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Hubo un tiempo en el que en Cádiz se rechazaban las franquicias y las marcas foráneas en la zona comercial del centro. Se decía entonces que las tiendas de las grandes marcas, fuerte competencia, estaban obligando al cierre de los comercios de toda la vida. El tiempo pasó y también fueron marchándose esas grandes firmas. Y Cádiz, curiosamente, comenzó a echar de menos a esas tiendas, principalmente las de Inditex. Porque, al parecer, dinamizaban el centro y atraían a clientes que, una vez allí, también podrían ser potenciales compradores en pequeños establecimientos. Ahora se anuncia que Inditex se llevará del centro la última tienda que le quedaba: Stradivarius. No sabe Amancio Ortega el daño que esta política empresarial de instalarse solo en grandes superficies comerciales puede hacer en pequeñas ciudades como la nuestra. Y si lo sabe, poco le importa. No queda otra que reinventarse otra vez, Cádiz de mi alma.
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