Pasado los momentos más críticos de la pandemia, parecía muy difícil que el país, el mundo, tuviera que enfrentarse en tan corto tiempo a otra catástrofe mundial, que pusiera en peligro la economía y la paz social de todos los países. Sin marcharse del todo, aunque la relajación de medidas así quiere que lo creamos, la pandemia, Europa se ha visto envuelta en una guerra que no ha provocado, pero que le afecta con unas consecuencias económicas difícil de prever. Esta guerra ha tirado por los suelos la tan esperada recuperación económica post pandémica.

Pero centrándonos en nuestro país, la realidad es que estamos pasando por momentos muy complicados, muy peligrosos por la falta de entendimiento entre los sectores económicos, el gobierno y los demás responsables políticos. Cualquier sector tiene derecho a manifestar sus reivindicaciones, pero nunca puede colapsar le economía de un país, ni menos llevar con sus protestas a la ruina a otros sectores que no tienen nada que ver con sus peticiones. Toda huelga tiene que cumplir unos servicios mínimos y en este caso no se están cumpliendo. ¿Culpables? Cada uno tiene al suyo. Pero es justo reconocer que es muy difícil gobernar en las condiciones en que ha estado y está el actual Gobierno. Sea de izquierdas como si hubiese sido de derechas.

Gestionar un país que ha padecido una pandemia con un alto coste tanto humano como económico, la erupción de un volcán con las consecuencias que ha tenido, catástrofes atmosféricas como hemos tenido y finalmente (por ahora) una guerra en Europa con un tremendo coste económico por el alza de los precios es muy difícil que pueda contentar a todos. Y a esto le sumamos una oposición con una crisis interna de identidad que no ayuda y por el otro lado unos partidos que no se sienten implicados en la gobernanza del país. Todo esto forma un cóctel que nos lleva a un descontento social de grandes dimensiones.

Hay que reconocer que desde el Gobierno de han hecho grandes esfuerzos por no dejar atrás a los mas desfavorecidos como había pasado en la anterior crisis. ERTEs, subida del salario mínimo, subida de las pensiones etc. Pero las alarmantes subidas de los combustibles y de la luz están perjudicando, como siempre, a las economías mas débiles. Europa como siempre llega tarde a las soluciones y cada uno defiende sus particulares intereses. Lo cierto es que, con más o menos razón, estas subidas no se pueden seguir manteniendo en el tiempo porque el malestar social puede llegar a más.

A esto le sumamos el cambio en las relaciones con el Sahara sin previo aviso a los demás partidos con representación parlamentaria, pues ya tenemos a un gobierno contra las cuerdas. Es curioso, para los que ya llevamos tiempo en la política, ver a los partidos de la derecha protestar por este cambio en las relaciones con Marruecos. Los partidos de derechas nunca, nunca, han creado propuestas a favor del Sahara y menos Vox. Pero esto no les quita razón de cómo se ha hecho este cambio en la política exterior. Como digo, el país está instalado en un estado de cabreo descomunal. Y los gobiernos están para algo. 

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