50 años, 49 nombres

La literatura local peleó por este premio de San Fernando y de la Academia de San Romualdo 

Miro el índice de la edición de los Puente Zuazo 1974-2003. Se editó por el empuje que le dio a la Academia de San Romualdo el doctor Juan Bohórquez Sargatal. Han pasado veinte años de aquello, y 50 de los orígenes. Yo nunca olvidaré los míos. Digo bien porque fueron dos, caso único porque se cambiaron las bases del concurso entonces, pero la verdad fue que el primero no lo pude recoger porque no fui a la cena del premio, me había olvidado de todo, y porque cuando el bueno de don Juan García Cubillana vino a mi casa, yo no oí el timbre del portero automático. Estaba dormido. Entonces volví a concursar, esta ingenuidad, y fui a la cena. Casi se me atraganta el postre cuando dijeron mi nombre. Fue una sorpresa general, como es fácil de imaginar. Enrique Montiel volvía a ganar. Tenía poco más de 27 años, estaba en la edad de los poetas que publican sus versos, no en la de los narradores, que requería de experiencias de la vida. Yo era un hombre feliz que acababa de tener a mi primer hijo. Mi mundo era la Isla, que quería y quería defender como primera experiencia política. ¿Defender? Pues sí, era mi ideología, la defensa de la ciudad.

Decía que miro el índice de la edición de 2003. Observo que Julián Blasco Moyano ganó la primera edición del concurso. Al año siguiente se le concedió el Puente Zuazo de Plata a un veterano escritor isleño, mi inolvidable amigo Germán Caos Roldán. No lo viví pero imagino su felicidad. Escribió todos los días de su vida, tenía una vocación infinita por la literatura. Ana María Rodríguez Martín se alzó con el triunfo en 1976. Son los nombres que me precedieron. 1977 y 1978 fueron mis años y al año siguiente ganó mi admirado y querido amigo Juan Mena, el gran poeta isleño. Molina Seijo, Amparo Gordillo, José Cervera Pery, el gran historiador de la marina, poeta y escritor, y Rafael Duarte… La literatura local peleó por este premio de San Fernando y de la Academia de San Romualdo. Que tenía como dotación un dinerillo y un puente de Zuazo de plata que hacía el gran orfebre isleño Rafael Martínez, una joya que conservo como oro en paño. Decía que luego de Duarte, nuestro grandísimo poeta, lo consiguió mi querido e inolvidable González Barba, uno de los grandes gestores culturales de San Fernando en toda su historia… Y así fue sucediéndose anualmente el premio de la Academia, que ya somos 49 nombres, parece increíble. Pocas cosas han durado tanto en la Isla. Ni el Premio Luis Berenguer, con ser Luis Berenguer, el gran novelista, ni el Premio de Pintura, que cruzó muchas fronteras y convocó a muchos artistas. La Real Academia isleña ha cuidado este premio como bien más preciado. Y en un momento dado lo hizo Premio Internacional de Cuentos.

En unos días nos reuniremos para recordar y agradecer tantos años de literatura de la institución cultural de San Fernando…

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