LA reconstrucción del recinto exterior de la Zona Franca es un proyecto que tardaremos en ver terminado. Esta frase es obvia desde diferentes puntos de vista: por la magnitud de la promoción en cuanto a metros cuadrados se refiere, por la complejidad de conseguir que una multitud de propietarios privados converjan en sus intereses, por el ritmo que lleva y porque la burocracia y los trámites administrativos tienen una lógica que huye de la agilidad. Parece que solo hay un punto positivo en este balance y es que actualmente se tienen presentes los errores pasados para intentar no repetirlos. Para el recuerdo queda aquel anuncio pomposo entre cristales rotos que hicieron en campaña electoral en 2011 Teófila Martínez y Cristóbal Montoro de que invertirían 600 millones para acabar con ese despropósito industrial de naves abandonadas. Aquel proyecto era inviable pero no iban a dejar que eso les destrozara un promesa electoral. Gobiernos después, la ruina continúa.

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