Todos las cifras que rodean a un partido de fútbol son arrinconadas por lo que cuenta a la hora de la verdad, que no es otra cosa que la eficiencia. El encuentro entre el Real Madrid y el Cádiz CF disputado el pasado domingo 19 de diciembre (18ª jornada) es un ejemplo palpable.

El Real Madrid, por su enorme potencial, llevó el peso del partido de principio a fin. Es el líder de la Liga y a día de hoy principal favorito para alzarse con el título. Abogó por el ataque sin rodeos en busca del gol. El Cádiz CF, un pequeño que aspira a la permanencia, jugó a todo lo contrario. Renunció a la pelota y apostó todas sus cartas a una defensa numantina para evitar el gol en su portería.

El gigante blanco no fue efectivo en su misión y el conjunto amarillo sí logró el objetivo que perseguía. Y eso que el Real Madrid disparó más veces que nunca. Hasta 36 remates contabilizó a lo largo de los noventa y tantos minutos (no todos fueron a puerta) frente a los escasos cuatro intentos de los gaditanos, en su caso ninguno entre los palos.

Y hubo algo más. El aplastante dominio del primer clasificado quedó plasmado en una elevada posesión de balón, nada menos que un 82 por ciento por sólo un 18 el Cádiz CF. Una diferencia abismal. El cuero fue del cuadro merengue casi todo el tiempo, pero al final no le sirvió para batir a Jeremías Conan Ledesma. Trece saques de esquina lanzaron los locales por dos los visitantes, un dato más que reflejó el continuo acoso de los futbolistas entrenados por Carlo Ancelotti.

Las cifras pasaron a un segundo plano cuando sonó el pitido final del árbitro. Cada equipo expuso sus argumentos sobre el césped y reinaron las tablas como recompensa al acierto de los gaditanos en su planteamiento y el desacierto de los madrileños, que chocaron contra un muro. Se jugó en solo área, la del Cádiz CF, y en su parcela el conjunto amarillo estuvo insuperable por más que la cifras engordasen las estadísticas a favor de los anfitriones.

Lo que queda de un partido es el resultado y el Cádiz CF, un modesto que se le atragantó al grande, se machó del Santiago Bernabéu con una sonrisa de oreja a oreja tras desplegar un esfuerzo colectivo con el que desbarató el ataque del poderoso.