lección para ver donde se puede mejorar, aunque difícilmente vamos a volver a tener una oportunidad como esta.

Digamos que se esperaba mucho y las expectativas eran tan altas hace unos años que ha habido que modificar sobre el terreno lo que se esperaba de esta celebración. Ha habido menos, pero lo que ha habido en líneas generales ha estado a una altura muy buena.

Podemos hablar de cumbre, de las visitas del Rey, del carnaval iberoamericano, de la Gran Regata o de exposiciones, pero si hay algo que ha estado a la altura ha sido el pueblo gaditano. Los ciudadanos han tomado el Bicentenario como algo suyo, como una oportunidad histórica, como algo que había que vivir con intensidad y por ello se ha volcado en todas las ofertas que ha habido a nivel de calle, con las exposiciones e incluso aguantando con estoicismo y como un peaje que había que pagar con las molestias que pudo causar la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado.

El gaditano captó el mensaje que también iba a ser examinado y que no podía recibir al Bicentenario mirando de lado. Desde Cádiz siempre se ha mirado con cierta envidia cómo otras poblaciones se han volcado con hechos que han sido mucho menos importantes que éste, pero este año ha servido para tapar las bocas del tradicional derrotista, aquel que piensa mal si no se hace nada y que piensa igual o peor si se hace.

Los días en torno al 19 de marzo con el espectáculo de Els Comediants en la plaza de España, las colas en las exposiciones que estaban abiertas y los espectáculos musicales que hubo en toda la ciudad fueron seguidos por miles de personas, muchas de ellas de Cádiz pero también otros mucho de fuera. O el espectáculo de Carlinhos Brown por toda la Avenida, que resultó una elección muy acertada por lo que trajo.

Eso sí, los ciudadanos han tenido un papel pasivo en la celebración, es decir, le ha tocado el papel de respaldar todos los acontecimientos, por poco que se ha hecho para que se involucrara. Se han hecho algunas acciones en los barrios y el programa 'Los lugares del Doce', muy ambicioso en sus inicios, pero que se ha topado con la realidad de la maldita crisis económica y que, por tanto se han quedado a mitad de camino.

Y es que el dinero ha jugado un papel fundamental en todo esta celebración. Mucho de prometido y comprometido por algunas administraciones se han quedado a mitad de camino. El maná que se esperaba se ha quedado en algunas actuaciones importantes, pero en mucha limosna. El Ayuntamiento ha tenido que tirar del carro en la mayoría de las ocasiones casi en solitario. Para ello menos mal que se ha hecho un trabajo de largo recorrido y no se ha esperado cruzado de brazos a esperar las inversiones millonarias que nunca llegaron, porque en caso contrario la celebración hubiera sido más penosa que la que hubo hace un siglo.

Ha sido un año en el que las más altas instituciones del Estado han estado en Cádiz en varias ocasiones. La Casa Real ha prestado un apoyo incondicional a todo lo que se ha ido haciendo este año en la capital gaditana. En concreto, el Rey se tomó como un reto casi personal que la Cumbre Iberoamericana fuera un éxito de participación y así ha sido. Por su parte, el Príncipe ha visitado tantas veces la ciudad este año que ya casi dejó de ser noticia. Pero no quedó ahí sino que también estuvieron el Tribunal Supremo, el Constitucional, el Gobierno en pleno y después instituciones de todo tipo como la Real Academia Española de la Lengua, que por primera vez en su historia celebraba un pleno fuera de Madrid. Quizás muchas veces no hemos sido capaces de ver lo extraordinario de muchos actos que ha habido en Cádiz.

2012 ha servido también para que todo tipo de colegios y colectivos profesionales celebraran sus congresos en la ciudad, con todo lo que eso trae detrás de movimiento económico para la ciudad y de potenciales futuros turistas si han quedado encantados con la capital gaditana.

Cádiz ha sido lugar de este modo de debate de ideas de todo tipo, donde se ha hablado de municipalismo, con la conferencia de municipios y regiones de Europa, de derechos humanos, de leyes y, por supuesto de Iberoamérica.

Ha sido el año de exposiciones de altísimo nivel como El Señor de Sipán o la de Oswaldo Guayasamín, muestras que fuera de este contexto iberoamericano en el que se ha celebrado el Doce hubiera sido muy complicado traerlas. En el apartado negativo lo que de verdad se ha echado en falta es una gran exposición sobre la Constitución de Cádiz y todo lo que aconteció en aquella época, bien la que estaba preparando Alberto ramos o la de Arturo Pérez-Reverte. Al final por falta de dinero o por polémica, se ha quedado desierto.

Quedará en el recuerdo y para la posteridad dos horribles hitos que sirven como homenaje al Bicentenario. El acontecimiento se merecía algo mucho más digno.

Ha sido el de la oportunidad perdida de haber contado con un castillo de San Sebastián que podía haber sido uno de los puntos centrales de la celebración, sobre todo para los grandes espectáculos, y que al final el proyecto grandioso que presentó el socialista Gaspar Zarrías se ha quedado en una simple rehabilitación y en un gran recinto del que no se sabe muy bien qué se va a hacer con él ni quién lo va a mantener.

En el lado contrario el trabajo que se ha hecho con el Oratorio ha sido impecable y realmente sí que ha cumplido con su papel de escenario mítico que tenía que tener, el lugar donde los diputados constituyentes alumbraron la primera carta magna de la historia de España. El Oratorio y el Centro de Interpretación han sido puntales en este Bicentenario y es una de las grandes herencias que se lleva la ciudad.

También lo ha sido la Casa de Iberoamérica, lo que fue la Cárcel Real, que se ha convertido en el lugar de protocolo del Ayuntamiento y también en uno de los espacios para albergar muchas de las exposiciones.

Pero entre todo lo que ha habido, la gran prueba de fuego superada con nota ha sido la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado. Ha sido el broche de oro al año. Si hay un ejemplo de que la ciudad puede estar a la altura es gracias a este evento. La Cumbre ha pasado a la historia por el debate de si estos eventos se deben hacer cada dos años o anualmente como hasta ahora, la operación de cadera del Rey, la petición de ayuda de España y Portugal a los países iberoamericanos, el partido de fútbol del presidente boliviano Evo Morales o la turné triunfalista del ecuatoriano Rafael Correa.

Los cortes de tráfico y las molestias no fueron tan importantes como se esperaba y a nivel de seguridad no ha habido problema alguno. Los escenarios donde se llevó a cabo la Cumbre, el Oratorio, Teatro Falla y el Palacio de Congresos no han sido noticia negativa en el mundo y eso ya es importante.

Y además de todo eso hay algo que debe originar un debate de cara al futuro a corto plazo. La Cumbre descubrió un espacio, una joya, que la ciudad tiene desaprovechada con la antigua estación de 1905. Este lugar sirvió para dar las comidas a las delegaciones y a los más de 1.000 periodistas que estaban acreditados en la Cumbre y quedó claro que hay que buscarle un uso.

Cádiz ha vivido el acontecimiento más importante de sus últimos 200 años de historia. Ahora pasarán al recuerdo. Quizás cuando pasen algunos años seamos capaces de ver con la perspectiva adecuada que hemos sido testigos de un hecho extraordinario.

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