Los hosteleros de San Fernando ya advirtieron durante el puente de diciembre que se estaban produciendo anulaciones de reservas de las comidas de empresa. Con la cercanía de la Navidad, y el aumento de casos de covid-19, estos eventos se están cancelando a un mayor ritmo, siguiendo las recomendaciones pero que desde el sector lamentan pongan en foco en sus negocios.

"Se está notando con las mesas grandes, a partir de 25 o 30 comensales, que responden a comidas de empresa, con los compañeros de trabajo", expone Juan López Muñoz, que regenta junto a sus hermanos Miguel Ángel y Antonio el negocio familia Casa Miguel. Hoy mismo, cuenta, les habían anulado una reserva para el mismo día de una mesa para 20 personas, por el positivo de una de las personas que iban a asistir. "Eso te deja en una situación complicada porque has destinado personal para eso, has hecho la compra", reconoce. 

Día a día, lo habitual con dos o tres días de antelación, pierden estos comensales que ayudan a la caja del negocio en una fecha fuerte de consumo, tanto en comercios como en hostelería, como las fiestas navideñas. Al menos las reservas para comidas más reducidas se están manteniendo, y en todo caso, admite López, es más fácil compensarlo, recuperarse con clientes más tardíos. "Con el cliente normal cubrimos al menos en parte", señala. 

El problema, considera este gerente de Casa Miguel, es la información de aumento de los contagios acompañada de la imagen que se da de la hostelería como un espacio no seguro, a pesar de las medidas de ventilación, desinfección, distancia o la aceptación del pasaporte covid-19 (sin el visto bueno de la Justicia por el momento en Andalucía) a las que se han adaptado "Estamos todos igual. Parece que el virus está en los restaurantes pero después se seguirán con las reuniones dentro o fuera de casa. Al final el sector hostelero, y de transportes como los taxis que pierden clientes, somos los más inestables", opina el gerente de la Venta de Vargas, Lolo Picardo.

Este mítico establecimiento de San Fernando sufre también las anulaciones de comidas de 70, de 30, de 20 personas. "Unas ocho mesas", calcula, cuando esas reservas ya habían hecho que rechazaran las peticiones de otros clientes. "Lo mismo para otros años es necesario pedir una señal, porque tú haces contrataciones para esos días, las compras", plantea.

Picardo detalla que el mes de diciembre tiene dos partes: la del cliente habitual, el turista, que no acude ya al restaurante por las fiestas, que se compensa con las comidas de empresas de estas semanas antes de Navidad; y la del cliente de aquí que opta por hacer comidas familiares fuera de casa, que hacen que la actividad sea alta los días 25, 1 y 6, por ejemplo. "Una vez pasan las fiestas se retoma el turismo, otro público diferente", añade.