España sigue sin Gobierno. Ahora es el tiempo del actual interino el que debe conseguir los pactos necesarios para poder ser investido como presidente del Estado. No lo tiene nada fácil el actual inquilino de la Moncloa. Negociar con los nacionalistas, y fiarse de ellos, es una misión muy dolorosa para todos los presidentes que ha tenido España en democracia. Y si echamos la vista a la II República, pues peor. Pero es la aritmética que los ciudadanos, con sus votos, han configurado en el Congreso la que elige al presidente. Nuestra Constitución dice que somos un país parlamentario, no presidencialista. Por consiguiente al presidente del Gobierno lo elige la mayoría de los representantes presentes en la Cámara Baja. Y esto es así para el PSOE y para el PP, por mucho que el señor Feijoo ahora diga que si no gobierna él es un fraude.

No sabemos, todavía, si habrá fumata blanca o no, pero el que salga investido tendrá la misma legitimidad que el perdedor. No se puede utilizar la Constitución a la carta. Andan revueltos algunos, o muchos, representantes de la derecha de este país criticando el derecho del Rey, y su legitimidad democrática, de encomendarle a Pedro Sánchez el encargo de formar nuevo gobierno como manda nuestra Constitución, la de todos.

Pero algunos parecen que tienen una Constitución muy particular. Cierto que amplios sectores de la derecha política no querían esta Constitución y mucho menos su artículo VIII. Y ahora que se la han expropiado tampoco es que les agrade. La aceptan como imperativo legal pero lo que es cumplirla parece que no. El PP lleva cinco años sin cumplirla, boicoteando la renovación de la Justicia de este país. No importa el cao de los tribunales que no se pueden renovar, lo importante es entorpecer la dinámica gobernante. Y Feijoo acaba de anunciar que no está dispuesto a renovar los órganos judiciales.

En una entrevista, a una cadena de radio de Madrid, el señor Feijoo ha explicado que él no ha pactado con la ultraderecha a gusto, que no le gusta, pero que por el bien de la gobernabilidad ha tenido que ponerse de acuerdo con Vox en Extremadura y Valencia. El periodista le recuerda que eso mismo es lo que está haciendo Sánchez con los catalanes, por el bien de la gobernabilidad de España. El señor Feijoo se quedó en blanco. Son las incongruencias de un político que no ha aceptado su triste victoria, por algo más de trescientos mil votos, pero que no le llega para gobernar porque nadie, excepto Vox, le ha querido escuchar. Ya está anunciando que la legislatura será incendiaria. A esto se le llama sentido de país. Pero nos tenemos que preguntar, ¿cuántos años lleva España metida en el barro político? ¿Nos merecemos los españoles esta metodología política? Muchas veces nos preguntamos si tenemos el Gobierno que nos merecemos. ¿Pero nos merecemos esta oposición?

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