Fútbol El Cádiz CF, muy atento a una posible permanencia administrativa

Hace 22 años un niño temeroso de lo desconocido realizaba un viaje en coche con su familia desde Albacete a Barcelona. En la maleta, un sueño: ser futbolista. Algo que no está al alcance de cualquiera que sepa darle patadas a un balón. En La Masía creció y se hizo un hombre entre añoranzas de su tierra, entre lágrimas de nostalgia. Ayer, ese niño, rodeado de sus dos familias, de la que le llevó de Albacete al Camp Nou y de la otra, la que ha ido reuniendo con el paso del tiempo, lloró en su despedida. Andrés Iniesta es uno de esos deportistas ejemplares no sólo por su comportamiento en la cancha sino fuera de ella. Será recordado siempre por aquel gol que dio a España un Mundial, pero también por su clase, su fidelidad a un club, algo que cada vez habría que valorar más en un juego mercantilizado y donde se premia más a los mercenarios que los que se hicieron hombres en su casa.

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