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Una casa de nobles viudas y huéspedes

patrimonio reservado

El Alquimia Hostel guarda una interesante historia marcada por personajes ilustres de todas las épocas

Una habitación esconde una antigua capilla desacralizada

Al fondo de la recepción se observa el bonito arco de este edificio barroco. / Joaquín Hernández 'Kiki'
Virginia León

Cádiz, 11 de junio 2017 - 02:07

Este capítulo del patrimonio gaditano se reserva para los huéspedes de un hotelito con mucho encanto de una finca de la calle Santiago Terry, 9. Alquimia Hostel, que regenta José Piñeiro junto a su mujer Natalia, y cuyos clientes son los moradores de una casa burguesa de estilo barroco por la que han pasado nobles, caballeros, viudas y huérfanas.

Y así lo narra Piñeiro junto a la recepción del encantador patio principal de esta casa con galería abierta, al hilo del estudio realizado por la periodista argentina Verónica Lamberti. Una investigación que hilvana la historia de esta hermosa finca de orígenes burgueses y que ha fechado a finales del XVI. La familia catalana Fonte, Juan Bautista Zuloaga -vasco y sacerdote de la Catedral de Cádiz-, su hermano Gabriel, Conde de Torrealta, María Angustias de Zuloaga, los Condes de Villamar, Pedro Irigoyen y José Antonio Martínez Yepes, la habitaron en algún momento de su larga vida, antes de convertirse en Casa de Caridad, según sus investigaciones.

"Nunca ha sido casa de vecinos", comenta a modo de curiosidad, antes de iniciar este paseo por las dependencias de este edificio con máximo grado de protección, monumental, que aparte de aljibe y brocal, atesora un singular arco lobulado que separa el patio de las escaleras de mármol. "Cualquier actuación debe pasar un estricto control". Aunque es particularmente partidario de "mantener el edificio tal y como fue concebido", puntualiza.

La visita se realiza del cielo al suelo, del pequeño mirador de su azotea, donde se observan magníficas vistas en el banco habilitado. Desde esta terraza, donde próximamente instalará una pérgola y una piscina, baja a la tercera planta de la finca. Aquí se encuentra un precioso solarium repleto de plantas de todo tipo, muchas de ellas frutales, "y tengo preparada otras cien cajas para seguir plantando". Lo hizo con idea de crear su propio huerto urbano, "y prácticamente todas han crecido", comenta ante la bella y colorida estampa con tomatero, higuera, manzano, cerezo y otras muchas especies por delante. Por esta planta se reparten algunas de las 30 habitaciones que ya suma el hotel, que nació hace un par de años con 14. "Todas tienen nombre y están específicamente diseñadas acorde a la temática con papel pintado y otros detalles". Está la habitación denominada viajes, desierto, glaciar, pirata, belle epoque, del tiempo, la clásica, el beso, la habitación mujer, Asia, África, Estambul... describe este viajero incansable, que justo hoy inicia un viaje de seis meses en moto por China "para investigar las relaciones de España con la ruta de la seda". "¿En cuál se puede entrar?", pregunta a una de las trabajadoras del espacio hotelero, en medio del rutinario bullicio de huéspedes que van y vienen, limpiadoras e incluso obreros trabajando en la insonorización de alguna habitación. Porque durante el recorrido trata de descubrir las singularidades de cada estancia.

Pero entre todas, hay un par de habitaciones del piso principal cuyo encanto trasciende las fronteras de lo inventado. Su temática venía de serie, incorporada en la historia del edificio. Se trata nada menos que de un oratorio "ya desacralizado" convertido en dormitorio. Así, el cabecero de la cama es nada menos que el bello retablo con varios lienzos presididos por la imagen de Nuestra Señora del Carmen, aparte de los patronos de la fundación Martínez Yepes, que fue el último dueño de la casa, quien la convirtió en Casa de la Caridad en 1878, y cuya esencia continúa aún con la aportación a dicha fundación de una parte de los beneficios.

El baño de esta habitación "era la antigua sacristía", pero ya no queda nada. Sí que completa esta palaciega estancia de techos altísimos con vigas vistas, una valiosa lámpara de cristal, así como una enorme y bella puerta de madera blanca que comunica con la otra gran joya de esta planta. "Era el salón principal convertido en suite", dice mientras repara en el mobiliario del amplio habitáculo. "Aquí todo es de segunda mano". Todo un ejercicio de reciclaje de piezas valiosas como espejos, escritorios antiguos, cabeceros... adquiridos en baratillos, a un hotel de Jerez que no llegó a abrir e incluso anticuarios. Entre ellas resalta la farola plantada junto a la recepción "que estaba en el campo de un amigo" o un piano ringway, aparte de una campana ya centenaria, "que la encontramos aquí".

Porque la misión que se han marcado no es otra que reinvertir todo en que "quede perfecto, y para ello es necesario mucho esfuerzo". Mucho trabajo y un toque de cariño para perpetuar una historia que ahora portan en su mochila los huéspedes y viajeros.

Historia de los condes, caballeros y comerciantes que la habitaron

Según las investigaciones de Verónica Lamberti, esa finca barroca data de finales del XVI, cuando la familia de comerciantes barcelonesa Fonte adquirió propiedades en la zona y legaron el conjunto a familiares. A principios de 1723 la heredó Juan Bautista Zuloaga, que era vasco, y en 1744, su hermano Gabriel recibió del rey Felipe V el título de Conde de Torrealta y le cedió sus tierras, perteneciendo a este linaje durante cien años. En la Guerra de la Independencia sirvió como Dirección General de Reales Provisiones de Víveres del Ejército. En 1831, María Angustias de Zuloaga, dama de la Real Orden de la Reina María Luisa, reparó en que la casa estaba inhabitable, momento en que se convirtió en casa señorial y albergó a los Condes de Villamar. También la habitó Pedro Irigoyen, caballero de Carlos III, y en 1876 fue adquirida por José Antonio Martínez Yepes. Este doctor expresó antes de fallecer su intención de convertira en albergue de viudas y huérfanas de Cádiz. En 1931 se constituyó la fundación con su nombre y su labor continúó hasta 2014, cuando cerró la residencia Alvernia.

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