Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

El trepador

Igual el Anís del Mono se identifica con una costumbre demasiado española, equiparada al Machaquito

Cuando se quemó la bodega de González Byass, cantaron Los Llaveros Solitarios "salva al Tío Pepe, que a ese lo quiero más que a mi padre". Ahora Osborne ha decidido sacar la producción de Anís del Mono de Cataluña para traerla a El Puerto, no se sabe si el proceso secesionista catalán ha tenido algo que ver, si los indultos, si la victoria independentista en las elecciones, si el racismo xenófobo de los catalanistas. Igual el Anís del Mono se identifica con una costumbre demasiado española, equiparada al Machaquito, al sol y sombra, al " los hombres beben Veterano porque Veterano es cosa de hombres" y otras por el estilo de las madrugadas de bares donde los currantes iban al muelle, al dique y paraban antes en La Bella Sirena para tomarse un café con algún licor que les aliviase. Se cruzaban con los que venían de la noche gaditana, del Pay Pay, El Submarino, el Salón Moderno y otros lugares, la gente de mal vivir convivían unos minutos con los trabajadores que madrugaban para ganarse el jornal. Aquellas noches gaditanas empezaron a decaer casi en 1924 cuando Los Mercaderes de Damasco cantaron "qué fatiga pasaron los tajás, cuando se prohibió, la venta del alcohol, vaya que sí , que sí señor. Yo conozco a uno que un domingo se tiró, más de media hora con la nariz aplastá, en la cerradura del bache de Nicanor. Y en la plaza de San Juan de Dios, vimos a siete curdelas chupando el tapón, de un garrafón". Ya no quedan baches en Cádiz, se cerró La Parra de la Bomba, el Nicanor cambió, cerró la Carbonería en su función clásica, se fue al garete La Pila Vieja, el Pedrín, el Velardes Plaza. Esos lugares donde solo servían vino, valdepeñas con casera o un reguera. No había botellones ni la gente tenía dinero para saber de vinos , nadie conocía el retrogusto, el sabor a madera ligeramente afrutado. Ahora los paladares se han vuelto exigentes, los hay que van al Baco o al Magerit a comprar botellas a precios de locura e incluso a hacer catas en La Cepa Gallega, con lo que fue este establecimiento cuando era aprovisionador de barcos, ahora todo son delicatesen. Para que luego el personal se queje de la Transición, la Constitución y la democracia, la gente ha pasado del tetrabrick de Don Simón a conocer pagos de Ribera del Duero, añadas y marcas. Ahora la peña ya no toma anís, ni del Mono ni ninguno, que parece una bebida viejuna. Ahora toman gin tonic con frutitas, ginebras con sabor a pepino o a fresa, tónicas donde se mide el tamaño de la burbuja, hielo hecho con agua especial. Como le dijo una vez Arcadi Espada a un camarero del Café de Levante: "anota: te voy a dictar un gin tonic". El que compra vino en el Mercadona es un tieso que ni sabe de vinos ni merece el saludo. El pogreso.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios