Cómo escapar de la peste negra
juegos de mesa
El isleño Raúl Fernández publica a principios de marzo en español ‘Messina 1347’, un tablero ambientado en la Edad Media, cofirmado junto a Vladimír Suchý y traducido a varios idiomas
De la II Guerra Mundial hay opciones hasta aburrirse. Pero, curiosamente, el tema de la peste negra apenas había sido tratado dentro del mundo de los juegos mesa. Así surgió Messina 1347, el juego ideado por el isleño Raúl Fernández y desarrollado junto al autor checo Vladimír Suchý . Messina 1347 despliega la ciudad italiana en época medieval a lo largo del tablero, mientras zona a zona va sucumbiendo a la plaga. “Primero, tienes que tratar de ir rescatando a la gente y escapar al campo, como era lo usual, y luego, volver y repoblar”, explica su creador. La ciudad, que formaba entonces parte de la república genovesa, fue la primera en Europa occidental que sucumbió a la epidemia.
La propuesta, que verá la luz a primeros de marzo en el mercado español, vendió en la pasada edición de la feria de Essen –una de las principales citas del sector–, mil ejemplares en unos pocos días, y cuenta con ediciones en alemán, en francés, en italiano, en polaco, para el mercado estadounidense o para el brasileño.
El portal especializado Boardagamegeek l Boardagamegeek le da una puntuación total de 7.8 (una marca bastante alta teniendo en cuenta las medias de estas plataformas) mientras que, dentro de los parámetros de “peso” del juego (enjundia, para entendernos), se le otorga un 3,7 en un baremo de cinco: “Aun así –apunta su autor–, se aprende rápido”. Messina 1347 admite jugadores de más de 14 años y la única condición es haber sido “iniciado” en los juegos de mesa.
Tras esta recreación de la peste negra, se encuentran cinco años de desarrollo “y muchos dolores de cabeza”, hasta presentarlo al público. Porque claro, uno diseña un juego y, ¿qué tipo de desierto viene luego? “Aparte de conocer bien la mecánica de los juegos, tienes que conocer el mundillo –indica Raúl Fernández–. Aquí, en la Casa de la Juventud, por ejemplo, se solían hacer reuniones de este tipo, y también asociaciones como Mueve ficha. Uno crea su prototipo y va probando, y llega el momento de enseñárselo a la comunidad, en eventos y demás, lo muestras, se testea y lo presentas a distintas editoriales. Otro cauce, claro, son los concursos de prototipos”.
En España, ha sido durante la última década cuando las editoriales han empezado a coger ritmo, con encuentros con los de Córdoba o Barcelona: unas citas surgidas al calor de esta eclosión de los juegos de mesa, un curioso fenómeno en la era de la dictadura de las pantallas.
Fue en una de estas citas del mundo del juego donde Messina 1347 vio su oportunidad, cuando Vladimír Suchý se fijó en el prototipo: “Como jurado del encuentro, le gustó un montón –explica su creador–. De hecho, no sólo quería publicarlo con su editorial (Delicious Games), sino corregir algunas cosas y aparecer en coaturía”.
Si no hubiera sido por esto, indica Raúl Fernández, el camino habría sido el usual: publicarlo primero con un sello español, "pero Delicious Games tiene mucho tirón y muchos socios por todo el mundo”.
Messina 1347 no es el primer juego de este autor, que también firma 4 Pints, Please (4 Birras, por favor), una propuesta en formato cartas que se desarrolla en un pub inglés. “Yo lo que quiero es que mi sello sea como creador de juegos históricos”, indica Raúl Fernández, que tiene formación en Historia del Arte. De hecho, los siguientes prototipos en los que está trabajando se sitúan en el Gadir fenicio – “recreando las relaciones comerciales con Tartessos y las gentes del Mediterráneo”–, y en torno al fenómeno de la expansión de la imprenta en tiempos de Gutenberg.
De clásicos y modernos
Están los juegos “clásicos”, aquellos que solemos encontrar en las estanterías (Cluedo, Monopoly); y los juegos “modernos", centrados más en “la gestión de recursos (construir ciudades, granjas, fábricas...) y con poco espacio para la interacción y el azar. No hay dados, por ejemplo”, explica Raúl Fernández. El origen de esta nueva ornada se sitúa en Centroeuropa (Alemania, norte de Italia y Francia), en los años 80 y 90. “Dentro de ese resurgimiento –continúa Fernández–, se realizó un manifiesto con una propuesta fundamental: que el nombre de autor apareciera en el juego”. Un básico que no existía hasta entonces y que ha hecho que la autoría de la mayor parte de juegos de mesa tradicionales se diluya –como es el caso del Monopoly, atribuido a Elizabeth Magie–.
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