CONCERT MUSIC FESTIVAL

Al estilo Sobral

  • Salvador Sobral cautiva al Concert Music Festival con un genuino recital de jazz

  • La Canalla acompañó al artista luso sobre el escenario

Salvador Sobral y la banda durante la actuación

Salvador Sobral y la banda durante la actuación / Nacho Frade (Chiclana)

"No persigo destinos sino formas de andar". Este verso del tema Cerca del mar que fue el primer sencillo del álbum París, Lisboa de Salvador Sobral puede ser el perfecto resumen de la idiosincrasia musical del artista portugués. Un sonido propio sin punto de llegada, que se va cociendo a base de pisar firme escenarios como el Lenovo del Concert Music Festival de Sancti Petri en la noche del miércoles.

Ahí, cerca del mar gaditano, se presentó el portugués para ofrecer un espectáculo al estilo Sobral, que es lo mismo que decir diferente a todo lo demás. Pocas veces un cantante de jazz da un show tan enérgico e inclasificable como el del artista luso. Y el jazz pasa por ser solo la cobertura melódica que recubre mil matices de un repertorio donde el cantante puede convertirse según la ocasión lo requiera en tenor, cantante de góspel, heavy, cantaor flamenco o rapero con la cabeza metida en el piano buscando otras sonoridades como si se encontrara en un estudio de grabación. Sin despeinarse o, mejor, despeinado y desbocado en un instante para cinco minutos después dejarse llevar cual pluma al viento por el formidable acompañamiento musical de la banda formada por Júlio Resende (piano), André Rosinha (contrabajo) y Bruno Pedroso (batería). Cada uno de los músicos tuvo su espacio en el recital y establecieron un diálogo fluido entre instrumentos dando una consistencia al cancionero que no puede calificarse de otra forma que de deliciosa.

Como deliciosa es la propuesta de Sobral, que se aparta de la primera línea para dejar brillar a su grupo mientras pasea como absorto a veces por el escenario, o se sienta al lado de su contrabajista y observa ensimismado como un inquieto niño al que le puede la música.  O, incluso, se detiene para otear el patio de butacas, supervisando que todo está a su gusto, perfecto, en sintonía con lo que suena en escena. Y da algún que otro toque de atención al referirse a la zona de restauración aledaña al recinto donde se ubica el escenario pequeño del festival: "Ya el concierto es caro de por sí y la gente paga y no viene a verlo", soltaba el artista sin pelos en la lengua para continuar pidiendo el máximo silencio posible ante la contundencia de su acompañamiento sonoro.

Vamoh al lío", arrancaba el espectáculo en un perfecto acento gaditano. "¿Cuántos gaditanos hay aquí? Me dijeron que había mucho guiri hoy", continuaba bromeando en una constante cercanía con el público que agradeció esta suerte de concierto singular, al que cubrieron de aplausos. Algunas caras de asombro lo decían todo. No esperaban que el cantante de la suave y frágil voz se convirtiese en semejante torbellino en directo. Porque a Sobral se le puede degustar maravillosamente en disco, pero verlo en vivo es una experiencia de otro nivel.

Como ejemplo, el coro formado para la ocasión con las dos zonas del patio de butacas para ejecutar el tema Benjamin que manejaba como un recto docente. "El lado derecho está más fuerte, ya se ve que estamos en Andalucía", dijo sin cortarse. "¿Qué pasa con la izquierda? Miren a los portugueses. ¿'Podemos' o no?", proseguía con el medio alegato político-musical.

El artista jugó en algunos de sus temas con los finales de las estrofas, hizo el mono -literalmente-, fue histrión al máximo y sutil al mínimo detalle, sacó el cencerro y lo golpeó endiablado -algunos pensarán que estaba como una cabra-; fue en definitiva un espectáculo él mismo. Y el cancionero que presentó en Sancti Petri le hizo justicia. Sonaron en español Grandes ilusiones y Cerca del mar, en inglés Playing with the wind, en francés La Souffleuse y en su portugués natal Presságio Ela disse-me assim. Pero además Salvador Sobral quiso recordar el legado de Bola de Nieve interpretando Ay amor, que finalizó mezclándose entre el respetable a viva voz. "Ya la canté en 2012 cuando fuimos a El Cambalache y todavía no me sé la letra. En Cadi pisha", soltaba mientras la audiencia reía para posteriormente hacer una petición desde el escenario simulando marcharse: ""Ya nos vemos en el Falla, a ver si nos llevan de una vez. ¿A quién hay que pedirlo, a Kichi?, reclamaba el cantante. 

Pero lo mejor del concierto se aproximaba en sus postrimerías. "Cuando estén hartos me dicen", sugería Sobral al público, ansioso por que aquel descubrimiento sonoro y espectáculo sui géneris siguieran su curso. Contó una divertida anécdota sobre la forma de hablar de esta tierra que, confesó, "me abrió el mundo del andaluz" y jugó a ser ese gaditano que nace donde le da la gana invitando al escenario a La Canalla. ¡Y vaya pintas! Con los pantalones arremangaos, en modo coquinero, esos canallas musicales montaron el fin de aquella particular velada con Enganchaíta de mi vida y la descarada Mia ragazza, a la que Sobral quiso añadirle unos simpáticos versos de su puño y letra, dejando entrever su gusto por el Carnaval de Cádiz y haciendo una nueva petición sobre la fiesta grande de la capital: "A ver si me invitan". Ese improvisado cuadro flamenco-jazzístico, mariscaor y gamberro se despidió de un público entregado al ritmo de Anda estragar-me os planos.

Y sí, sonó finalmente en el escenario del Concert Music Festival la hermosa Amar pelos dois, el tema con el que Salvador Sobral ganó para Portugal su primera victoria en Eurovisión en 2017 con un mensaje muy claro del cantante, auténtico genio y figura: "Ya se empiezan a escuchar los primeros acordes fatídicos -relataba como en un cuento de terror-. En una ciudad tan inhóspita como Kiev, en un mundo tan frío y superficial me dije: 'Salvador, tienes la misión de llevar la buena música a un festival que jamás la vio' -contaba mientras se desabrochaba la camisa en un desternillante estriptis-". Se escuchó con gran entusiasmo del respetable la eurovisiva melodía -compuesta por su hermana Luísa Sobral- y la música de Salvador dejó huella al estilo Sobral en el Concert Music Festival, que unas horas antes firmaba cuatro años más de vida en el poblado chiclanero. Si lo que está por venir se parece a lo que se disfrutó con el portugués en vivo, bienvenidos sean.

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