Juan Clavero
Beardo planta un árbol
Hoy se celebra el día de la mujer o como se dice ahora el 8-M. Los últimos años esta celebración venía acompañada de fuertes polémicas, de fuertes divisiones de las organizaciones feministas. La salida del gobierno de las ministras de Podemos parece que ha traído un poco de paz a estos colectivos, aunque hoy se visualizan serias discrepancias pero no al ritmo de los años anteriores en la que el feminismo de Podemos ocupaba toda la atención del gobierno.
Es innegable que la situación de la mujer ha dado pasos de gigante en su lucha para obtener derechos, libertad, igualad, que les haga obtener el respeto y la consideración que merecen. Vivimos en un mundo cambiante, con nuevos desafíos, con nuevos derechos y con más oportunidades y las mujeres no se pueden quedar fuera, tienen la obligación y el derecho de participar en todos estos cambios. No quieren ser 'ni más que nadie ni menos que nadie' que era el grito de la Transición andaluza. No es una lucha femenina, todos, hombres y mujeres, debemos implicarnos en estos desafíos por la igualdad de género porque los nuevos desafíos necesitan de las mujeres. Pero sobre todo debemos implicarnos en defender la vida. Estamos en el siglo XXI y la lacra de asesinatos de mujeres es inaceptable y mientras se siguen violando los derechos humanos femeninos hay partidos que niegan la existencia de esta anacrónica situación. Por esto esta lucha no es solo de las mujeres, también nos incumbe.
Pero en este día tan especial, me gustaría rendir un homenaje a las mujeres de antes. A las madres, a mi madre, mujeres que el único derecho que teñían era hacer las tareas de la casa, cuidar de los hijos, llevar la economía familiar, llevar los estudios de sus hijos, preocuparse de cuadrar las cuentas si podían cuadrarlas y si no tenían que hacer encajes de bolillos, como decían antes, para llegar a final de mes. Estas mujeres que no conocían derechos, ni liberad, ni independencia, ni siquiera identidad. Y todo esto lo hacían sin protestar, sin demostrar por fuera lo harta que estaban por dentro. Todo el trabajo era manual, no había máquinas que le aliviaran su trabajo, limpiar en el suelo, lavar en las azoteas con frio o calor, cocinar con el gas o carbón, fregar a mano y cocinar lo que podían, coser. Todo el trabajo en silencio o soledad. Aunque recuerdo a mi madre cantar cuando lavaba en el lebrillo de nuestra azotea.
Todas estas mujeres, madres, abuelas no conocían el feminismo, ni la conciliación porque no salían de sus casas. Tenían dedicación con horarios exclusivos. Hoy las condiciones de la vida han cambiado mucho, pero todavía queda un largo camino.
Pero en este día no deberíamos olvidarnos de rendir un sincero homenaje a todas esas mujeres que sufrieron en la soledad del silencio y del olvido la falta de libertad y que este 8-M, estén donde estén, seguro que estarán apoyando las peticiones de sus compañeras.
También te puede interesar
Lo último
Fútbol | Liga de Campeones
Las fotos del Atalanta - Real Madrid
Fútbol | Liga de Campeones
Vinícius y Bellingham reviven al campeón (2-3)