Cádiz CF

El impulso en pleno crecimiento

  • La media hora más brillante que se recuerda en mucho tiempo da al Cádiz CF un plus de autoestima

  • El equipo marcó en 30 minutos más de la mitad de los goles que llevaba en las 11 jornadas anteriores

Garrido ejerce un papel importante en la mejoría del Cádiz.

Garrido ejerce un papel importante en la mejoría del Cádiz. / Julio González

El Cádiz CF confirmó con una estruendosa goleada frente al Elche (5-1) en el estadio Carranza que la crisis de resultados ya es cosa del pasado. La dinámica positiva es un hecho reflejado en el espejo de los dos triunfos concatenados en la Liga (1-2 en el terreno del Lugo) que se unen a la victoria copera (2-1) en casa contra el Espanyol y al empate sin goles ante el Sporting de Gijón para elevar a cuatro los encuentros seguidos sin perder. El equipo cambia la tendencia cuando más complicado lo tenía y da la sensación de que va a más con el paso de las semanas.

La reacción entra dentro de los parámetros de la lógica porque detrás de los resultados que empiezan a llegar hay un concienzudo trabajo diario y una plantilla con sobrada capacidad para habitar lejos de la incertidumbre que genera la incómoda zona de descenso, de la que huyó el domingo con la sana intención de no volver a regresar.

La racha positiva mete al Cádiz CF en la dinámica habitual de la competición. Las victorias forman parte de la normalidad como también son normales los empates y las derrotas en la vorágine de partidos. Lo difícil de encajar era que el triunfo mostrara tanta resistencia. El equipo por fin genera empatía con el triunfo y aprovecha el momento para dar un estirón en la clasificación antes de que vuelva a igualar o a perder, porque los poros de la Liga 1|2|3 desprenden tanto equilibrio que todas las posibilidades están abiertas en cualquier encuentro.

El Cádiz CF ecesitaba una victoria para confirmar su buen momento y lo hizo a lo grande, como si hubiese querido organizar una fiesta de presentación para anunciar que ya está aquí, preparado para plantar cara. Con la manita endosada al cuadro ilicitano ha acaparado el foco y los rivales comienzan a comprobar que el despertar amarillo se convierte en una realidad. La victoria en Lugo no fue casualidad.

Los cinco goles en apenas media hora de la segunda parte ante el Elche casi sepultan toda opción de análisis. Fue espectacular y punto, El único que se acordó de la mala primera mitad fue el entrenador, Álvaro Cervera.

Salió tras el descanso un Cádiz superlativo, desatado, decidido a no dejar escapar la oportunidad de dar un golpe de autoridad en casa ante una afición que se frotaba los ojos ante lo que estaba presenciando. No era un sueño. Era la feliz realidad. Una realidad tan inesperada que la sorprendente reacción de los locales prendió la llama de la euforia en la grada y se produjo una emotiva fusión entre el equipo y la hinchada. Una mañana inolvidable porque hace tiempo que no se veía tanta brillantez concentrada en tan pocos minutos y quizás tardará en volver a verse.

Cervera acertó al dar entrada en la reanudación a Salvi y a Dejan Lekic, auténticos rebeldes con causa que ejercieron de agitadores para alterar el orden establecido. El técnico decidió abrir más el equipo con más mordiente en las bandas y todo marchó sobre ruedas. Salió mejor de lo imaginable. ¿Quién no hubiese firmado al descanso un desenlace final con 2-1?

La primera parte ante Elche es el aviso de que si el motor no arranca la derrota es una opción cercana

Si el entrenador era señalado como máximo responsable cuando el equipo no daba con la tecla adecuada y no acababa de abandonar el sótano de la clasificación, ahora también lo es pero de la victoria. Nadie debería olvidar que fue él quien lideró el rescate de un equipo que navegaba sin rumbo en Segunda B y que sin respiro lo metió dos años seguidos en la batalla por el ascenso a Primera. Y tampoco olvidar que fue Juan Carlos Cordero quien confeccionó una plantilla que da la sensación de que va a más.

Fue Cervera, curtido en mil batallas, el primero y casi el único en rebajar la euforia tras ese 5-1 demoledor. Se acordó de la primera parte porque lo que todo entrenador busca es el funcionamiento de su equipo de principio a fin y el suyo no anduvo nada fino hasta después el intermedio. Esos 45 minutos iniciales configuran el aviso más claro de que si el motor no arranca la derrota es una opción cercana.

Cuestión aparte fue la segunda mitad de ensueño de un conjunto amarillo que arriesgó, se sujetó en Garrido y José Mari, toco a rebato con oleadas por los dos carriles y el centro y puso fin al estreñimiento goleador que le impedía avanzar con un mínimo de tranquilidad. El Cádiz marcó en media hora cinco tantos, cinco, mientras que en el global de los 11 encuentros anteriores había anotado ocho. Menudo contraste. En 30 minutos contabilizó una cifra cercana a la que había llegado en los casi 1.000 anteriores.

El equipo de Cervera recupera un crédito que se había tambaleado y se alimenta de un soporte vitamínico de autoestima que le viene de maravilla para afrontar todo lo que está por llegar. El estado de ánimo ejerce un peso relevante y con la sonrisa instalada en el vestuario la competición es más llevadera.

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