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Crónica de San Juan de Dios

Melchor Mateo

mmateo@diariodecadiz.com

Los vecinos marcan las decisiones

El equipo de Gobierno ha tenido que poner una solución a un problema que estaba desbordado

Imagen de las personas sin hogar en los bajos de la plaza de Capuchinos.

Imagen de las personas sin hogar en los bajos de la plaza de Capuchinos. / Jesús Marín

Que una persona se vea obligada a vivir en la calle es un drama, se mire por donde se mire. Nadie está ahí porque quiere sino que todos y cada uno de ellos vienen arrastrando una serie de problemas detrás que le han llevado a esa situación. Gestionar este problema no es nada fácil porque por más recursos que se vayan poniendo al final la sensación es que el número no decrece y en tiempos de crisis como los que estamos viviendo, la situación se recrudece.

Los recursos municipales y de las distintas organizaciones que trabajan con estos colectivos tratan de mejorar su situación o paliar su drama pero siempre termina siendo insuficiente.

El problema es cuando entra en conflicto esa realidad de las personas sin hogar con los derechos de los vecinos. En el barrio de La Viña, muy cerca de donde vive el alcalde, los residentes de la plaza Macías Rete y aledaños, como la plaza de Capuchinos y Doctores Meléndez, se concentraron hace un par de domingos para protestar por una situación que creían que era insostenible.

La solidaridad y la comprensión hacia este colectivo es fácil cuando es algo que no te toca de cerca, pero si con frecuencia esto trae inseguridad con las trifulcas y las reyertas entre los propios sin techo, problemas de salubridad y ruidos, la cosa cambia.

Los vecinos decidieron plantarse y pidieron que se tomaran cartas en el asunto. El propio alcalde bajó a la concentración, escuchó las demandas de las personas que protestaban y les prometió una solución.En los últimos años, pese a que el censo de personas sin hogar no detectaba un incremento significativo del número, el tema es mucho más visible que antaño. Lugares como la bóvedas de las Puertas de Tierra o los bajos de la plaza de Capuchinos, por sólo citar dos ejemplos, se habían convertido en lugares fijos de pernoctación para las personas sin hogar. Empezaban a abundar tiendas de campañas, grandes mantas o sábanas desplegadas para protegerse del frío y toda clase de enseres. Cádiz se había convertido en una ciudad amable para las personas sin hogar, algo que algunos decían que producía un efecto llamada.

Desde el equipo de Gobierno se había puesto en marcha el Hogar de Día Fermín Salvochea y unos equipos de calle para tratar de estar más cerca de ellos y darles una atención que superara el simple plato de comida.

Pero la presión vecinal ha sido mucho mayor y más si los que están protestando son los residentes puerta con puerta del alcalde. En La Viña han decidido decir basta y desde el equipo de Gobierno mediante una orden dada directamente por el alcalde, se ha pedido que se intensifique la vigilancia en aquellos puntos calientes, algo que tiene que ejecutar precisamente la Policía Local, que es la que mantiene un conflicto abierto con el ayuntamiento desde hace tiempo.

La portavoz del equipo de Gobierno, Lorena Garrón, señalaba hace más de una semana en una rueda de prensa que ya conocían la existencia de los problemas pero que el informe de Servicios Sociales identificando los puntos calientes se había realizado a raíz de las denuncias realizadas en vivo ante el alcalde. Lo que se sabía desde hace tiempo ahora se ha convertido en un problema al que hay que buscarle solución una vez que se ha desbordado.

La organización de la vigilancia viene establecida por horario y por lugares y a ello se le une el cierre de las bóvedas de las Puertas de Tierra para impedir el acceso.

Las medidas se han tomado con toda la naturalidad del mundo por todos los colectivos y grupos, aunque habría que preguntarse qué es lo que se diría si la iniciativa la hubieran puesto en marcha partidos de otro color político, especialmente en la derecha. Seguramente habría una avalancha de críticas.

Las quejas se produjeron también hace unos cuantos años cuando en los bajos de La Caleta estaba un grupo de personas sin hogar cuando la temporada veraniega ya estaba en marcha, lo que dio lugar al desalojo.

Desde el equipo de Gobierno se habla de intensificar la vigilancia, de informar a los sin techo de los recursos que hay, y de limpiezas más frecuentes en las zonas en las que permanecen más tiempo. Los sin techo ya se rebelaron hace unos meses cuando cada dos por tres tenían que dejar las bóvedas para las limpiezas. Habrá que ver cómo acaba todo.

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