Diario Cofrade

Semana Santa 2022 en Cádiz: La resurrección del Domingo de Ramos

  • Normalidad absoluta en los desfiles procesionales y un gran gentío en las calles dan la bienvenida a la Semana Santa

  • La jornada tuvo un retraso de 40 minutos en su inicio, que se extendió hasta casi una hora y media en la recogida de Borriquita y Despojado

Cofradía de La Borriquita. Semana Santa de Cádiz 2022

Cofradía de La Borriquita. Semana Santa de Cádiz 2022 / Julio González (Cádiz)

Qué eterno y qué efímero es el tiempo. Una eternidad que parece que pasó desde el último Domingo de Ramos y un suspiro que tardó en marcharse. Tres años después la ciudad recuperó lo que el Covid había robado y vivió el primero de los días de la Semana Santa como si Cádiz fuera un niño pequeño ansioso por ver procesiones. Fue difícil encontrar ayer un hueco donde ver con cierta comodidad el tránsito de una hermandad, a excepción de esa amplia Avenida que coincidiendo con el horario del almuerzo sí dejó huérfano de público a las hermandades que buscaban el centro de la ciudad.

El gentío que se echó a las calles para volver a ver las procesiones es la primera de las claves de una jornada que también estrenó primavera después de tanta lluvia y temperaturas tan bajas que hasta ayer sucedieron al 21 de marzo. El calor, de hecho, se hizo patente en los primeros compases de la jornada, con la salida de Borriquita a la plaza de San José, la del Despojado en Salesianos o la de Las Penas en la calle Sagasta.

Un tiempo de lo más propicio solo lastrado por el fuerte viento de Levante que obligó al sobreesfuerzo de los encendedores de los pasos, especialmente los de palio; y con la amenaza o incertidumbre de lo que pueda acontecer el día de hoy, que junto a mañana Martes Santo son las jornadas más complicadas en cuanto a la meteorología.

El reencuentro de las hermandades con la ciudad y de la ciudad con su Semana Santa estuvo cargado de emotividad. La que se vivía en el interior de los templos, con los miembros más activos de las hermandades que seguían sin creerse, después de lo pasado y lo sufrido, que los pasos definitivamente se iban a poner en la calle; la que se vivió también en las distintas salidas, con emotivas llamadas a los pasos para ponerse en camino; y la que se respiraba entre el público, que no se cansó de aplaudir y que reflejaba en sus rostros y en sus ojos los sentimientos que ayer estaban a flor de pie a lo largo y ancho de la ciudad.

Así, en Borriquita echaban especialmente de menos al periodista Juan Manzorro, llamando por primera vez al paso de la Virgen del Amparo su compañera Mónica de Ramón, que no ha dejado de recibir el cariño de toda la ciudad desde el pasado 26 de febrero; y en Humildad llamaba al martillo el capataz del Cristo, Paco Álvarez, de la mano de su tercer hijo, nacido en plena pandemia, para dedicar la estación de penitencia “a los que se han ido y a los que han llegado” en estos tres años que separan el último Domingo de Ramos con cofradías en la calle y el día de ayer.

Como no podía ser de otra forma, el reinicio de la Semana Santa estuvo acompañado de un considerable retraso que sufrió la carrera oficial desde el inicio de la jornada. Todo debido a un incidente que sufrió el paso de palio de la Virgen del Amparo, que perdió bastantes minutos mientras arreglaban uno de los varales (el primero del lado izquierdo, en concreto) que se había soltado por la parte superior.

Hasta 40 minutos provocó de retraso en el inicio de la carrera oficial; un tiempo que ya no se recuperaría luego por ninguna de las cofradías, entre otras cosas porque los horarios e itinerarios de esta jornada están tan encorsetados que un adelanto queda sin efecto unos metros más adelante por el cruce de otra hermandad. Es más, ese retraso horario no hizo sino incrementarse en el tramo final de la jornada, de la mano de la cofradía de Humildad y Paciencia, que ya decidió retrasar su salida para evitar que el cortejo sufriera un parón al llegar a Nueva como el que sí tuvo que soportar la hermandad de Las Penas en la esquina de Cristóbal Colón.

El reloj del Domingo de Ramos terminó de saltar por los aires en el tramo final de la noche, superando la hora de retraso en su llegada a los templos algunas hermandades, e incluso teniendo el Despojado que cambiar de acompañamiento musical al marcharse la banda de cornetas y tambores del Rosario de Linares, que fue sustituida en un relevo improvisado por la agrupación musical Polillas, que había terminado poco antes de acompañar al paso de misterio de la Sagrada Cena.

No en vano, eran las 2.40 minutos de esta madrugada cuando la hermandad de Borriquita daba por finalizada su estación de penitencia, que debía haber concluido a la 1.15 horas. Una hora casi y media de retraso que también acumulaba la hermandad del Despojado en ese extraño final de la jornada. 

Con esta única incidencia reseñable –afortunadamente– el brío y la emoción de la mañana dio paso a una segunda mitad del Domingo de Ramos mucho más intimista, más sosegada, de mayor disfrute si cabe. Porque era un disfrute ver a la cofradía de Las Penas iniciar el regreso a San Lorenzo por San Miguel, Gaspar del Pino y Benjumeda, con mención especial para el paso de palio y los andares elegantes magistralmente acompañados de la Filarmónica de Conil; como también lo era acompañar a la Virgen del Amparo con el buen hacer de la cuadrilla de los hermanos Francisco y Tomás Martín y el buen callejero de marchas seleccionado, con composiciones de corte clásico que compartieron las bandas del Carmen de Villalba del Alcor y del Nazareno de San Fernando; ver La Cena con muchas marchas eucarísticas que sonaron durante el camino, por cuenta de Polillas; o seguir también al Despojado con su ya habitual repertorio de pasos y andares camino de Salesianos. Por no hablar del tránsito de Humildad y de la Virgen de la Amargura una vez superada la carrera oficial, con un público que desde bastante antes esperaba en Ancha o San Francisco.

Otra clave que se puede reseñar de este Domingo de Ramos fue el de la normalidad prácticamente absoluta respecto a las medidas Covid. La mayoría de los miembros de los diferentes cortejos prescindieron del uso de la mascarilla, que se limitó a algún capataz y poco más. De hecho, alguno comprobó que con mascarilla se hacía complicado dar las órdenes a sus cargadores, por lo que optó finalmente por prescindir de la misma. Sí se vio también algún paso con los faldones levantados, cumpliendo así otra de las recomendaciones dadas por las administraciones públicas. Pero en general las salidas, la organización de los cortejos y la distribución de los hermanos en el interior de los templos se desarrolló con esa esperada normalidad que apenas acabe la Semana Santa dará un paso casi definitivo con la supresión de la norma de mantener la mascarilla en espacios interiores.

Las cofradías, por tanto, volvieron a las calles por la puerta grande, con un Domingo de Ramos con el que seguramente habrían soñado muchos de los cofrades que ayer participaban en los distintos cortejos y también por el más que numeroso público que presenció los desfiles. Un Domingo plagado de novedades que encajaron con facilidad en la jornada, como las bandas que se estrenaban y que vinieron a mejorar lo visto hasta 2019 o los capataces que en líneas generales cumplieron con sus cometidos, algunos de ellos de especial dificultad por el peso del paso o la larga distancia que tiene que completar la procesión.

La Semana Santa se inició ayer, por tanto, de la mejor manera posible; con la música de los tambores y los instrumentos de viento volviendo a sonar por toda la ciudad, con las cofradías reencontrándose con sus rincones, calles y avenidas, y con el público disfrutando de nuevo en masa. Cádiz vivió ayer la resurrección del Domingo de Ramos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios