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Ocio nocturno

Las aspiraciones y lamentos de los empresarios de la Punta

  • Están pendientes de una mejora del entorno y la diversificación de la zona

  • Hay una nueva pizzería e interesados en abrir más locales

Pasan los meses, los fines de semana, las horas de marcha nocturna de cada año, generación tras generación, y la Punta sigue ahí, perenne, como lugar de referencia del ocio nocturno gaditano. Ya no es lo que era hace el más de cuarto de siglo que se inauguró, cuando apenas cabía un alfiler cada viernes y sábado, ni tampoco se parece a la zona conflictiva en la que se convirtió cuando la vigilancia policial era menor. La Punta es otra desde hace tiempo, más tranquila, con bares y discotecas consolidadas, con un público fiel pero no tanto como el deseado, con muchas más aspiraciones, buenas ideas y otros tantos lamentos.

Así lo cuentan los hosteleros de la zona, que enumeran una serie de demandas que siguen planteando a las administraciones competentes, que son Autoridad Portuaria, pues es un área de dominio público portuaria y es la concesionaria de los locales, y Ayuntamiento, con quien se firmó un acuerdo sobre mantenimiento y responsabilidades en limpieza, al tratarse de una zona de uso ciudadano.

Algunos empresarios de los siete locales de la Punta –Akí Te quiero, Momart y Momart Theatre, Soho, y Kings&Queen, los locales de gastronomía La gazuza, El quebab y la nueva pizzería que que acaba de recibir la concesión y que refuerza la oferta–, enumeran una por una sus demandas y deseos.

Encabeza la lista el lamentable estado del paseo superior, que el fin de semana se convierte en el botellódromo y que deja mucho que desear en cuanto a mantenimiento. “Está olvidado, con mamparas rotas, con el aspecto de un polígono abandonado”, dicen Ricardo Machuca y Javier Mata, de Akí te quiero y King&Queen, respectivamente. No les molesta el botellón, pero sí que visualizan la potencialidad de una zona –además del Paseo Pascual Pery– cuya actividad podría diversificarse y atraer a más público. “Se podría traer algún día el Carnaval aquí como se hace con el Paseo Marítimo, realizar conciertos, mercadillos, muchas actividades culturales para dinamizar esta zona donde se podrían poner barras y que, además, es tan bonita”, dicen.

Pero ninguna de las opciones se contemplan por el momento por el Ayuntamiento gaditano, que es quien está al frente de este espacio hasta el año 2021 bajo la figura de autorización administrativa. De hecho, desde el Consistorio están potenciando otro tipo de iniciativas complementarias al botellón, como la que anunció recientemente en la Casa del Niño Jesús, que se ha presentado como zona de ocio alternativo para las personas jóvenes de la ciudad.

A un lado ha quedado aparcado por tanto el proceso participativo acerca del botellódromo que promovió el Consistorio y cuyos participantes, sobre todo los más jóvenes, argumentaban la necesidad no sólo de que existiera, sino de que continúe en este mismo lugar.

Bajo este paseo, la historia cambia, pues es donde se abren paso las discotecas y locales de comida rápida, un total de siete, que tratan de hacer atractiva la visita de su público, cuidando cada detalle de sus terrazas, o aislándolas visualmente del urinario público portátil, por ejemplo, como hace el King&Queens, “aunque no hemos conseguido que nos aíslen visualmente con paneles informativos o con una exposición la zona de contenedores del muelle” que tienen justo enfrente. Urinarios cuyo montaje y desmontaje les abre otro frente por la tardanza y el olor. Y esto les incomoda aún más, sobre todo teniendo en cuenta los cánones que tienen que pagar, un impuesto que consideran excesivo, “pues pagamos bastante por el IBI y, aparte, por la recogida de basura debido al acuerdo que incluye la concesión”.

Tampoco ven con buenos ojos los horarios, que en festivos permiten por igual ampliarlo dos horas a todos los establecimientos “menos a nosotros por cuestiones de seguridad ciudadana, nos dicen, lo que supone una competencia desleal”.

Por todo, se sienten un poco olvidados, pese a que “siempre colaboramos con lo que nos piden, como ocurrió con el arreglo del acerado, y tenemos la mano tendida a cualquier sugerencia, pero en cambio no miran hacia la Punta”. Un lugar que se quiere reinventar, pero al que no le dejan.

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