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Nochemejor

Si llega usted cansado a la Nochebuena, recuerde que más cansados llegaron los pastores y los Reyes Magos

Si yo fuese conspiranoico, vería una confabulación como mínimo masónica en tanta prenavidad. Sospecharía del globalismo queriendo vaciar de sentido a toda costa una noche tan íntima. Tantas previas fiestas, cenas adelantadas, amigos invisibles, zambombas de racimo, blackfridays, luces cegadoras, compras pendientes, eventos exclusivos y quedadas últimas, ¿no tienen la intención escondida de que lleguemos exhaustos y ahítos a la cena de Nochebuena? No.

Verdad que no vamos a sorprendernos a estas alturas por la novedad de los turrones ni por los polvorones. Ni tan siquiera por el vino, aunque el vino es impermeable a los encantos de la novedad. Cuánto más viejo, mejor. Lo cierto, con todo, es que hemos brindado ya bastante, entre unas copas y otras. Hasta por el año nuevo hemos brindado preventivamente. En lo que va de diciembre nos hemos felicitado cientos y cientos de veces. Y hemos oído villancicos por encima de nuestras posibilidades. Bien, ¿y qué?

No hay que hacer mala sangre. Son cosas lógicas porque los amigos y los compañeros también quieren celebrar la Navidad y despedirse hasta el Año Nuevo y, a la vez, reservamos la Nochebuena para la familia y para el Niño Dios. No hay conspiración sino onda expansiva del fenómeno nuclear. Podemos tomárnoslo como un entrenamiento, como el calentamiento, como el estiramiento para darlo todo esta noche.

Puede cansar, como contaba Juan Belmonte que un año, con la ilusión por volver a los ruedos, se puso a prepararse físicamente, y llegó al comienzo de la temporada ya derrengado. Si llegamos cansados, recordemos que tampoco los pastores llegarían frescos del todo al Portal después de todo un día de brega con los rebaños y de que los ángeles los despertasen a media noche. Los Reyes Magos, ya mayores, no sólo llegaron cansados, sino tarde y habiendo levantado las sospechas de Herodes.

Las pocas ganas de polvorones que ya tenemos son el encuadre perfecto para recordarnos que el protagonista de esta noche es un Niño eterno recién nacido y su madre, doncella nazarena.

Por otra parte, qué maravilla la familia, que sublima todos los encuentros con los amigos, elevándolos a la enésima potencia. Si estamos bien en las otras cenas, como en casa (o en casa de nuestros padres –que es nuestra casa esencial– o incluso en la de los suegros) en ningún sitio. Ni cansancio ni nada. Esta noche es Nochebuena y no es noche de dormir. Es la mejor noche.

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