La cara humana de la Explosión

73 aniversario de la Explosión de Cádiz

La exposición contiene desde obsequios hasta retratos de las víctimas

José Antonio Aparicio explica el alcance de la explosión en la visita guiada. / Fito Carreto
Alicia Panet

18 de agosto 2020 - 05:59

Las visitas guiadas en conmemoración del 73 aniversario de ‘La Explosión de Cádiz de 1947’ comenzaron ayer en la exposición permanente sobre este suceso, ubicada en el Castillo de Santa Catalina, de la mano del Presidente del Instituto Español para la Reducción de los Desastres (IERD), José Antonio Aparicio Florido. Para ello, han sido organizadas en tres turnos llevados a cabo durante el lunes y el martes.

José Antonio Aparicio, que lleva investigando sobre este siniestro desde 1987, comenta que “su conexión con la explosión fue totalmente accidental porque no supo nada de ella hasta ese año”. Su madre, que vivía por la zona de la Plaza de Las Flores, le contó la frase habitual de haber visto ‘el cielo rojo’ y que escuchó un ruido muy fuerte solamente.

Su curiosidad vino dada durante la realización del servicio militar, cuando un capitán que tenía cierto interés en la investigación histórica militar, le enseñó en su despacho, en el que compartían cuatro personas: él mismo, el teniente, el cabo primero, el cabo segundo que era el actual presidente, documentación original de la Explosión de Cádiz: “Entre esa documentación original está la fecha de identificación de algunos cadáveres que no pudieron ser reconocidos de forma inmediata”, afirma.

Ahí empezó todo para él: “Cuando ví la lista de heridos y fallecidos entendí que hay investigación militar en curso con un interés de saber hasta cierto detalle que fue lo que pasó aquella noche, pero para entonces yo era todavía muy joven, tenía 21 años y tenía pendiente muchas cosas que hacer todavía en la vida”, señala.

En la entrada, vemos una maqueta y una serie de paneles fotográficos que “es lo único que se ha podido conservar en esos últimos 20 años que ha estado guardado prácticamente en unas bóvedas bajo unos toldos empolvados, esperando el momento para que se pudieran recuperar. Todo lo demás es nuevo”, sostiene.

De los objetos que han podido recuperar, son originales que había en los edificios de estudios por la explosión, que han sido donados, en su mayor parte, por la Diputación Provincial de Cádiz, que era propietaria de los inmuebles más emblemáticos.

Gran parte de la cartelería del espacio se encuentra en español e inglés porque “aunque parezca mentira, tenemos una gran cantidad de personas de habla inglesa que vienen a ver el museo”, asegura el investigador. “Porque este tipo de explosiones se han producido en muchos sitios, la última en Beirut, y creo que no hay ningún país con un museo dedicado exclusivamente a la memoria de las víctimas de una explosión de estas características”.

Curiosamente, tres semanas más tarde y a la misma hora, se produjo la explosión del polvorín de Alcalá de Henares. Hizo pensar incluso que aquello podía tratarse de un atentado”, apunta.

En la maqueta sólo se ve una parte de la ciudad, desde Puntales hasta las Puertas de Tierra que todavía tenía los dos fosos abiertos, el 19 de agosto, cuando ya se produjo la explosión.

Asimismo, se encuentran documentos como la composición de la guardia de aquella noche. En la que los marineros Jesús y Andrés, estaban haciendo su turno, situados en los extremos del polvorín, perdieron la vida. ¿Casualidad o destino? Como si de una ruleta rusa se tratase.

El presidente quiere destacar la importancia en la explosión de la parte humana: “esa parte va mucho más allá de las cifras”.

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