En tránsito
Eduardo Jordá
¿Por qué?
Uno de los más grandes consuelos cuando comenzó el confinamiento era saber que vivía rodeada de libros. Cualquier pico de ansiedad se truncaba al mirar las tres estanterías repletas. Según mi propio criterio, no son muchos (¿700-800?); según mi propio criterio en las mudanzas, es una cifra asesina. Ayer fue un Día del Libro extraño: con editoriales y autores a merced de la virtualidad. En una fecha como esa, se siente especialmente el vacío de las librerías. Hay alguna iniciativa, como la que acoge la plataforma todostuslibros.com: en 'Apoya a tu librería', aportas dinero canjeable por títulos en el local que tú elijas. Mis libros me abrigan: no necesitaría comprar más quizá en años, porque he ido alimentando "la pila" con dedicación y amor. No tengo ahora, pues, una compulsión tremenda: sí existe una lista de deseos que voy apuntando para cuando sea posible. Por favor, no olviden a las librerías: nos van a necesitar.
También te puede interesar
En tránsito
Eduardo Jordá
¿Por qué?
Paisaje urbano
Eduardo Osborne
Ussía, del humor a la ira
La colmena
Magdalena Trillo
No me llames vieja
La ciudad y los días
Carlos Colón
La reconquista de lo amable
Lo último