
El Alambique
Jesús Andrades
De gloria
Podemos hablar de dos Academias O'Dogherty. La primera de ellas abarcaría el período comprendido entre 1940 y 1960. Fundamentalmente acudían allí los jóvenes isleños que opositaban a las academias militares. Muchos de los oficiales, jefes y almirantes de la Armada habían sido alumnos de don Pascual y todos contaban de su extraordinaria capacidad y buena enseñanza. No hace mucho me decía el almirante de Benito que iban los domingos a hacer problemas, él, Pepe Revuelta, y algunos más. Por esas sesiones no había incremento de la mensualidad y el que antes los resolvía, por supuesto bien, era recompensado por don Pascual con no sé si un duro o cinco duros. Así que no sólo era resolver, también era el regalo que hacía O'Dogherty al alumno triunfador. A su hija Concha le llegué a ver las fichas con problemas de su padre, que ella utilizaba también para los maratones matemáticos de la academia de la calle Real.
En los años 70 y 80, don Pascual había fallecido y la Academia, por sus hijas Concha y Tani, seguía intentando enseñar matemáticas a muchos de los que tropezábamos en esas piedras insuperables llamadas integrales, triángulos esféricos, derivadas y cálculos complejos. Agrupados en Geometría, Trigonometría, Álgebra. Qué envidia a los que tenían abierta la cabeza para "ver" los problemas que demostraban la comprensión de los fenómenos, un modo de matemática aplicada a la vida cotidiana, en ocasiones. Centenares de isleños pasamos por esas pequeñas aulas en donde, después de don Pascual, Concha y Tani se esforzaban, con una paciencia infinita, por darnos un poco de luz a la inteligencia. Es la historia de nuestra ciudad esta familia de sabios y buenas personas de la que todavía vive una hija de don Pascual O'Dogherty, Tani, que ayer cumplió cien años. Un siglo de existencia, más de la mitad empleado en enseñar y mantener viva una academia que era una institución del saber, del bien hacer, del éxito.
No conozco a nadie que haya pasado por esas aulas llenas de comprensión y de cariño, que no guarde como un tesoro cada recuerdo y cada problema resuelto, qué alegría ver sonreír a Concha o a Tani y, en su tiempo, recibir el regalo de don Pascual. El ilustre catedrático de Cirugía, el doctor Revuelta Soba, Alfonso Berraquero y Pepe Oneto (lo imagino y sonrío muchísimo), De Benito, tantos y tantos alumnos de O'Dogherty, deben saber que ayer Tani cumplió 100 años y que se reunieron en torno a ella sobrinos y parientes de México y de España, de muchos puntos de nuestra geografía. En su recuerdo está siempre su hermana Concha y todas las demás que allí enseñaron, pues fue una familia de enseñantes e investigadores, de grandes personas que han dejado una huella imborrable en nuestra ciudad.
Muchas felicidades, querida Tani.
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