Manuel García Gallardo: entre el cielo y el infierno
El perfil
Los políticos pusieron en el escaparate al isleño como empresario joven modelo hasta que su castillo de naipes se desmoronó
Los dos grandes partidos se han acusado mutuamente de tenerlo en su órbita
Al empresario isleño Manuel García Gallardo, fundador de Quality Food a finales del siglo pasado, siempre se le ha tratado de acusar de pertenecer a un partido político. Aquel joven emprendedor que se vendió como un modelo por los políticos durante algunos años fue poco después repudiado cuando el castillo de naipes se desmoronó.
Y es cierto que perteneció a Nuevas Generaciones del Partido Popular durante algún tiempo y que se le pudo ver en una noche electoral por la sede del PP en una de las primeras elecciones municipales que ganó Teófila Martínez. Sin embargo, desde el bando contrario se hablaba de su relación de pareja con alguien que era socialista y que llegó a ocupar puestos de responsabilidad hasta el extremo de que en la simpleza de los argumentos acusatorios se vinculaba eso a los contratos que conseguía con administraciones estatales con el PSOE de Rodríguez Zapatero. Realmente ha conseguido contratos públicos porque si algo siempre ha sido es que ha sabido moverse muy bien para oler el negocio.
García Gallardo siempre ha estado bajo el foco de la lupa política porque su caso de Quality Food sirvió de ariete durante algunos años al PSOE para ir en contra del PP, ya que la pieza de caza mayor era Miguel Osuna, el que fue delegado del Estado en la Zona Franca, bajo cuyo mando se compraron en varias ocasiones las acciones de Quality Food.
García Gallardo era un joven que había salido poco tiempo antes de la facultad y montó una empresa de platos preparados para grades colectividades. Ahí nació Quality Food y también se empezó a forjar su figura de emprendedor modelo con una empresa que parecía crecer como la espuma y que no tenía límites. Sin embargo, era un gigante con pies de barro o, mejor dicho, no era oro todo lo que relucía.
García Gallardo era joven, apuesto, buen comunicador y desprendía ese aroma de visionario de las personas que parece que huelen las cosas mucho antes que los demás. También siempre ha habido una leyenda en torno a él de que es un gran amante del lujo y de llevar un tren de vida por encima del ciudadano medio. Sin embargo, cuando todo cayó, ese empresario modelo comenzó a convertirse en un villano y el Partido Popular agarró de una mano bien fuerte a Miguel Osuna para dejarlo caer a él.
Tras una instrucción larguísima en el caso Quality Food, los focos se apagaron en torno a García Gallardo y sólo salía cuando había avances en la instrucción. Él siempre defendía su inocencia y decía que la Zona Franca estaba alargando el proceso para no tener que pagarle lo que había determinado el Juzgado de lo Mercantil por el valor de las acciones, es decir, 13,5 millones de euros.
Sin embargo, resultó condenado a diez años de prisión pero como alguien que siempre tiene más vidas que un gato, ha conseguido gracias a una sentencia del Tribunal Supremo que se vuelva a repetir el juicio en la Audiencia Provincial porque no se había aceptado una prueba pericial de la defensa que podría resultar fundamental.
Pero con esa victoria que le servía para hacer una declaración a este periódico sintiéndose orgulloso de este país porque la Justicia funciona, resultó detenido nueve días después por un presunto delito de cohecho en un intento de venta de unos tests para el Covid al Servicio Andaluz de Salud.
Estas negociaciones tuvieron lugar en 2020, cuando ya había sido condenado a diez años de prisión y estaba el recurso de casación en el Supremo.
Él se supone que era el intermediario para llevar a cabo esta venta y en el sumario se habla de una posible mordida de cinco millones de euros por su trabajo de intermediación.
Su abogado, Manuel Horta, niega la mayor. Dice que ni son cinco millones y que la función que desempeñaba era la de valorar el precio que debía tener el pedido de esos maletines para los que no había referencia en España.
Y de nuevo en un caso suyo gente de la política, en este caso de nuevo del PP, que son los que entran en contacto con el empresario asturiano que era el que quería vender los tests .
El empresario Manuel García Gallardo vuelve a los focos y en solo nueve días pasó de un triunfo absoluto tras decretarse la repetición del juicio a verse en un juzgado y en los periódicos por un caso que le abre una nueva vía de agua con la justicia.
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