Manuel Amaya Zulueta

El PP domina europa

Más allá de lo amarillo

24 de junio 2024 - 05:01

España sigue ganando. Hombre, son sólo dos partidos. Sí, pero dos partidos ganados a base de bien. Dos partidos para comérselos. Dos partidazos. Llamo partidazo a aquel en el que se disfruta durante noventa minutos o casi. Un partidazo es aquel en el que se dispone de muchas ocasiones. No quiero equivocarme, pero recuerdo algo así como más de veinte momentos de gol o de “vicegol”, como le gustaba escribir a Wenceslao Fernández Flórez, un autor hoy incógnito absoluto, missing en el combate fiero, quasi sangriento, de la gloria literaria. Sin embargo, Wenceslao aparecía una y otra vez cuando escrutaba las estanterías del abuelo Benito desde que apenas aprendí a leer, pues desde entonces me transmuté en un devorador de palabras. Visiones de neurastenia, Una isla en el mar rojo, El secreto de Barbazul o El bosque animado…, títulos hoy absolutamente desconocidos para todos. Iba a decir, engañosamente, para el gran público. Sic transit gloria mundo. Por cierto, con esa locución latina empieza Florido mayo (1973), la maravillosa novela del inmenso escritor andalú Alfonso Grosso.

Un partidazo es lo que jugaron Nico W., el chavalín de cuarto de ESO, de nuevo Fabián, el Velázquez de las Meninas (léase Cucurella), un Carvajal que lo sabe hacer todo, Pedri, aunque no marcara y fallara un gol hecho… Sí, fallar un gol claro es muy chungo, pero hay que estar en el área chica para malograrlo, y ahí reside el mérito, aunque sea un mérito de acíbar. Diríamos el éxito de una frustración.

Recuerdo a vuela pluma, apenas iniciada la contienda un centro fastuoso de Nico W. que cabeceó Pedri, al fin jugando más cerca del área, y que el otrora fallón Donaruma desvió a córner con la zurda angelicalmente. El portero italiano tuvo el día más notorio de su vida. Y tuvo que ser frente la Roja. Al poco es un topetazo de Nico el que nos dejó la saliva del gol en la boca. Pena. Un tiro de Fabían envenenado lo desvía el italiano a córner de nuevo. Luis Enrique pensaría: “¿Por qué no paras así siempre, titi?” Por cierto, ¿no indica miopía de grandes dioptrías futbolísticas el hecho que el bético no recalara en un grande de España? ¿Nadie vio el peloterazo que era el de los Palacios? Que hay Vizcaínos por todas partes, nene, no sólo en la Tacita de Oro.

El colofón áureo lo pone Williams en la misma intersección con un centro/disparo de lujo. Aquello se avecinaba al final y seguía el empate, hasta que apareció el PP. Porque el PP está mandando en el europeo. Otra pelota al área chica medio tropieza en la pierna de un romano y paentro. PP. Gol en propia meta, sí, señores, porque el gol en propia meta está dominando en esta distraída copa de Europa de selecciones nacionales.

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