Harvard y la deriva de Trump

Conforme pasan las semanas las actuaciones de Donald Trump al frente de la Presidencia de Estados Unidos adquiere caracteres más alarmantes. La falta de respeto por las tradiciones democráticas de su país, el enfrentamiento permanente con la Justicia o la guerra cultural que ha emprendido contra instituciones de tanto prestigio mundial como la Universidad de Harvard dibujan un panorama que hace temer por la salud y la fortaleza del sistema político de la primera potencia mundial. Hay un permanente deslizamiento hacia al autoritarismo por parte del presidente y un intento de anulación de los contrapesos institucionales que no tiene precedentes en la historia de un país que acumula dos siglos y medio de usos democráticos y que no dejaron ver durante su primer mandato. Un reflejo de esta situación con una enorme capacidad simbólica es la ofensiva contra Harvard, posiblemente la universidad más prestigiosa del mundo. Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca se ha intentado ahogarla con la retirada de ayudas federales y ahora se le quiere dar una especie de golpe de gracia con la prohibición de que reciba alumnado extranjero, una medida arbitraria encaminada a arruinar su proyección internacional. Estas acciones son el resultado de una especie de guerra ideológica en la que los teóricos del trumpismo tratan de presentar a Harvard como una trinchera de la ideología izquierdista o como un instrumento de combate contra Israel. De lo que en realidad se trata es de ir en contra de una institución que ha representado durante más de tres siglos la libertad de pensamiento y la excelencia científica. El objetivo final de Trump es eliminar todo lo que se oponga a la uniformidad de pensamiento que es marca distintiva del populismo y el pensamiento reaccionario. Estados Unidos sigue siendo un país demasiado importante para occidente y, en general, para el conjunto del planeta. Su actual deriva plantea una enorme incertidumbre.